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OPINIÓN - SÁBADO, 28 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

“ Si lo fuera sabío…”
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

El Derecho Penal es el derecho de las penas, pero no en el sentido de punición, sino de las penas del alma, del crujido de los sentimientos, que se hacen trizas y se materializan en lágrimas. ¿Cuántas veces habré visto llorar a madres, mujeres, hermanas o hijas de detenidos en las puertas de las comisarías?. Y eso de que, con el paso de los años y con la experiencia te haces una especie de caparazón que te aísla sentimentalmente es mentira. O al menos en mi caso lo es, porque considero que, el ser humano, para quien el hecho de vivir signifique un privilegio evolutivo, conforme avanza en el tiempo y en la experiencia se vuelve infinitamente más cercano y más sensible.

Estoy plenamente de acuerdo con el cineasta Bertolucci, cuando, en el curso del rodaje de una película que en Italia se llamó “Té n´el deserto” y en España “El cielo protector” declaró a un periodista que,” a la espiritualidad no se llega por la filosofía ni por la literatura, sino por la experiencia vivida”. Muchos viejos penalistas, de esos que alardeamos tener más de un cuarto de siglo en la chepa de ejercicio de la abogacía, nunca jamás tendremos el celebérrimo “colmillo retorcido” sino que, nuestra dentadura se va fragilizando y al final acabamos riendo con dientes de leche.

¿Qué por que me lanzo a reflexionar sobre Penal y penas? Primero porque conozco el asunto y segundo porque vengo de que me concedan una libertad difícil de un primillo con los dieciocho recién cumplidos ¿Qué si el chaval era un familiar directo? No, es que, entre gitanos y mestizos nos consideramos siempre primos y así nos llamamos, por respeto, por cercanía y porque es como Dios manda. No voy a dar el nombre del chico, natural ,solo decir que ha pasado cuarenta y ocho horas detenido, comiendo la mierda apestosa y recalentada que suelen dar en las comisarías y sin poder fumar, porque a los Mandamases les importa un carajo el mono de nicotina de los encerrados, cuando suspiran por un chester y a los guardias se les parte el corazón, pero no pueden hacer nada porque, quien manda, manda. Y quien manda pasa porque presupone que jamás se verá en la coyuntura de suspirar por un cigarro en un calabozo. Altiva y prepotente presunción porque nunca se sabe y en nuestra España altísimas torres han caído.

Dos días en los calabozos con la madre y la hermana en las puertas de la comisaría. No sé por qué pero, en las puertas de las comisarías y de los juzgados, se suelen ver a más mujeres que a hombres. Será que las madres y las esposas tienen ese pronto de ponerse a esperar y me recuerdan al literario comandante Carini de Sciascia, mi autor favorito en italiano, ese Carini del que se decía “Era un hombre que, pese a parecer no esperar nunca nada, llevaba en los ojos el corazón mismo de la esperanza”. Esperan. Como ayer y las mismas palabras que tantas veces “¡Ay mi niño, señora, si lo fuera sabío no lo fuera jecho, zu prima!”. Natural. Si hubiera sabido que haciendo una trastada iba a caer no la hubiera hecho o habría sido más cauteloso y no tan kamikaze, que van como van y pasa lo que pasa. ¿Excluidos sociales? No. Los gitanos que son pobres se consideran pobres, que no “desfavorecidos” y no se consideran marginales, por mucho que, en las Diligencias de Información Policial aparezca eso de “reducto marginal” refiriéndose a un barrio como son Las Castañetas. Que tienen miga, que tienen un mandáo, pero donde existe gente que lucha por subsistir y por mejorar y a las que se les brindan pocas oportunidades, será porque tienen una dignidad dura, esa que da la raza y detestan ser “obra de caridad” de lejanos mindundis y prefieren vender un puñado de calcetines en el mercadillo a subsistir del subsidio de la exclusión, como opción vital. Y, si un hijo sale “perlilla” le majan a palos y le prohíben las malas junteras, aunque, si el chaval insiste y, sin hacer caso a los patriarcas ni respetar a sus mayores, acaba cayendo, nunca le abandonan y aparecen madres y hermanas gimientes, arrastrando de multitud de niños pequeños, los propios y hasta los de las vecinas…Digo yo ¿Por qué habrá tantos niños pululando en las largas esperas de comisarías, juzgados y cárceles de Andalucía? Y miren que servidora es abierta y reconoce que, los chiquitines van acicalados, más bonitos que un San Luis y muchos tan llenos de oro que padecen pequeñas deidades hindúes, pero no son los lugares adecuados, sobre todo la tragedia que se palpa, que late y que huele.

“¡Ay señora, zu prima, si lo fuera sabío, no lo fuera jecho!”Le adelantas en brevísimas pinceladas lo que ha “jecho” el muchacho y lo fatal que lo ha “jecho” y la madre se solivianta y mira a la hermana o a la novia “ ¡Si sale d´ejta y no vá pa Laurín, le je de zaleá y le je de majá ¡” La hermana solloza “ ¡Ay Señó! ¡Que sarga y no z´entere er pápa, que l´arranca loj purmone ¡” Y a dúo “¡Que dolóoo…!” Y a servidora “Y ujté, zu prima ¿Cómo lo vé?”.

¿Cómo lo voy a ver? Pues pensando que los hombres y las mujeres no somos seres humanos en una aventura espiritual, sino seres espirituales en una aventura humana. Y eso va para payos, mestizos y gitanos.

Y luego, como ha pasado hoy, sale el “perlilla” y le reciben entre abrazos y empellones “¡Tira ya p´allá, so bandío!”. Penal de penas y de alegrías, de enormes sombras y de grandes luces, bregando, no con acaudalados malayos, de esos que entran en los locutorios con sus carteras prestos a “despachar” con el letrado, sino que, cuando pide ayuda un primo o una prima, por lealtad y porque así debe de ser, has de estar y hasta aconsejar cuando le dicen al chaval “¿Va usted a firmar?” decirle “Firma, pero no me hagas un garabato, su primo, pon tu nombre con buena letra” Y el niño se esfuerza, ensartando las letras lentamente, para dar buena impresión. Una manía de perro viejo del Penal de penas : que las firmas se entiendan. Nada de garabatos ni de rúbricas complicadas. He estudiado a fondo la grafología deteniéndome en las firmas de los antiguos maestros, deleitándome con la ortografía, mi gran asignatura existencial pendiente junto a la Teología y los avances de la psiquiatría y la neurología y me agrada la sencillez extrema de quien nada ha de aparentar sino quien es realmente. De hecho, si me fueran dejáo, fuera jecho medicina salpimentada con filosofía, pero no era el caso, pagaba la carrera mi padre y en mi familia biológica, el que paga manda.

Aunque, hablando de mandatos y, por encima de las leyes oportunistas y despiadadas de los hombres, prefiero la Ley del Universo, que es la Ley de Dios y que palpo más cercana a la humanidad que sufre en las puertas de los Juzgados, más unido al olor a miedo de los presos, porque el miedo huele, a cuerpo cortado por la suciedad infecta de los calabozos, a comidas que despreciarían hasta los marranos, al cigarro negado por normas de mierda y todo eso hace el aliento fétido. Me gustaría saber cuantos políticos, de esos que acaban detentando el poder, han olido el miedo, han latido a su vera y eso les ha vuelto infinitamente más personas. ¿Qué musitan? ¿Qué “eso” lo han olido muy pocos? Pues ellos se lo pierden porque, la aventura de las penas, es la aventura de la superación. ¡Ay si lo fueran sabío…!
 

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