Se lee “ese-eme-eses” ya saben,
los mensajes de móvil a móvil y yo me refiero a los que a la
voz de “pásalo” se estuvieron enviando los socialistas
madrileños cuando sonó el nombre de María Teresa Fernández
de la Vega como candidata a la Alcaldía de Madrid. ¿Qué si
los ese eme eses la postulaban como alcaldesa? No. Eran para
que siga siendo Vicepresidenta porque, en Madrid hubiera
arrasado, tiene carisma a chorros y tiene tirón, yo misma la
hubiera votado, pero como Vicepresidenta es, sencillamente,
imprescindible y la política mejor valorada del actual
gabinete.
Nunca seré ¡Líbreme el Espíritu Santo! Sospechosa de
simpatizar con la izquierda, aunque mi ser de ciberderecha
neoconservadora no me impide respetar las discrepancias
ideológicas, que se dan en el seno de mi propia familia. Mi
anciano esposo, que es de misa y comunión diarias, siempre
ha sido socialista belga, es un enamorado de Felipe, su
nombre aparece en la autobiografía de Alfonso Guerra, al que
idolatra ideológicamente y sigue la estela de ese socialismo
democristiano tipo José Bono y Vázquez, ex alcalde coruñés.
De hecho, estos dos últimos, a los que yo denomino
socialdemócratas- católicos o socialistas democristianos,
han sido y son de los tipos más carismáticos del panorama
político español.
Soy ciberderechas convicta y confesa, pero no soy jilipollas
ni jamás me van a hacer comulgar con ruedas de molino cuando
se discute acerca de esa cualidad del alma, que es calidad
del espíritu y tirón de la inteligencia, me refiero al
carisma. ¿Qué como lo definiría yo? Pues como la cualidad
más humanamente divina y la calidad más divinamente humana,
es una mezcla de encanto, de amabilidad inteligente, de
cercanía dialéctica, de humanidad y de firmeza, es el ser
humano al que se imagina como una mezcla de amor, de humor y
de honesta fiabilidad. Es… Bastante indescriptible y
perteneciente al mundo de las emociones y de las
sensaciones, de la racionalidad y de la fantasía. La persona
carismática tiene ese “algo” que nos permite confiar en
ella, que nos hace creer en sus palabras, que nos hace
respetar sus ideas y sus ideales. Es transparente, pero no
frágil, justa, pero nunca justiciera, generosa pero jamás
lacrimosa. El carismático nos enamora el intelecto y el
espíritu y tiene eso que se llama “tirón popular”, que no es
modo alguno practicar un populismo cursi de hacerse “la”
foto con el niño en brazos y con la minoría étnica en época
electoral. El carisma jamás es hipócrita. Ni ventajista, ni
oportunista, ni practica jamás un seguidismo miope del
poderoso de turno.
¿Qué si María Teresa es carismática? Lo es. Y mucho.
Infinitamente más que el resto de los que la rodean y le da
mil vueltas y revueltas y sopa con hondas a ese Albertín
Ruíz Gallardón que, según el periodista Jesús Mariñas, se
caracteriza por su lejanía y por una sonrisa tan gélida que
parece que le están estirando de la comisura de los labios.
María Teresa hubiera arrasado porque es notablemente culta,
tiene un currículum profesional impresionante y para mí, que
contemplo desfalleciendo de sana envidia, su impecable
estilo, es la mujer más elegante de España. Impecable sin
tener que epatar a base de comprar Alta Costura, como tanta
pija ridícula y pretenciosa que anda suelta por las revistas
de moda alardeando de una falsa elegancia comprada en las
grandes marcas a golpe de talonario. María Teresa es la
“más” y comprando en plan normal, porque sin ir de Chanel ni
de Gucci, su apariencia es exquisita dentro de su talla 38.
¿Qué si Rajoy usa la 38? Por favor, no tengan malos
instintos, Mariano Rajoy va adquiriendo lentamente la pátina
de carisma de quien es, antes que nada, un hombre bueno y
honesto y acabará teniendo el predicamento del alcalde
Vázquez de la Coruña, hoy dignísimo Embajador ante el
Vaticano y a quien en, su ciudad, votaba de forma abrumadora
la derecha por ser, antes que nada, un hombre de Dios.
Porque hay dos formas de votar: Se vota a la ideología de un
partido o se vota a la persona, prescindiendo del partido
que viene a ser un accesorio. José Bono o María Teresa opino
que hubieran ganado con mayoría absoluta en Madrid, porque
la gente, el pueblo, se fía de ellos como seres humanos, con
independencia de su ideología. Gustan, dan confianza y se
les “siente” grandes seres humanos que no van a hacer
infeliz al electorado defraudando sus expectativas. Pero a
María Teresa la acerrojaron en la Vicepresidencia a fuerza
de mensajes de móvil a móvil, porque no tiene sustituto a su
altura y desprende infinitamente más fiabilidad y rigor que
el propio Zetapé. ¿Qué si en el PP existe algún émulo de
Vázquez como alcalde? Pues sinceramente lo ignoro, puede que
la haya en alguna ciudad o en algún pueblo, pero no se vende
en condiciones o falla el marketing porque no está bien
publicitado a nivel producto político y eso es una lástima
porque, al carismático, en política, no se le debe
infrautilizar. La política de desperdiciar por celos
profesionales o de zancadillear al tipo brillante para que
no haga sombra, es demasiado burda y no da buenos
resultados. A un tipo o a una tipa carismático-a dentro de
un grupo político no se le debe considerar como a una
especie de competencia desleal susceptible de opacar incluso
a los líderes, sino utilizarle como arma electoral en plan
captación de votos. Algo muy simple, una campaña muy
primaria “¿Ven ustedes a este tipo tan encantador? Pues como
este tenemos a miles de aspirantes que están esperando para
dar el salto y salir de los cuarteles de invierno”.
¿Qué quien es para mi el político más carismático que
existe? Indudablemente Sarkozy, el ministro francés y tras
de él todos aquellos que sigan su estilo que sería una
especie de bohemio-burgués-rive gauche-neocon-fashion-hijo
de inmigrantes-con cojones-de ideas irresistiblemente
ingeniosas y eficaces. ¿Qué si Zaplana me parece atractivo?
Mucho y también me parece sumamente atractivo y fiable el
ministro Alonso, insustituible en interior y desperdiciado
en un ministerio de Defensa que funcionará perfecto cuando
nombren siempre ministro al militar de más alta graduación
de España que es quien más sabe del ejército. Me gustan las
tecnocracias y los Presidentes de Gobierno, más listos y
sagaces que inteligentes, capaces de nombrar para Sanidad a
Barbacid el oncólogo más sabio de España, para Cultura a
Sanchez Dragó que es el espíritu más cultivado y para
candidatos a la futura presidencia del Gobierno, por los
socialistas a María Teresa y por los populares a Jaime Mayor
Oreja que es un hombre que derrocha carisma a raudales y a
quien se ningunea precisamente por eso, por ser el de más
tirón.
Me motivan los líderes carismáticos, porque me dan confianza
y porque tengo ganas de que surjan personas en las que
creer, que lleven la imaginación al poder y que consideren
prioritario para el pueblo español su derecho a ser feliz y
ver cumplidas sus expectativas. Un carismático que se ponga
como meta el conseguir que seamos felices luchará por
derrotar todo aquello que nos preocupa y entristece. Pongo
un mensaje ese eme ese “Queremos ser felices. Pásalo”
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