Las telebasuras, más bien
telemierdas y todos cuantos les rodean, se están quedando
sin “payasos o “payasas” , con perdón de esos geniales
artistas que hicieron del humor sus vidas alegrando la vida
de los demás, que vayan a contarles sus miserias.
Como la falta de todos esos personajillos, contadores de
miserias, les pueden llevar a desaparecer, han tirado del
cajón de los recuerdos y están sacando de sus eternos
descansos a todas aquellas personas populares que ya no
están con nosotros
Asco me causan todas esas gentes que viven de las miserias
que cuentan los demás y, mucho más asco me produce, que se
saquen a relucir las miserias que hayan podido cometer, en
vida, todos esos personajes que murieron y que, por tanto,
no pueden hacer defensa alguna de sus personas.
Los muertos merecen un respeto, y ese respeto lleva
implicito el dejarles descansar en paz, fuesen cuáles fuesen
los errores que hayan podido cometer, a lo largo de sus
vidas, mientras estuvieron en este mundo.
Vuelven las telemierdas, a tirar del cajón de las basuras
que atesoran, sacando a relucir la vida y milagros de
Carmina Ordoñez y, con ello, aparecen nuevos personajillos,
que se apuntan a ganar dinero fácil en las cadenas de las
telemierdas, para contar historias que, jamás, pueden
demostrar.
Ahora salta al ruedo de contar miserias, un tal Dominguin,
que dice ser gran amigo de Paquirri. Con amigos como este
personaje, no necesita uno ningún enemigo.
Y nos cuenta la historieta de que la Pantoja le fue infiel a
Paquirri y que éste iba a hacer un viaje con ella para, más
o menos, preparar su separación, añadiendo al asunto que
habían desaparecido, de no sé qué lugar dos mil millones de
las antigüas pesetas, dando a entender que se las había
llevado Isabel. Manda..el asunto. Este personaje, nuevo en
los ruedos de la telemierda, ¿puede demostrar lo qué está
diciendo?. No, nunca lo podrá demostrar, pero como está
seguro de que no le va a pasar nada, pues el tío larga lo
que le parece y se queda tan fresco, llevándose, eso sí, una
buena pasta por contar estas historias para no dormir.
Y para que no falte de nada, el personaje en cuestión,. mete
en el saco a Carmina Ordoñez que según él era el único y
verdadero amor de Paquirri.
Naturalmente, a las preguntas de los periodista que forma
las tertulias de las telebasuras, no puede responder, en
algunos casos de forma afirmativa, y dice que a él se lo han
contado ¿y quién se lo ha contado?. Pues, otro que no puede
hablar, porque no está entre nosotros, Paquirri?.
Carmina sigue siendo actualidad, desde que su hijo a escrito
un libro “Querida mamá”, lo que es aprovechado,
naturalmente, por las telebasuras o telemierdas, como
ustedes lo prefieran para, de nuevo, sacar a relucir la vida
de Carmiña haciendo destacar, de la misma, los grandes
errores que cometió a lo largo de su vida y, cómo no, entre
ellos las drogas.
Y saltan al ruedo de las telemierdas todos los que, de una u
otra forma, vivieron de Carmina o se aprovecharon de la
generosidad de esta mujer que, durante mucho tiempo, estuvo
manteniendo a muchos flojos a su lado e incluso, después de
muerta sigue manteniendo a un grupo de vividores que dicen
ser sus amigos y van a la telemierda a contar sus miserias.
Todos la querían mucho. Ni te quiero contar, serrana del
alma, el gran cariño que le tenían. Era tan grande el
cariño, de todos estos flojos, vividores del cuento que ella
alimentó, que la mejor forma de pagarle es ir a contar todas
las cosas de su vida.
Todas esas miserias que envolvió a esta singular y bella
mujer, a lo largo de su corta vida. Una vida que vivió como
a ella le pareció mejor, sin tener que rendirle cuentas a
nadie por su forma de entender la vida y como había que
vivirla.
Puede que se, para algunos, equivocara en esa forma de
entender la vida. Pero, cada uno, es libre de vivir la vida
como le dé la gana y, en esa forma de entender y vivir la
vida, hay que inclinarse ante ella porque fue una mujer
libre que usó esa libertad como le vino en ganas.
Por qué no la dejan, de una vez por todas, que descanse en
paz sin tener que traerla a colación, para que sigan
viviendo de ella, todos esos parásitos que con incapaces de
respetar el derecho de los muertos. Que tienen derecho a un
respeto y ser sólo historia para los suyos.
Lo han intentado, no sólo con Carmina sino también con Rocío
Durcal que merece todo el respeto del mundo, porque nunca
fue noticia del corazón, y llevó su enfermedad con toda
honestidad y con la sonrisa en los labios hasta el último
minuto.
Han intentado, todos estos parásitos buscarle tres píes al
gato con la muerte de mi gran amiga Rocío Jurado. Buscando
historias y más historias, donde no había ninguna historia
que buscar.
Se agarraron a la herencia, sin tener el menor conocimiento
de nada. Y, lógicamente, no encontraron nada porque nada
podían encontrar.¡Parásitos!
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