¿Han participado ustedes, como
ciudadanos, en algún casting de elegibles para las listas
municipales? ¿Qué están murmurando con ojos atravesados, que
las listas son coto cerrado? Natural. Las Ejecutivas de los
diferentes partidos no están ni han estado nunca por la
labor de echarse a calles, plazas, escuelas, despachos,
consultas, quirófanos y facultades, en busca de “gente
maravillosa” que la hay y está. Que murmuran? ¿Qué si llegan
hombres y mujeres magníficos a las Ejecutivas de los
partidos, echarían a la calle a ganapanes y cantamañanas y
se quedarían ellos? Normal. Pero no hay riesgo. La gente
magnífica suele considerar lo que se cuece en las cloacas de
la política, bastante alienante y no está dispuesta a agitar
el botafumeiro ante el vasallo de Génova 13, de Ferraz, del
vertedero trajinoso-nacionalista o de la sede cochambrosa de
los comunistas, vasallo designado por dedocracia desde
Madrid.
Servidora tiene larga experiencia en presenciar
advenimientos de “números uno” encumbrados a golpe de dedo,
es decir que, el Presidente del partido de turno, tras
meterse el dedo en la nariz , escarbar y contemplar el
resultado de su exploración con expresión impertérrita,
planta el perdigón bajo la mesa y con idéntico dedo pecador
y pescador señala la foto de un fulano, de entre el
ramillete plantado sobre el escritorio. Y por obra y gracia,
no del Espíritu Santo, cuya presencia como inteligencia del
Universo es clamorosa ausencia en las decisiones políticas,
por obra y gracia de la dedocracia se encumbran o se
condenan al ostracismo a los pepitos, que son elegibles y
que para eso están ahí, tragando y aguantando, pelotilleando
en plan tiralevitas y hablando con unción y devoción del
mandamás de turno, cuyas ideas, por estúpidas que resulten,
son dogma de fe.
Siempre existe la esperanza, a nivel municipal, autonómico y
nacional, de que, las lealtades más furiosas, lleguen a los
oídos de “los de arriba” y si los tienen despejados de
cerumen tras limpiarse el interior de las orejas con las
llaves del coche, premien fidelidades y entregas abnegadas
señalando con el dedo al aspirante a elegible. ¿Qué eso es
puro amiguismo? No, yo diría nepotismo ¿Qué no es tema de
parentela sino de enchufismo? Yerran, obtusos míos, ya
dijeron los profetas que, todos los necios son hermanos
biológicos, al igual que los presuntuosos, los prepotentes y
los tontos de baba. Un poner ¿Se eligió en un congreso
democrático del PP integrado por compromisarios de toda
España a Mariano Rajoy como sucesor de Aznar? Pues de eso
nada, monadas y miren que se murmuró y se pidió, ni puto
caso. Rajoy salió del célebre cuaderno azul, que es como
decir del forro de las pelotas de Aznar que debió
presuponer, dada su importancia, que su puesto era y es
hereditario y él el único llamado a designar heredero. Nada
de metijosos compromisarios, ni de papeletas, ni de varios
candidatos realizando cada cual su oferta y siendo sometidos
a votaciones para que ganara el mejor y el más carismático.
Hubiera ganado sin dudarlo Jaime Mayor Oreja, quien fuera
Ministro del Interior y político mejor valorado durante un
largo tiempo, hasta que hizo sombra y le mandaron a quemarse
al País Vasco. Todos “adorábamos” a Mayor Oreja y si hubiera
permitido opinar a los votantes del Partido Popular, que no
era ni mucho menos el caso por si acaso, por ahí o por
Zaplana hubieran ido los tiros.
¿Qué si Aznar escribía en su poderosísimo cuaderno azul con
el dedo? No, lo hacía con la punta de lo que yo me sé tras
mojarla en tinta china y sacudirla para que no echara
borrones sobre el papel. ¿Qué entonces sería pitocracia y no
dedocracia? Bueno, resulta algo escatológico, porque a los
candidatos todavía no se les señala sacando el cipotillo por
la bragueta, sino con el dedo y tras arrancarse furtivamente
un antiestético padrastro que ha olvidado la señorita que
hace la manicura en la peluquería del Hotel Palace. ¿Qué si
me gusta el Palace? Yo estuve una vez. Si señores, admito
miradas de envidia. Estuve por la tarde en el salón de la
cúpula y merendé café con unas bandejitas de sándwiches
deliciosos, iba con Gabriel a quien le supieron a poco los
sándwiches y los pastelillos, porque él era de mucho comer y
en plan bestial. ¿Qué si disfruté de la velada? Mucho. Había
un arpista y un guitarrista que tocaban melodías adecuadas,
mucha gente guapa, el servicio impecable y nos costó algo
así como dos mil quinientas de las antiguas pesetas, pero lo
disfrutamos a tope. No me extraña que, los congresistas,
cada cual con sus orígenes y cada cual de su padre y de su
madre, se acostumbren pronto a lo bueno. Y es que, ser
dedócrata electo comporta ventajas como dietas para
comilonas, llamadas también “almuerzos de trabajo”,
kilometraje, coches oficiales, escoltas y que te saluden con
respeto los guardias y los porteros de los sitios. Igual
para las derechas que para las izquierdas. Entre Bono y
Zapatero no había color, todos querían a Bono, que es un
tipo encantador, un católico, padre de familia, entrañable y
cercano. Al Zetapé le conocían en su casa, aunque, con el
tiempo se acostumbró a ir en avión oficial a hacer compritas
al Zara de Londres. Ya lo dice el refranero “A la que nunca
ha usáo bragas, las costuras le hacen llagas”.
Los resultados de la dedocracia funcionan para que no se
conmueva ni se remueva el stablishment y que todo siga como
está. Sin fluctuaciones. Lineal. Soporífero. Para triunfar
en los socialistas, tienes que ser un poco Joaquín Sabina,
progre-caviar, con supuestas inquietudes, abiertamente
beligerante con la derecha, pelín marginal, antiamericano,
antisionista , indigenista y admirador del dinosaurio Fidel.
En el centro derecha o centro reformista o como hostias
digan, hay que ser pijín, aspirante a progresía de salón,
apellido ilustre, en estado de permanente ansiedad por si te
desfenestran y muy cuidadoso con formas y con jerarquías. Y
en ambos casos de electos dedócratas, espamplonear a los
carismáticos, demasiado inteligentes o excesivamente
brillantes, o a los normales, porque hasta uno normal y
corriente suele tener la mala costumbre de ponerse al lado
del candidato de turno y si da mal el sol, hacerle sombra.
Los que rodean a los paridos por la dedocracía han de
cumplir como requisito indispensable el tener una sombra muy
cortita, insignificante o mejor aún: no tenerla. Retufillo
electoral, vaivenes y codazos, “ilustres” que regalan su
presencia impagable por todos los rincones para apoyar
listas y candidaturas. Los “ilustres” suelen llegar a todas
las autonomías desde los madriles y hay que agasajarles e
implorar lastimeramente a “todos” los medios de comunicación
que les concedan minutos y espacios.
El “ilustre” suele esperar que, su advenimiento glorioso
provoque expectación a todos los niveles y si no va a verle
ni quien se perdió entonces agarran unos rebotes del copón.
De ahí que, las Ejecutivas manden “el comunicado” como
posesos y esperen palmas y exclamaciones de admiración.
¡Joder, que calvario! ¿Saben que les digo? Que esto de la
dedocracia, amén de indignante, es un muermo hasta para mí.
Y me produce ansiedad. Voy a por el lexatín.
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