El colectivo hindú de la Ciudad Autónoma vive días de color
e intensidad en sus dogmas de fe. La celebración del Día de
Diwali dio comienzo ayer con la ceremonia en honor al
regreso del señor Rama y concluirá el martes cuando los
creyentes depositen en el mar todos los elementos materiales
que hayan empleado en la festividad. Los cerca de
trescientos integrantes de la comunidad de Ceuta festejan
todos los años las fechas señaladas, pero como asegura
Krishna Kipa Dasa, más conocido como Juan Carlos Ramchandani,
el Día de Dipavali “es diferente”.
Ayer, mientras las familias oraban en la intimidad, el
célebre sacerdote dio la bienvenida, en su centro de yoga,
al señor Rama, que retorna anualmente para aportar todos los
valores ejemplares a la sociedad. Frente a las imágenes de
Krishna y Radha, Ramchandani procedió a la adoración del
dios Shri Lakhsmi, que permanecerá tres días sumergido en
leche, a través de dos ceremonias: Puya y Arti. Cinco tipos
de frutos que representan los cinco sentidos, cinco objetos
materiales que simbolizan los elementos de la naturaleza.
Una habitáculo repleto de dulces, arroz, agua del Ganges,
manzanas y flores para dar sentido a sus mantras.
Lamparillas y luz. La creencia se volvió multicolor.
Mientras Ramchandani oraba, la canción más tradicional del
Día de Diwali entró en escena. El agua, como elemento
purificador, limpiaba el espacio.
Las lamparas que materializan la luz de Dipavali
permanecerán encendidas durante dos días más. Después, se
distribuirán entre la familia, los amigos y las personas más
pobres. El martes todos se despedirán de Shri Lakhsmi al
arrojar al mar todos los elementos materiales de la
ceremonia final. En ese momento se producirá la unión
simbolizada entre los seres humanos que creen en Diwali y el
universo circundante. El espacio que nos rodea.
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