El pan y circo de los romanos,
como recursos políticos para tener sumiso al pueblo, vio en
España su continuidad con el clásico pan y toros y, años
después, con el pan y fútbol.
A través de una prensa controlada, la llamada “Prensa del
Movimiento”, que dedicaba páginas y páginas a los partidos
de Liga, a los de Copa y donde los entrenadores eran
entrevistados y se escribía mucho de las grandes figuras del
balompié, el país empezó a apasionarse por el deporte rey.
Los aficionados eran cada vez más y acudían a los campos no
sólo a mitigar sus penas, durante unas horas, sino también a
escupir la lava que, en forma de injusticia, les quemaba las
entrañas. Corrían tiempos donde el periódico más leído, con
gran ventaja sobre todos los otros, era Marca. Con una
tirada, según compruebo, de 394.460 ejemplares diarios. En
una época en la que apenas se leía.
El fútbol se convirtió, con la ayuda de las autoridades, en
la única ideología imperante en una España mísera, llena de
rencores, de silencios perdedores, de bravatas e
imposiciones de muchos de los que salieron victoriosos de la
contienda, y sobre todo sirvió para que los pueblos
ajustaran cuentas aún recientes.
Quienes detestaban el fútbol, porque creían que era un
deporte que embrutecía a la gente y que estaba destinado a
despolitizar a los españoles, auguraban que en cuanto se
pusiera fin a la dictadura el fútbol caería en picado.
Puesto que ya no habría necesidad de que este deporte
sirviera para que en el país no se hablara de otra cosa que
no fuera de Kubala, Manchón, César, Ramallets,
Gonzalvo, Basora, Juanito Alonso, Barinaga, Ipiña, Zarra,
Gainza, Iriondo, Arza, Puchades, Igoa, etc. La verdad es
que quienes jugaban a pitoniso estaban muy equivocados. Y a
los hechos me remito: esta semana los españoles,
mayoritariamente, no han cesado de hablar del fin de semana
que les espera sentados ante el televisor. Pues habrá tenis,
fútbol, carreras de coches, y el partido más esperado del
año: Madrid-Barcelona. ¿Cuánto habrían dado las autoridades
del régimen franquista por contar con tantos espectáculos
deportivos reunidos en un solo día? Y conste que hay otros
muchos, por ejemplo las transmisiones de las Ligas inglesas,
alemanas, francesas... Como verán ustedes, pan y circo a
granel.
Si bien es cierto que la felicidad nunca es completa. De
momento, los seguidores de Nadal nos hemos llevado un
disgusto por la derrota de éste en su partido frente al
checo Berdych. Un tipo tan antipático como buen
jugador, que le tiene tomada la medida al tenista
mallorquín. Confieso que ha sido mi primer revés. El
segundo, de mucha más importancia, sería si el Madrid no
consiguiera vencer al Barcelona. Y confieso que a mí me da
en las pituitarias que la victoria madridista es muy
difícil. En principio, porque, al margen de Ronaldinho,
es necesario que Capello busque la fórmula para
anular las dos piezas claves del rival: Deco y Xavi,
o bien Iniesta si éste sustituye al segundo. Y no
sólo por la calidad de ambos, sino por la misión de enlace
que desempeñan entre líneas y el equilibrio que aportan al
conjunto. Después, aun con riesgo de que se me tache de
estar curándome en salud, temo el comportamiento del
árbitro. Y es que la verdad no tiene más que un camino: la
Federación Española es un desastre en todos los sentidos y
Ángel Villar sabe que su cabeza pende de lo que digan
los catalanes.
Con estos miedos, y otro ya muy sobado, a mí no me queda
tiempo para pensar en nada de lo que diga o haga José
Luis Rodríguez Zapatero. A ver si voy yo a amargarme mi
ración de pan y deporte, este fin de semana. Ah, que gane
Fernando Alonso. Y el Madrid de baloncesto.
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