La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria
celebra durante estos días su reunión anual en Madrid con un
tema como eje central de la misma: el papel clave que los
pediatras de atención primaria deben asumir a la hora de
minimizar el tremendo impacto del problema del maltrato
entre iguales en el ámbito escolar. En opinión de los
expertos, este tipo de violencia afecta de una forma u otra
a todos los escolares pues quien no es agresor es víctima o
testigo y ninguno de ellos se encuentra inmune ante esta
realidad.
Se estima que en Ceuta el acoso escolar afecta a más de un
20% de los alumnos de primaria y secundaria aunque esta
cifra no puede ser corroborada con datos absolutamente
fidedignos ya que, en muchos casos, impera el silencio de
las víctimas y de los testigos por miedo a posibles
represalias de los agresores o, incluso, por vergüenza a
reconocer este tipo de situaciones.
Problema multidisciplinar
En opinión del Dr. Ramón Ugarte, presidente de la Asociación
Vasca de Pediatría de Atención Primaria, “estamos hablando
de un fenómeno multifactorial que precisa un esfuerzo amplio
y mantenido en el tiempo de manera que podamos atajarlo y
conseguir una escolarización sin violencia que garantice
plenamente el derecho constitucional a la educación en su
sentido más amplio”.
En el entorno de este problema, y tal como se ha puesto de
manifiesto en el transcurso de esta reunión, uno de los
colectivos que en los últimos años ha quedado más en un
segundo plano ha sido el de los pediatras. Muchos niños que
son víctimas de maltrato, así como sus agresores, mantienen
en silencio su situación, lo que complica enormemente la
detección del problema. En este sentido es difícil encontrar
un profesional de la salud tan cercano, conocido y accesible
para el niño y la familia como el pediatra de atención
primaria, que pueda ayudar a solventar la situación.
A este respecto el doctor Ugarte asegura que “nuestro
trabajo en este campo es potencialmente muy amplio,
empezando por labores preventivas y estimulando en las
familias la adquisición de conductas afectivas y educativas
desde edades muy tempranas. Las somatizaciones –continúa el
experto- como consecuencia del estrés postraumático que
sufre un niño víctima de maltrato escolar, pueden ser
detectadas por el pediatra y llegar así al diagnóstico de
una situación que debe ser controlada cuanto antes.
Finalmente –apunta este especialista- el pediatra debe ser
un integrante importante de un equipo multidisciplinar
compuesto por profesionales de la salud mental y de la
educación”.
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