El sonido estruendoso de las piezas de artillería hizo
retumbar, a las once de la mañana, las instalaciones del
campo de tiro del Estrecho en el que la batería K-8 del
GACTA realizaba un ejercicio de tiro con fuego real. Un
total de cuarenta proyectiles, lastrados con hormigón y que,
por tanto, no explotan, fueron lanzados en las siguientes
dos horas.
Tras la llegada de las autoridades (el general Hortigüela,
el delegado del Gobierno y el presidente de la Ciudad
acompañado por algunos miembros del Ejecutivo), los
presentes fueron conducidos a campo abierto para presenciar
el ejercicio a escasos metros de las piezas que lanzaron su
munición de guerra hacia las aguas del Estrecho de
Gibraltar.
A pesar de que la climatología no acompañó, el fuego del
disparo y las columnas de agua que su impacto en el mar
provocaba fueron perfectamente visibles desde la atalaya de
este campo, ubicado en Benzú.
El objetivo del ejercicio es hacer blanco en una diana que
está formada por una serie de bidones que arrastra un
remolcador sujetos por una cuerda que mide 1.000 metros. A
pesar de que el buque ‘La Graña’ no estuvo presente en el
Estrecho, y por tanto, no hubo diana física, los operadores
del control de mando proporcionaron a los tiradores las
coordenadas establecidas para atinar en el hipotético blanco
ayudados por un oficial y dos suboficiales que estaban
situados en el acuartelamiento del monte Hacho.
La mecánica del ejercicio, aún cuando hay bidones para fijar
la diana, establece el trazado de una derrota, un rumbo, que
simula las dimensiones de una fragata de modo que aunque no
se haya hecho blanco real, el tiro puede haber sido óptimo
para hacer mella en el objetivo naval.
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