Carlos Arguiñano es una persona
que ejerce de vasco en todos sus programas. Pero, al mismo
tiempo, presume de lo español, de la exquisitez de su
cocina, de la bondad de sus productos, de sus compatriotas
cocineros, “los mejores del mundo”, de la singularidad de la
cocina española en todas sus regiones citándonos siempre una
relación de buenos restaurantes, desde las Islas Canarias
hasta las Baleares, pasando por Extremadura, Castilla La
Mancha, Castilla y León, Galicia, Cantabria… en todos los
lugares de la piel de toro, donde dispone de excelentes
amigos. Le falta (por lo menos nunca se lo hemos oído)
referirse a Ceuta y Melilla, aunque puede ser cuestión de
que algún Consejero de Turismo o Cultura se le ocurra
cualquier día la idea invitarlo y, estamos seguros que,
aparte de tener la oportunidad de conocerlo, disfrutaremos
de su cocina y ganaremos su confianza aprecio.
Otra de las cualidades que adornan al magnífico cocinero
vasco es su aprecio, aparte de sus compañeros de profesión,
por los demás, y raro es el programa en el que no se
refiere, alabando las labores que realiza cada uno en su
profesión, a sus “amigos” los pescadores, los agricultores,
los ganaderos, los conductores, o de cualesquiera otras
profesiones, resaltando las dificultades de cada cual para
el ejercicio de sus labores.
No deja pasar la ocasión, casi a diario, de citar a su
familia (esposa, hijos y nietos) y últimamente se refería a
su madre política, fallecida recientemente, a la que
recordaba con verdadero cariño y aprecio y de la que
alababa, aparte de sus virtudes como madre y abuela, sus
habilidades en la cocina.
Tampoco se olvida de su Real Sociedad de San Sebastián, en
horas bajas deportivamente hablando. Pero no todo son
tristezas, pues igual nos cuenta el chiste del león sordo
(aquel que se comió al músico cuando los demás leones
presenciaban el concierto que el mismo les estaba ofreciendo
por aquello de que la música servía para sosegar a las
fieras), ni su pasión por las motos recorriendo todos los
circuitos de España donde se celebran competiciones de este
tipo.
Por cierto, Arguiñano, el Circuito de Velocidad de Jerez de
la Frontera está a una hora y media, mas o menos, de Ceuta y
creo que aprovechando cualquier competición podría girarnos
una visita, en la que seguridad que sería provechosa para
nuestra Ciudad y para que V. la conociera y disfrutara de su
excelente cocina, que también aquí tenemos a un Aurelio del
Campo, con mas de cincuenta años de profesión, destacando su
restaurante primordialmente por sus pescados y mariscos, que
le podrá sorprender gratamente con algunos de sus exquisitos
platos.
Pero, a lo que vamos: hoy queríamos referirnos al menú de
Carlos Arguiñano “patatas rellenas” del que, aparte de
reconocer la sencillez con que se puede cocinar, nos hemos
quedado con el relleno de cebolla, jamón y champiñón, la
salsa de gelatina, de pimiento verde, crema de patatas con
perejil y otra salsa de yema con pimentón. O sea, un gustazo
antes de presenciar, siempre con noticias de crímenes,
guerras, inundaciones y demás calamidades, las tragedias del
telediario.
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