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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Castañas asadas
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Con el otoño me pasa como con el cerdo, que me gustan de él hasta los andares. ¡Ese lomo en manteca! ¡Esa zurrapilla con su unto coloráo! ¡Esas morcillas de arroz! ¡Esos choricillos picantes!. Mi páncreas se disparata tan solo con el recuerdo de las maravillas culinarias de nuestra inigualable e inimitable civilización occidental y comienzo a segregar insulina y a sentirme “muy” desfallecida, de pura necesidad, de ansías inenarrables de pegarle una buena dentellada a una tripa de salchichón ibérico. Me siento como la heroína romántica Margarita Gautier “La dama de las camelias” Aunque, servidora no sueña con hermosas flores blancas prendidas en el escote, por mi llevaría en el cuello de la camiseta una lasca de jamón de bellota para aspirar el olor y motivarme. Porque estoy a régimen y pasando más hambre que un lagarto detrás de una pita.

Psicológicamente, espiritualmente y para tener una adecuada autoestima “necesito” volver a poder embutirme en una talla 36-38, como Letizia Ortiz, aunque no vaya a comprarme, ni en el Corte Inglés de Marbella ni en el Cutre Inglés de Málaga los relamidos modeletes, en plan faldita y chaquetilla entallada que diseña el cursi de Felipe Varela. Ir empaquetada y llena de frunces no es mi estilo, ni me gusta enseñar las piernas cuando trabajo, porque no soy starlette sino pensadora de barriada, que es como decir la troje de la mies. ¿Qué si puedo comer derivados del trigo? No. Como mucho, tortitas tiesas de soja y galletas, que parecen embalsamadas, de arroz.

Y una vez a la semana tres castañas asadas, que son mi locura otoñal. Tan solo cuando comienzan a montar los puestecillos, allá en la Alameda Principal de Málaga y en la plaza de la Merced, tan solo entonces “siento” que llega la estación en la que comienzan a amarillear y a caer las hojas de las acacias que bordean mi callecita. Clarea la mañana, me siento en el escalón de mi puerta para rezar y en la maceta con pretensiones territoriales que es mi jardín, han comenzado a caer hojas muertas del castaño de la acera, ese que me da sombra todo el año. Me vienen olores a mares de octubre, más salinos, más frescos y los frutos del pomelo que planté hace ya quince años comienzan a amarillear. ¿Consideran ustedes que puede existir un Universo más perfecto? Pues si puede existir, porque, en lugar de orar comiéndome un desagradable yogur Vitalinea 0 calorías, podría hacerlo calentándome las manos con un buen cucurucho de periódico rebosante de castañas asadas, pilongas y perfumadas.

¿Qué dicen? ¿Qué me deje de ensoñaciones castañeras y les comente lo de la inquietud de Esteban Ibarra el presidente del Movimiento contra la Intolerancia? Pues si. El tal Ibarra que, para servidora que no trabaja, sino que debe vivir de las subvenciones que percibe por su “solidario” invento, el nota, está inquieto porque pregona un resurgimiento de la ultraderecha en España y dice que ya hay veintiún grupos registrados. ¿Y que? También comenta que existen quince mil ultras controlados por la policía. Pues muy bien. Supongo que también tendrán identificados y controlados a todos y cada uno de los cien mil cabrones proetarras que votan a Batasuna. Por identificar que no quede. Aunque lo lógico sería controlar e identificar también a todos y cada uno de los onegetistas que no tienen trabajo ni contrato laboral fino y que subsisten a base de subvenciones del erario público. Porque vivir y cobrar por practicar las virtudes lacrimosas como la compasión y la caridad me parece muy inmoral y muy indecente. “Nadie” puede recibir un salario por ser caritativo o bueno.

Porque, por esa regla de tres, todas las madres de familia y amas de casa que suelen ser buenas, generosas y estar muchas pluriempleadas, deberían percibir generosas pagas estatales por su esforzada y sacrificada labor. ¿Qué si a los ultras les dan paga? No. Esos van por libre y los hay de distintas y muy diversas sensibilidades. Porque la juventud es la juventud y les da por lo que les da. Y encima llega el tonto de Ibarra y les toca las palmas y les hace marketing “denunciando” que, estos grupos, sienten un “nacionalismo español exacerbado”. Lo dice el muy baboso como si “sentir” el nacionalismo español fuera una especie de extraña alteración social. ¡A lo que hemos llegado! A este paso, hasta el descansado Pepe Palillos ,que era el tonto oficial de Melilla y acompañaba desfiles y procesiones tocando unos palillos, hasta Pepe Palillos va a poder ser nombrado director académico de ICI-ICADE y fundar un anexo de tan prestigiosa universidad en Ceuta.

¿Qué si Esteban Ibarra come castañas en octubre? Me da lo mismo, porque, lo que coma lo hará a base de subvenciones y ayudas por dirigir y mantener su Movimiento contra la Intolerancia, ese movimiento que nunca se manifiesta en la puerta de la Generalitat de Cataluña ni aparece cuando se arman en Barcelona los estragos con la chusma okupa e independentista que practican el vandalismo. Ahí debería estar Esteban el Tolerante para predicar ante los cabestros. Pero no está. Ni se le ocurre. Ni se va a las Herriko Tabernas para afear su violencia a los de la kale borroka. No. El pontifica desde Madrid y fabrica fantasmas de diseño para asustarse de ellos. Y como está tan ocupado con sus fabulaciones acerca del repunte “ultra” no se le ocurre ni dejar de sufrir un rato y acercarse a comprar un cucurucho de castañas pilongas y metérselas entre pecho y espalda para aliviarse la zozobra y el canguele.

Grupos de extrema, más extrema y menos extrema derecha hay. Y luego están los skin , con su estética macarra, tuneados de paramilitares y que la lían en algún partido de fútbol en plan gamberro. ¿Pero saben una cosa? En Madrid tenían un problema grave con la proliferación de jóvenes delincuentes magrebíes, proliferación que fue contrarrestada con la llegada de los peligrosos grupos de sudamericanos, las maras. Sangre, sudor y lágrima ha costado semidesarticularlas. Pero todos esos maleantes extranjeros que utilizan nuestra España como laboratorio de pruebas para sus delitos tienen terror y pavor de los skin. Será porque son unos bestias. Que cosas tiene la vida…

Eso si, pese a la alteración y la congoja de Esteban Ibarra por el nacionalismo español exacerbado, he buscado y encontrado en internet páginas de movimientos, mayoritariamente juveniles, con una dialéctica en absoluto ofensiva ni violenta, al revés, se les ve con la pasión normal de la juventud, muy españoles, muy comprometidos, con ideales y con un punto de desesperación que a mi me parece doloroso. Se ve, se palpa, que “sienten” España, pero están terriblemente solos y van un poco a ciegas buscando puntos de referencia, una guía, alguien que les hable y les de esperanzas en que todo se va a arreglar en un futuro, que no se van a cargar nuestra España entre unos y otros, que continuaremos manteniendo, pese a las dificultades, nuestra Historia, nuestras raíces, nuestra religión y nuestra cultura.

Esos jóvenes de los foros de derechas se entusiasman cuando, como ha hecho Acebes, chapeau, no solo defiende nuestra tradición de las fiestas de Moros y Cristianos ante el miedo y el terror, sino que se dirige a la UNESCO para que sean consideradas patrimonio cultural de la Humanidad. Ni los jóvenes ni los mayores queremos vivir con miedo a que, si llevamos la contraria, o defendemos lo nuestro, nos maten. Porque así no se puede vivir.

¿Qué si los chicos y las chicas llamados “ultraderecha” comen castañas en otoño? Apuesten algo a que si, porque bastante tienen son soportar la carga de ser anametizados y condenados al ostracismo por malabarismos de la mala utilización del lenguaje y del marketing oportunista. Es muy ventajoso y resulta muy capitalizable agitar el fantasma de la “extrema derecha” ¿Es el ministro francés Sarzoky de extrema derecha? Pues no lo es. Es de derechas a secas. Pero si estuviera en España le calificarían de inmediato de “ultra” por haber expulsado a veinticinco mil ilegales con niños incluidos y ser una fiera en la defensa de la seguridad ciudadana y encima dándole varapalos a los jueces por su debilidad ante la peligrosa delincuencia juvenil. Sarzoky, para nuestro temeroso y amedrentado sistema de valores impuestos y de buenismo jiñado sería un “ultra” y sus seguidores, más ultras todavía. En Francia es sencillamente un buen profesional, que respeta las sensibilidades de los ciudadanos y hace a la perfección el trabajo por el que le pagan.

¿Qué si en España hay algún Sarkozy? No. Si lo hubiera aglutinaría y arrastraría al pueblo. Y entre el pueblo a esos chavales y chavalas que están perdidos y sin punto de referencia con su “nacionalismo español exacerbado”. Gracias por la frase. Yo no soy ultra nada, ni extremo nada, soy de la ciberderecha intelectual y neoconservadora y siento, proclamo, confieso y tengo en nacionalismo español exacerbado ¿Y quien me lo va a prohibir o a impedir? ¿El descansado Pepe Palillos o el ventajista Esteban Ibarra?. Eso si, cuando dicten una ley prohibiendo ser nacionalista española, porque no es políticamente correcto en una nación de naciones ni en un Estado de nacionalidades y de realidades nacionales, entonces seguiré siendo nacionalista española en la clandestinidad y besaré a escondidas mi roja y gualda y musitaré el nombre de España y, en las noches de otoño, me pondré un pasamontañas para meterme a grafitera y dibujar la palabra España por las paredes de mi ciudad. ¿Recuerdan el poema Libertad de Paul Eluard? “Escribo tu nombre, por las paredes de mi ciudad… Tu nombre, Libertad”.

Y, les prometo que, si llega ese momento y es octubre, me armaré con sprays rojos y amarillos y pintaré un enorme “España” en cada puesto de castañas que encuentre en la madrugada. No les pregunto si me entienden, les pregunto si me “sienten” ¿Me “sienten”, verdad?.
 

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