Dicen que el hombre es el animal
que tropieza dos veces en la misma piedra. Y, servidor, debe
ser uno de esos animales, tanto en cuanto, soy hombre.
Me había hecho la solemne promesa de no ver más el programa
de la Televisión Española en su primera cadena, esa que
pagamos todos los españoles, 59”.
Pues nada, me habré vuelto masoca, vuelvo a ponerlo y
termino asqueado de la enorme propaganda política que hacen,
cada uno de los intervinientes, dependiendo de quienes sean
los partidos de sus amores.
Lo que más gracia me hace, a parte de sentir vergüenza
ajena, es ver la cara que le echan al asunto, dando a
entender su total independencia a la hora de hacer sus
criticas, además de querernos tomar por retrasados mentales
a los telespectadores.
Uno de esos tertulianos, a los que un día le puede dar algo
malo, por el ardor que pone ,.en cada una de sus
intervenciones, en la defensa de la simpatías que siente por
su partido, es un tal Enric Sopena.
Para mi, perdonen la forma de señalar, que el tal Enric,
deberá llamarse Enrique en castellano. Bueno, al menos, eso
creo. Igual ando algo equivocado.
Es tal el ardor guerrero que pone en la defensa del partido
de sus simpatías, que todo el que no pertenezca a él, no
sabe lo que se pierde.
De verdad, aunque algunos no me quieran creer, estoy muy
preocupado por su salud que, un día, le da algo.
Es tal mi sufrimiento, por su culpa, en la creencia que le
puede dar algo que, la próxima vez, no creo que vuelva a
ocurrir, me dé por ver el programa, cuando vaya a intervenir
le llamo y trato de calmarle. So...pena que no me dejen
intervenir y, ya, mi responsabilidad por cuidar de su salud,
queda libre de toda culpa.
Oiga amigo guardia que, un día, le da algo a este hombre. No
se puede, usted, imaginar lo a pecho que se toma la cosas,
cuando se trata de defender alguna cuestión, que se tercie,
en defensa del partido de sus amores . Que no hay más
partido que el suyo y él es su máximo defensor. ¡Toma del
frasco, Carrasco!.
Cuando el hombre habla es cátedra, y no intente discutirle
sus intervenciones porque se puede jugar todas las penas del
infierno.
Suertecilla que tienen los que le contradicen porque el
infierno, ya sabemos todos que no existe.
Y más Suertecilla tenemos, todos aquellos que no comulgamos
con sus ideas, que no ocupe cargo alguno en ningún gobierno.
Mal lo íbamos a pasar.
Pero no crean que es él sólo el que defiende al partido de
sus amores, todos los intervinientes emplean el mismo ardor
guerrero a la hora en las que se les concede la palabra
largando contra el contrario. Manda...la cosa.
Servidor piensa, perdón por pensar que eso es sólo exclusivo
de las grandes “lumbreras” de mi pueblo, que viendo lo que
estoy viendo en las distintas cadenas, tanto pública como
privadas, estos comportamientos y los comportamientos de
algunos políticos, a igual que para ocupar un puesto de
escasa importancia se exigen unos mínimos estudios, cual es
el graduado escolar, para ser político se les debería exigir
unos mínimos estudios culturales y políticos.
Con ello, que duda cabe, nos evitaríamos, los sufridos
telespectadores, sentir vergüenza ajena con la intervención
de algunos personajillos, politiquillos de medio pelo. Y
pensar, y en esta ocasión no pido perdón por pensar ¿y es
este personajillo quien representa a mi pueblo?. ¿ Qué
pensarán los políticos de verdad y los hombres con cierta
cultura del resto de los habitantes de mi pueblo?.
A veces, me da pena decirlo, uno ve algunas intervenciones,
de estos personajillos, politiquillos de medio pelo, en
alguna cadena de televisión, que que es la mejor actuación
humorística que uno a visto en su vida. ¡Y mira, que por ser
hombre del espectáculo, he visto a grande humoristas!.
Ninguno, de ellos, es comparable a la actuación de estos
politiquillos de medio pelo, con un desconocimiento total
del asunto, haciendo el mayor de los ridículos a la hora de
enfrentarse a ellos. De pena.
Oiga, amigo guardia, y no les importa lo más mínimo hacer el
ridículo ante miles de personas. Es más, tienen el
convencimiento que, después, de ellos el diluvio universal.
Mientras muestra un desconocimiento enorme en la defensa que
deben hacer en el asunto a tratar, se creen unos “castelares”,
mientras le pegan unas enorme patadas al diccionario de la
lengua española.
Hasta cuándo tendremos que soportar, en los distintos
pueblos que conforman España, a estos personajillos,
politiquillos de medio pelo que por su forma de comportarse
como unos ineptos totales, sin preparación alguna, sean los
que representa a todo un pueblo, para vergüenza de ese
pueblo.
Mi palabra es sagrada, y doy mi palabra que no volveré a ver
esa clase de programas, donde intervengan esa clase de
periodistas.
Y, por supuesto, los de esos politiquillos de medio pelo,
para no sentir vergüenza ajena.
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