Quizás en sus inicios el ‘Día de la Mochila’ fuera una
fiesta totalmente religiosa pero es innegable que
actualmente el ocio predomina sobre el componente ritual.
Esta festividad simboliza como ninguna el encuentro del
habitante de la urbe con el campo. En muchas ciudades la
separación entre la ciudad y el entorno rural es amplia pero
en Ceuta no lo es tanto y posiblemente sea ese uno de los
elementos que hagan que la celebración perdure. El primero
de noviembre es el día en el que los caballas toman el campo
y la playa y dejan atrás la ciudad, lugar habitual de la
vida social y laboral de todos.
Una fiesta donde la naturaleza tiene una presencia tan
importante necesita una serie de efectivos que la
salvaguarde y como cada año hay un operativo especial de los
cuerpos médicos, de bomberos y seguridad.
No cabe un alfiler. Seguramente, como cada año esta será la
mejor forma de describir el estado del Monte Hacho o del
área de García Aldave, los lugares de concentración por
excelencia del ‘Día de la Mochila’.
Un asiduo de esta celebración, el presidente de la
asociación ceutí Septem Nostra, José Manuel Pérez, explicó
que no hay ningún secreto a la hora de elegir un sitio donde
pasar el día.
Origen
El presidente de Septem Nostra recuerda con cariño como
disfrutaba del ‘Día de la Mochila’ de pequeño: “Es el día de
la familia, recuerdo como mi madre me hacía el petate y me
metía bolsas con almendras, nueces, castañas y fruta”.
Pérez, que preside esta asociación que tiene entre sus fines
la protección y el ensalzamiento del patrimonio cultural de
la Ciudad Autónoma, explicó que esta festividad deriva del
Día de Todos los Santos. “La visita a los difuntos es algo
que se remonta muchos años atrás, pero a principios del
siglo XIX cuando los transportes no estaban tan
desarrollados era costumbre aprovechar el día visitando los
cementerios y comiendo allí”, aseveró.
Como suele ocurrir muchas veces con las tradiciones que
vienen de lejos en el tiempo circulan varias versiones sobre
los origenes de esta. La otra versión tiene que ver con la
visita a los presos del Monte Hacho.
En tiempos del franquismo el Monte Hacho albergaba una
cárcel con 200 reclusos. Según parece el Día de Todos los
Santos y Difuntos era el único del año en el que los
reclusos que habían demostrado un mejor comportamiento
podían salir al campo a pasar la jornada con sus familiares
en las proximidades del monte.
“Es de las costumbres más típicas de Ceuta, explicó el
presidente de Septem Nostra y al ser algo singular tiene un
significado especial”, apostilló Pérez. Esta festividad ha
sido muy bien acogida por las nuevas generaciones caballas
que se han identificado con ella y acuden en masa tanto al
monte como a la playa.
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