En esta vida, las ayudas
prestadas, en determinados momentos, tienen su recompensa. Y
así, de esa forma, el cine español va a tener su recompensa
con la Ley del Cine que el Gobierno pretende aprobar en los
próximos meses.
De algo han válido aquellos letreritos de “NO A LA GUERRA”
que portaban los cómicos españoles, en aquella bochornosa
entrega de los premios Goya.
Lo malo que tienen estas cosas que el “NO A LA GUERRA”, era
sólo y exclusivamente para el asunto de Irak que contó con
el apoyo del Partido Popular, porque para otras guerras,
donde se encuentran soldados españoles, jamás existió el
mencionado letrerito como, si en esas guerras, no tirasen
con balas y sólo se disparasen peladillas y algún que otro
caramelito de menta y limón.
Para mejorar la situación económica por la que atraviesa la
industria del cine español, esa nueva ley ha sido acogida
con el aplauso de la gente del cine que ven, en ella, la
solución a sus problemas.
La cosa, al parecer, consiste en la imposición de tasas para
gravar las licencias de doblaje de las producciones
extranjeras, su reproducción en DVD y el precio de las
entradas del cine. Manda tela la película que se han montado
porque, esto, si que es una película para no dormir.
Los cómicos españoles acusan de todos sus males a la fuerte
competencia de la industria cinematográfica de los
américanos de América, que ya se sabe que son una jartá de
malos.
El cine español, por mucho que digan los integrantes del
mismo, con chapitas en las solapas incluidas, no tiene sus
males ni en las grandes superproducciones de los américanos
de América ni en ninguna película que nos llegue del
extranjero.
El mal está, simple y llanamente en el escaso interés que
las películas españolas despiertan en el expectador porque,
algunas de ellas, son malas con avaricia y, siempre, tocando
los mismos temas, sexo droga o el señor mayor con alto cargo
enamorado de algún chaval.
No olviden los cómicos españoles que el veinte por ciento de
los espectadores españoles, abandonaron las salas de
proyecciones antes de terminar algunas películas. Como decía
la “Bombi”, personaje creado por el programa “Un, Dos, Tres”
Por algo será.
Sin embargo, cuando las películas son buenas, como es el
caso de las que realiza Almodóvar se llenan las salas y
nadie abandona su butaca hasta que la película no ha
finalizado.
O otro de los casos, como las películas de Santiago Segura,
que no son nada del otro mundo y baten records de taquilla.
Por la sencilla razón de que el público, al menos, se
divierte y no le dan que pensar o aburrirse viendo los
mismos temas una y otra vez e interpretaciones que son para
llorar de unos actores que creen que el público es sordo y
más que hablar gritan y, en la mayoría de las ocasiones, con
un lenguaje soez pegándole mil patadas al diccionario de la
lengua española.
Que me parece muy bien que se proteja a la industria
cinematográfica española pero, al menos, que esa protección
que se le va hacer con la nueva ley, sea para que hagan
películas que despierten el interés del espectador y, estos,
no tengan que abandonar las salas de proyecciones sin
terminar de ver un bodrio.
Y en el caso de que a esa ayuda se le sume algo en metálico,
salido del bosillo de todos los españoles, se les exija un
mínimo de garantía de que la película va a despertar el
interés de los espectadores y, que no valgan sólo para
pagarles unos caprichitos a quienes juegan a productores,
directores e interpretes de un bodrio, sabiendo que tienen
asegurado el asunto económico.
El que quiera jugar a ser productor que se juegue su dinero
y no el mio porque, servidor, sólo contribuye pagando su
entrada para ver una buena película.
Si esto, como parece, se lleva a cabo con la aprobación de
esa ley próxima a salir, donde al espectador que quiera ver
una película extranjera antes que un bodrio español con los
mismos temas, le va a costar más la entrada no le va a
sentar muy bien el asunto.
Y, además, casi estoy por asegurar, que aunque haya que
pagar más por ver una película extranjera, el personal lo
pagará antes de tener que soportar el aburrimiento y el
tener que salirse de la sala de proyección antes de que
termine la película.
Creo que con esa medida, no van a conseguir más, que cabrear
al espectador que tenga que pagar algunos euros más por ver
una película extranjera.
Y conociendo al pueblo español, en cuanto vean esa
imposición de tener que pagar más por ver una película
extranjera, menos va a asistir a una película española, a no
ser que sea una gran película.
Ya lo dice la canción “el que quiera peces que...”. Lo que
tiene que hacer la industria cinematográfica española es
realizar buenas películas que despierten el interés y no
aburran al espectador ¿O no?
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