Puente de la Hispanidad que no
españolidad, dos cosas bien diferentes a pesar de que hablen
de un origen común. Mientras la españolidad habla de los
genuinamente español, lo segundo es, según define la Real
Academia de la Lengua, como el “carácter genérico de todos
los pueblos de lengua y cultura hispánica”. Doble
celebración. Porque no está el panorama como para dejar
pasar ninguna fiesta. Estamos faltos de fiestas conjuntas y
de espíritu lúdico del verdadero. Aunque hay, por lo menos
20.000 personas que han captado el mensaje y se han decidido
a cruzar el Estrecho y a pasar un puente de vacaciones tanto
en la Península como en Ceuta, cuyas playas amanecían ayer
repletas de caballas apurando los últimos rayos de sol de
este ‘veranillo de San Martín’ que parece eterno (y que
dure). Turistas para Ceuta y ceutíes de turismo en la
Península. Y desfile en Madrid con la presencia de sólo
siete presidentes autonómicos, entre ellos Juan Vivas. La
escasa asistencia se asume no sin cierta abnegación, pero en
fin, cada uno es muy libre de representar a su autonomía
como quiera (aunque luego es curioso ver a los jefe de los
ejecutivos en otras reuniones más rentables).
Ya lo dice Miguel Fábrega que “el movimiento se demuestra
andando” y que la solidaridad hay que hacerla patente cuando
hace verdadera falta. De esta manera, la Ciudad Autónoma ha
ofrecido al Gobierno canario tener en acogida a tres menores
procedentes de sus saturados centros de residentes. Y eso
que las instalaciones ceutíes están a puntito de superar su
capacidad máxima. Es un gesto a tener en cuenta, dejando de
lado signos políticos e historias varias.
Probablemente estos tres chavales celebren el Día de la
Hispanidad dentro de unos años, cuando entiendan, si así lo
deciden, la enorme vinculación entre los pueblos hispanos
esparcidos por el planeta, que comparten lengua, algunas
tradiciones, valores y sobre todo, el deseo de crecer y
expandirse.
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