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OPINIÓN - JUEVES, 12 DE OCTUBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La comitiva más esperpéntica de Ceuta

La línea de refuerzo que sube desde el centro hasta la barriada del Príncipe vivió ayer una jornada tranquila. Sobre todo de dos a tres de la tarde, franja en la que, hasta hace dos días, conductores y pasaje viajaban atemorizados. Insultos, vejaciones y rotura del mobiliario han sido el pan nuestro de cada día. Estos sucesos casi motivan una nueva suspensión de un la línea de apoyo ante el miedo y la impotencia en que trabajaban los profesionales de la empresa de autobuses. De “jóvenes asilvestrados” los calificó el delegado del Gobierno recientemente quizá para quitar hierro al asunto. Pero el asilvestramiento tiene un límite que casi se podía haber convertido en desgracia si uno de esos chavales se hubiera comido una farola mientras viajaba en el techo del vehículo.

La Ciudad ha dispuesto un dispositivo de seguridad que no será eterno: una furgoneta de la UIR y un coche patrulla acompañan a diario el autobús durante una hora. Es una comitiva casi esperpéntica porque hablamos de un vehículo en el que, prácticamente, todos los viajeros son niños; ¡ah! y un grupo de asilvestrados que hacen imposible el trayecto. Niños a los que escolta la UIR porque otro grupo de niños sólo piensa en estorbar. La razón es desconocida aunque algo tendrá que ver con la educación (o la falta de), con la creencia de que la impunidad les protegerá y con las pocas expectativas de futuro que albergan sus pequeñas cabezas en las que debería entrar un libro o un buen disco. La revolución no se hace así. Los jóvenes tienen otras inquietudes. Todas las fuerzas invertidas en atemorizar a un conductor de autobús podrían dedicarse a tantas cosas productivas... que la imaginación tendría que estirarse hasta límites insospechados.

Pero es más fácil utilizar esta vía de escape y más inmediato, lo que provoca una situación próxima al surrealismo: un autobús público escoltado por la Policía Local. ¡Qué divertido!
 

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