Cuando vemos esos ataques a los
autobuses de línea, a la Policia Nacional y Guardia Civil en
la frontera este último como consecuencia de la detención
del “presunto” asesino de la niña Suhaila, los incidentes de
la Barriada San Daniel con la Policia Local, etc. etc., la
mayoría de estos incidentes provocados y llevados a cabo por
jóvenes ceutíes de religión musulmana, nos preguntamos si
tales actuaciones corresponden a señales de protesta o de
queja por sentirse discriminados o exentos de cualquier otro
derecho del que disponemos los ciudadanos residentes en
Ceuta, cuestión que ponemos en duda. Y vemos, si se trata de
quejarse o de manifestar oposición al gobierno de la nación
o de la Ciudad Autónoma para exponer su descontento, que no
hay motivo para ello al quedar palpable que a todos los
servicios o prestaciones de la Administración tanto local
como estatal (sanidad, enseñanza, vivienda, desempleo,
becas, cultura, bienestar social, atención a la mujer, etc.
etc.) tienen acceso y derecho ya que están creados para
beneficio de la ciudadanía en general. Luego entonces nos
preguntamos, con estas acciones violentas, algaradas o
enfrentamientos contra los autobuses de línea y miembros de
los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ¿de qué se
quejan?.
Por otro lado, existen asociaciones juveniles, con el
Consejo Sectorial de la Asamblea a la Cabeza, como el
Consejo de la Juventud, Nuevas Generaciones, Secretaria de
la Juventud de CC. OO., Juventudes Socialistas y Jóvenes
Demócratas, aparte de los partidos políticos con
representación en Ceuta, dos de ellos, UDCE y PDSC, de corte
musulmán cuyos líderes tanto Mohamed Ali como Mustafa
Mizzian vienen demostrando su entrega y dedicación en pro de
la ciudadanía musulmana, por desgracia, es cierto, la menos
favorecida, a través de los cauces democráticos y legales
establecidos en nuestra legislación en el seno de la
Asamblea, todos de libre afiliación y con la opción de
elegir su participación en la entidad que se desee según la
inclinación política de cada cual, en cuyos órganos se
pueden plantear las iniciativas, reivindicaciones y
necesidades que se estimen procedentes, aparte también de
poder hacerlo a través de las Asociaciones de Vecinos que
para eso han sido constituidas.
Es lógico preguntarse, también, ¿si no sería mejor que estos
jóvenes, caso de que el motivo de sus acciones violentas
sean consecuencia de su situación de desempleados, se
dedicaran a través de las entidades antes citadas o también
de la UNED, del Instituto de Idiomas, del Ceutí de Deportes,
de las clases nocturnas y del Conservatorio de Música, a
plantear sus reivindicaciones y a mejorar su nivel cultural,
profesional o físico asistiendo a cursos la mayoría de ellos
de carácter gratuito o subvencionados con becas locales o
estatales (o a colaborar con las beneméritas instituciones
de la Cruz Roja o Media Luna Roja para el mejoramiento de
vida de los más necesitados) buscando en todo momento la
concordia, la tranquilidad y, en definitiva, el bienestar
común entre todos los ciudadanos de Ceuta para hacer real el
entendimiento y la verdadera convivencia en paz de cuantos
tenemos la dicha de haber nacido o elegido esta tierra para
vivir o morir cuando el Todopoderoso nos llame a su seno?
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