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OPINIÓN - MARTES, 10 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Romance de valentía
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Me gustan la copla y los polvorones ecijanos marca “El Santo Cristo amarrado a la columna”. Me gustan las botellas de anís del mono de toda la vida para rascarlas en las Navidades con un tenedor y cantar villancicos andaluces al son de los campanilleros. Me gusta España. Amo a España y pienso en ella con un sentimiento casi orgánico, que me sube por las tripas y acaba en el corazón. Soy española y ni a mis padres, ni a mis abuelos, el tío José y su sempiterna viuda la señora Emilia, nos han regalado las nacionalidades por ventajismo o por medroso oportunismo. España con eñe.

Y siento latir en mi ADN cada instante de la magia profunda de mi historia y de mi religión que es mi cultura. Será por eso y como tributo a la libertad de opinión y de expresión que consagran mis lindas leyes occidentales, por lo que me cago en todos los muertos de las selecciones de futbol catalana y vasca y en la madre que parió al mamarracho Ibarreche y a su coleguita en tareas independentistas el renegado Maragall.

Y, por cierto “Una dalia guardaba Sevilla, en el parque de los Montpensier, ataviada con blanca mantilla, parecía una rosa de te…” ¿Es que no les motiva y les encanta el romance de María de las Mercedes? “María de las Mercedes…No te vayas de Sevilla, que en nardo trocarse puede, el clavel de tus mejillas…” Miren, miren, los pelos se me ponen como escarpias y se me empañan, por la emoción, mis gafillas para la vista cansada. ¿Qué alguno no conoce la canción? Pues que venga a mi villa Solita que se la canto y escenifico, para que la aprenda, porque, tenemos que conocer “lo nuestro” a tope, segundo por segundo, milímetro a milímetro y tradición por tradición, para atesorarlo en el alma y transmitírselo a nuestros hijos y ellos a sus hijos. Y ahora más que nunca, porque corremos el peligro de que se nos rompa España, las regiones se miran con recelo y antipatía y los Gobernantes echan más leña al fuego por debilidad e ignorancia. Se lo confieso a ustedes, para que gobierne el Zetapé con sus mediocres, prefiero votarle directamente a Polanco que, hoy por hoy, es el hombre más poderoso de España y quien mueve la batuta ideológica socialista a través de El País. Si Polanco manda, mejor que sea él quien presida de cara a la galería, al menos es rico, sinuoso e inteligentísimo, nada que ver con los pamplineros oficiales salidos de esas urnas depositarias de las temblorosas papeletas de electores jiñados por la amenaza terrorista islámica.

Votaron y se equivocaron. A la vista está. Aunque ya, desde los tiempos del PP se advirtió por activa y por pasiva del peligro de las políticas linguísticas catalana y vasca. Muchos periodistas nos desgañitamos enfurecidos denunciando el lavadero de cerebro que eran las tristemente famosas ikastolas vascas, donde se radicalizaba a los más pequeños y se les envenenaba y envenena el alma con falsedades e inventos. Mientras, en Cataluña, algunos peperos combatían en vano la feroz batalla emprendida por Convergencia y Unión contra el español. Pero en Génova 13 pasaban tres pueblos, una autonomía y una nacionalidad histórica, ante la incredulidad de quienes les votábamos y votamos. ¿No recuerdan? Los palmeros mediáticos de Pedro J. y El Mundo, que eran “la voz de su amo” del PP, dedicaban, a partir de 1999 todas y cada una de sus portadas al principal enemigo de la democracia, que no eran los nacionalismos independentistas, ni tan siquiera la ETA, ni una inmigración que ya era preocupante ,no, el enemigo era el gordo Jesús Gil y Gil porque arrebataba escaños por donde pasaba con un populismo grosero y populachero, pero capaz de despabilar a la aburrida, hastiada y conformista ciudadanía. Jesús Gil fue un monstruito parido por Génova 13 por la frialdad de Aznar, por su lejanía de los problemas “reales” de la ciudadanía. También por el sentimiento cierto de los españoles de que, el Partido Popular era un coto cerrado, donde los puestos de caza ya estaban asignados y repartidos y no cabía nadie más.

Hago autocrítica. Y más aún desde que contemplé el lastimoso, cerril y repugnante espectáculo de independentismo del partido entre vascos y catalanes, con sus fúnebres himnos regionales, con sus “Puta España” y “Putos los españoles”, con sus banderas con las que me limpio directamente el culo, con perdón de la expresión, es decir, que pido disculpas por nombrar crudamente la utilización escatológica que hago de las banderolas, en ningún momento por el absoluto desprecio que siento hacia ellas. Una bandera, un trapo o unas bragas de lunares que se agiten “contra” España, pasan a ser para mí harapos enemigos y, los harapos, se arrojan a los vertederos o se les regalan en fardos a esos pobrecitos ex drogadictos que se hacen llamar “Los traperos de Emaús” y que pasan por las casas recogiendo deshechos a reciclar. Pero la furia y el extremismo independentista no son achacables, ni a Zetapé ni a los socialistas, estos lo que han hecho ha sido darles alas y poner la guinda sobre el pastel. Todo comenzó a fraguarse muchos años antes y todo ha podido evitarlo el PP de haber aplicado a los nacionalismos, cuyas cuentas, subvenciones y gastos, suelen ser bastante opacos, la estrategia de acoso y derribo emprendida contra el obeso Gil. No merecía tal despliegue mediático un alcalde de pueblo, mejor hubiera sido que El Mundo hubiera escarbado en las cloacas de los dineros nacionalistas y les hubieran echado encima al Tribunal de Cuentas a la EDOA y a la UDYCO y ¡Todos al talego! ¿O es que, por conveniencias políticas, no deseaban los gobernantes del PP acorralar a los nacionalismos?. Perdieron oportunidades de oro de que acabaran todos entre rejas, perdieron el tren en su virulenta, ridícula y maniática cruzada contra un gilismo que era la nada absoluta y que se podía haber neutralizado y vencido, con unas simples pinceladas de simpatía, acercamiento y populismo, por parte de los, a menudo gélidos y displicentes, mandamases populares…

¡Que amargamiento el haber estado tantos años gobernando y haber perdido tantas oportunidades! Eso si, la foto de las Azores me reconcilió con Aznar en parte, porque al menos se le veía la sensatez de tener buenas amistades y tratarse con personas de respeto y no con gentuza. A esa foto le llamo yo, que soy cañí hasta la médula “Romance de Valentía”. Pero al PP, que es a quien voto, se le veía siempre desde la distancia, numerus clausus, no querían nuevas adquisiciones, como no fuera algún pijo del carajo “hijo de” o apellido rimbombante, el resto de los afiliados, a pegar sobres o de compromisarios en las mesas electorales en plan kleenex ideológico : usar e ignorar. Aunque el que estuviera pegando los sobres tuviera más formación e infinitamente más valía que cualquiera de los oficiosos chupapollas que se permiten entrar en los despachos sin tocar en la puerta. Es más, faltaba en las sedes del PP un cartel que pidiera en épocas preelectorales: “Se necesitan afiliados. No importa el currículum. Se exige una sola legua: es para pegar sellos”.

¿Qué se pensaban? ¿Qué iban a hacer un casting para elegir buena gente para las listas? ¡Amos anden! ¡Los casting para Operación Triunfo! Las listas atadas y bien atadas. Hasta que la voluntad popular las desate.

El romance de la reina María de las Mercedes y Alfonso XII “Y un idilio de amor, empezó a sonreír, mientras tocaban en tono menos, las campanitas del Guadalquivir…” Pienso en la política y en los políticos y siento regusto de hiel y acíbar, pienso en coplas y en romances y ese desencanto exógeno, que suena a tonadilla de desengaño, se empieza a evaporar.

Porque, quienes realmente son kleenex suenamocos son “ellos”, una simple circunstancia histórica y nuestra España ha sobrevivido a muchos desastrosos, corruptos e impresentables gobernantes, los españoles somos agua: nos amoldamos. Y, si nuestro inmenso océano potencial de sueños, ilusiones y esperanza no cabe en la taza de te de un partido político, la culpa no es de la taza de te : es demasiado pequeña para abarcar tal inmensidad.

Cantaban los niños madrileños de antaño un romance hecho poesía “¿Dónde vas, Alfonso XII, donde vas, triste de tí?. Voy en busca de Mercedes que ayer noche no la vi…” ¿Cómo se va a estar desesperanzada cuando se “siente” España?. No lo olviden, el Romance de valentía es, simplemente, un océano y una taza de te.
 

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