Me gustan la copla y los
polvorones ecijanos marca “El Santo Cristo amarrado a la
columna”. Me gustan las botellas de anís del mono de toda la
vida para rascarlas en las Navidades con un tenedor y cantar
villancicos andaluces al son de los campanilleros. Me gusta
España. Amo a España y pienso en ella con un sentimiento
casi orgánico, que me sube por las tripas y acaba en el
corazón. Soy española y ni a mis padres, ni a mis abuelos,
el tío José y su sempiterna viuda la señora Emilia, nos han
regalado las nacionalidades por ventajismo o por medroso
oportunismo. España con eñe.
Y siento latir en mi ADN cada instante de la magia profunda
de mi historia y de mi religión que es mi cultura. Será por
eso y como tributo a la libertad de opinión y de expresión
que consagran mis lindas leyes occidentales, por lo que me
cago en todos los muertos de las selecciones de futbol
catalana y vasca y en la madre que parió al mamarracho
Ibarreche y a su coleguita en tareas independentistas el
renegado Maragall.
Y, por cierto “Una dalia guardaba Sevilla, en el parque de
los Montpensier, ataviada con blanca mantilla, parecía una
rosa de te…” ¿Es que no les motiva y les encanta el romance
de María de las Mercedes? “María de las Mercedes…No te vayas
de Sevilla, que en nardo trocarse puede, el clavel de tus
mejillas…” Miren, miren, los pelos se me ponen como
escarpias y se me empañan, por la emoción, mis gafillas para
la vista cansada. ¿Qué alguno no conoce la canción? Pues que
venga a mi villa Solita que se la canto y escenifico, para
que la aprenda, porque, tenemos que conocer “lo nuestro” a
tope, segundo por segundo, milímetro a milímetro y tradición
por tradición, para atesorarlo en el alma y transmitírselo a
nuestros hijos y ellos a sus hijos. Y ahora más que nunca,
porque corremos el peligro de que se nos rompa España, las
regiones se miran con recelo y antipatía y los Gobernantes
echan más leña al fuego por debilidad e ignorancia. Se lo
confieso a ustedes, para que gobierne el Zetapé con sus
mediocres, prefiero votarle directamente a Polanco que, hoy
por hoy, es el hombre más poderoso de España y quien mueve
la batuta ideológica socialista a través de El País. Si
Polanco manda, mejor que sea él quien presida de cara a la
galería, al menos es rico, sinuoso e inteligentísimo, nada
que ver con los pamplineros oficiales salidos de esas urnas
depositarias de las temblorosas papeletas de electores
jiñados por la amenaza terrorista islámica.
Votaron y se equivocaron. A la vista está. Aunque ya, desde
los tiempos del PP se advirtió por activa y por pasiva del
peligro de las políticas linguísticas catalana y vasca.
Muchos periodistas nos desgañitamos enfurecidos denunciando
el lavadero de cerebro que eran las tristemente famosas
ikastolas vascas, donde se radicalizaba a los más pequeños y
se les envenenaba y envenena el alma con falsedades e
inventos. Mientras, en Cataluña, algunos peperos combatían
en vano la feroz batalla emprendida por Convergencia y Unión
contra el español. Pero en Génova 13 pasaban tres pueblos,
una autonomía y una nacionalidad histórica, ante la
incredulidad de quienes les votábamos y votamos. ¿No
recuerdan? Los palmeros mediáticos de Pedro J. y El Mundo,
que eran “la voz de su amo” del PP, dedicaban, a partir de
1999 todas y cada una de sus portadas al principal enemigo
de la democracia, que no eran los nacionalismos
independentistas, ni tan siquiera la ETA, ni una inmigración
que ya era preocupante ,no, el enemigo era el gordo Jesús
Gil y Gil porque arrebataba escaños por donde pasaba con un
populismo grosero y populachero, pero capaz de despabilar a
la aburrida, hastiada y conformista ciudadanía. Jesús Gil
fue un monstruito parido por Génova 13 por la frialdad de
Aznar, por su lejanía de los problemas “reales” de la
ciudadanía. También por el sentimiento cierto de los
españoles de que, el Partido Popular era un coto cerrado,
donde los puestos de caza ya estaban asignados y repartidos
y no cabía nadie más.
Hago autocrítica. Y más aún desde que contemplé el
lastimoso, cerril y repugnante espectáculo de
independentismo del partido entre vascos y catalanes, con
sus fúnebres himnos regionales, con sus “Puta España” y
“Putos los españoles”, con sus banderas con las que me
limpio directamente el culo, con perdón de la expresión, es
decir, que pido disculpas por nombrar crudamente la
utilización escatológica que hago de las banderolas, en
ningún momento por el absoluto desprecio que siento hacia
ellas. Una bandera, un trapo o unas bragas de lunares que se
agiten “contra” España, pasan a ser para mí harapos enemigos
y, los harapos, se arrojan a los vertederos o se les regalan
en fardos a esos pobrecitos ex drogadictos que se hacen
llamar “Los traperos de Emaús” y que pasan por las casas
recogiendo deshechos a reciclar. Pero la furia y el
extremismo independentista no son achacables, ni a Zetapé ni
a los socialistas, estos lo que han hecho ha sido darles
alas y poner la guinda sobre el pastel. Todo comenzó a
fraguarse muchos años antes y todo ha podido evitarlo el PP
de haber aplicado a los nacionalismos, cuyas cuentas,
subvenciones y gastos, suelen ser bastante opacos, la
estrategia de acoso y derribo emprendida contra el obeso
Gil. No merecía tal despliegue mediático un alcalde de
pueblo, mejor hubiera sido que El Mundo hubiera escarbado en
las cloacas de los dineros nacionalistas y les hubieran
echado encima al Tribunal de Cuentas a la EDOA y a la UDYCO
y ¡Todos al talego! ¿O es que, por conveniencias políticas,
no deseaban los gobernantes del PP acorralar a los
nacionalismos?. Perdieron oportunidades de oro de que
acabaran todos entre rejas, perdieron el tren en su
virulenta, ridícula y maniática cruzada contra un gilismo
que era la nada absoluta y que se podía haber neutralizado y
vencido, con unas simples pinceladas de simpatía,
acercamiento y populismo, por parte de los, a menudo gélidos
y displicentes, mandamases populares…
¡Que amargamiento el haber estado tantos años gobernando y
haber perdido tantas oportunidades! Eso si, la foto de las
Azores me reconcilió con Aznar en parte, porque al menos se
le veía la sensatez de tener buenas amistades y tratarse con
personas de respeto y no con gentuza. A esa foto le llamo
yo, que soy cañí hasta la médula “Romance de Valentía”. Pero
al PP, que es a quien voto, se le veía siempre desde la
distancia, numerus clausus, no querían nuevas adquisiciones,
como no fuera algún pijo del carajo “hijo de” o apellido
rimbombante, el resto de los afiliados, a pegar sobres o de
compromisarios en las mesas electorales en plan kleenex
ideológico : usar e ignorar. Aunque el que estuviera pegando
los sobres tuviera más formación e infinitamente más valía
que cualquiera de los oficiosos chupapollas que se permiten
entrar en los despachos sin tocar en la puerta. Es más,
faltaba en las sedes del PP un cartel que pidiera en épocas
preelectorales: “Se necesitan afiliados. No importa el
currículum. Se exige una sola legua: es para pegar sellos”.
¿Qué se pensaban? ¿Qué iban a hacer un casting para elegir
buena gente para las listas? ¡Amos anden! ¡Los casting para
Operación Triunfo! Las listas atadas y bien atadas. Hasta
que la voluntad popular las desate.
El romance de la reina María de las Mercedes y Alfonso XII
“Y un idilio de amor, empezó a sonreír, mientras tocaban en
tono menos, las campanitas del Guadalquivir…” Pienso en la
política y en los políticos y siento regusto de hiel y
acíbar, pienso en coplas y en romances y ese desencanto
exógeno, que suena a tonadilla de desengaño, se empieza a
evaporar.
Porque, quienes realmente son kleenex suenamocos son
“ellos”, una simple circunstancia histórica y nuestra España
ha sobrevivido a muchos desastrosos, corruptos e
impresentables gobernantes, los españoles somos agua: nos
amoldamos. Y, si nuestro inmenso océano potencial de sueños,
ilusiones y esperanza no cabe en la taza de te de un partido
político, la culpa no es de la taza de te : es demasiado
pequeña para abarcar tal inmensidad.
Cantaban los niños madrileños de antaño un romance hecho
poesía “¿Dónde vas, Alfonso XII, donde vas, triste de tí?.
Voy en busca de Mercedes que ayer noche no la vi…” ¿Cómo se
va a estar desesperanzada cuando se “siente” España?. No lo
olviden, el Romance de valentía es, simplemente, un océano y
una taza de te.
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