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OPINIÓN - DOMINGO, 8 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Carceleras otoñales
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Qué cual es mi estado físico y psíquico en este domingo otoñal? Gracias por la pregunta y quedo muy reconocida por su interés, pero estoy derrengá después de la movida semanal . Seguramente como todos ustedes, a quienes, un par de días cortos de asueto, no bastan para recargar las baterías. Pero también apuesto lo que quieran a que no han tenido que hacer en una jornada un ida y vuelta a la cárcel de Madrid VI que se encuentra en Aranjuez, que está allá donde Cristo pegó las tres voces.

Aranjuez. Que voy que vengo. A ese y a otros largos trayectos realizados en un día les llamábamos mi hijo mayor Gabriel Pineda de las Infantas y yo un “mete y saca” porque metes el pie en el acelerador y a la vuelta lo sacas. Salí a una hora prudencial, en el precario vehículo de un amigo de mi hijo mayor, que me acompañó para ir charlando con su colega y que no se quedara transpuesto al volante, son seis horas. Te pongas como te pongas, tanto Málaga-Madrid como Málaga-Alicante son seis horas, con la primera parada y fonda en el área de los Abades a la ida, un área que parece una nave industrial hortera y a la que no pienso volver porque han quitado la zona de fumadores y los pastelillos píos nonos que sirven están demasiado mojados. Que jodan a los Abades y a cuantas feas y cutres áreas-gasolineras prohíban el sacrosanto derecho de encender un chestercito y descansar echándose un piti. Mi dinero no lo van a ver ni en fotocopia, porque yo gasto mis euros, trabajosamente ganados, en un lugar donde me respeten como ser humano y donde sean lo suficientemente libres y transgresores como para pasarse por la ingle peluda las leyes restrictivas de Estado-policial con las que, estos profesionales porculeros de la buena conciencia, que nos gobiernan quieren “salvarnos”. ¡Ya está bien de salvadores, de salvapatrias y de salvapulmones ajenos! Que inmenso hastío y que aburrimiento mortal me provocan…

Total, que, las siguientes dos o tres veces antes de llegar al Centro Penitenciario a visitar a un paisano mío, nos fuimos parando en ventitas, en bares de carretera sin pretensiones, donde te dejan fumar y encima puedes degustar productos autóctonos que no van envueltos en plástico y que pueden tener cagarrutas de mosca pero no venenos tipo conservantes y antioxidantes.Málaga-Granada-Jaén-Bailén, las curvas de Despeñaperros, la frontera natural de la tierra de María Santísima, que no de la del imán de la mezquita de la calle La Unión de Málaga que es un apóstata renegado del cristianismo llamado Félix Herrero, al que le tengo gato desde hace tiempo y que me está buscando boca y me la va a encontrar, aunque darle una garbañá no se la daré, porque me da asco tocar a un renegado, en eso soy igualita que los islámicos, que a sus apostatas les toman mucha manía y creo que, hasta en algunos países hasta les matan, lo que debe resultar muy deprimente para el apóstata y sentarle fatal. Desecho la imagen de Félix Herrero con repugnancia y me centro en esa llanura castellana que es más larga que un día sin ansiolíticos y no digo el clásico “un día sin pan” porque yo no como hidratos de carbono y sustituyo con insípidas tortas de soja, por mor de la talla 38. ¿Qué dicen? ¿Qué me deje de prolegómenos y les cuente como es la cárcel de Madrid VI ¿. De acuerdo, obedezco y me amoldo a su curiosidad. Nada, llegan a esa maravilla que es Aranjuez, pero antes de entrar a deleitarse con sus arboledas y con la idea preconcebida de que, los árboles milenarios continuarán adornando la carretera de Toledo, tiras para la izquierda, por una especie de deprimente llanura árida donde no crecería ni una chumbera. Estamos en Castilla-La Mancha y ancha es Castilla, que no repoblada ni reforestada, ahí se ve lo negligentes y lo pasotas que son los de su gobierno autonómico, que no plantan ni cardos. La cárcel en el kilómetro 28 más o menos, a la vera de la carretera y triste, como todas, aunque más triste que Alhaurín de la Torre, desde donde se contempla un toque de verdor o Albolote que está enclavada en un paisaje de olivares dormidos.

Desde los chabolos de la cárcel de Aranjuez no debe verse nada, porque aquello es la sublimación de la nada. Por supuesto que no tiene el aire tétrico de Botafuegos en Algeciras que tiene tanto malaje y es tan fatal que, de vecino hay un cementerio moderno, de esos cuadriculados, nada de avenidas de entrañables cipreses. Ese Centro Penitenciario es, al menos, luminoso, no tienen los cristales teñidos como Botafuegos, que parece que entras en la cámara del terror y los funcionarios toledanos son encantadores con los llegados de afuera y más si vienes de Málaga porque entonces, te preguntan cotilleos alhaurinos. Y tienen un barecito mal surtido, con una encargada marroquí que contemplaba la lucha de un yonki del tercer grado con la máquina de café, hasta que la máquina, ante la desesperación del preso, se le tragó la moneda. En la máquina el café es más barato que en el bar y aquel despojo humano sin dientes, aunque se veía que estaba en tercer grado permanecía en la cárcel, porque no tenía, ni adonde ir ni nadie que le esperara. Como verán, adonde voy intento enterarme de todo, no es vano soy la maestra ladilla, curiosa y marisabidilla. El yonki, esquelético y con aspecto fatigado se acercó a la barra y comenzó a contar unas monedas “¿Cuánto vale un café?” La marroquí le miraba con fijeza “Ochenta céntimos”. El hombre movió la cabeza “No tengo tanto ¿Y una magdalena?” La mujer estaba trasteando con la máquina y le contestó dada la espalda “Cincuenta céntimos”.

Yo me limitaba a observar, decidiendo que, en algún momento había de participar en la escena. La máquina silbaba y el preso volvió a mover la cabeza, derrotado “Tampoco tengo”. Entonces la mujer le puso por delante al yonki un vaso de plástico humeante, sin decir ni una palabra y de la bandeja de la bollería le alcanzó un croissant relleno de chocolate y se volvió hacia mí “De todas maneras, lo que no se come en el día se tira… ¿Qué le pongo señora?”.

Murmuré “Un café, largo de café, por favor… ¿Es usted marroquí?” Por la mirada de la mujer pasó una sombra de desconfianza “Si” “Ana rifía” Una leve sonrisa, la miré a los ojos “Es Ramadam”.

Y nos entendimos.

¿Qué no me emocione? Vale. No me emociono. ¿Qué les cuente algo de ese talego? Bueno, sorprendente, ante las cuatro o seis puertas de cristales blindados con barrotes que hay que traspasar en otras cárceles allí pasas dos y todo el resto está abierto, la puerta de acceso a la puerta de los locutorios, la puerta de los locutorios. Un pasón de cómodo y encima con buen trato, los locutorios grandes y limpios, no se puede fumar pero se fuma y mi preso estaba contento con las condiciones de vida, no como en otras cárceles donde tienen a la gente amargada.

Carceleras otoñales en el regreso, ya caída la tarde, fresquito en La Mancha y la parada en la venta costrosa a deleitarme con esa delicia culinaria de harina frita con azúcar llamadas “flores de La Mancha” y pasar Despeñaperros bajando el cristal de la ventanilla para que entren en el coche la luna llena, el Sur y la bendición de Dios. Una pequeña oración de gratitud por haber vuelto a la tierra y un recuerdo para una mujer de ojos profundos que, en Ramadam, no podía socorrer a los pobres en las puertas del cementerio musulman de su ciudad, pero que había reconfortado con un café y un dulce a un yonki de venas rotas. Desde la distancia: Que Dios te bendiga, mujer .Karim Ramadam.
 

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