No sé a quién se le habrá ocurrido
la genial idea de poner en intermitencia el semáforo de la
convergencia entre Marina Española y la bajada de Teniente
Arrabal.
Oiga, amigo guardia, es para darle mis más sinceras
felicitaciones. Sin duda alguna, esa confluencia es casi
nula para la circulación debido a la escasa afluencia de
vehículos.
Hay que reconocer, porque es de justicia, que apenas hay
circulación de vehículos, en ambas direcciones por Marina
Española y que, muy de tarde en tarde, bajan vehículos
procedentes de Teniente Arrabal
A algunos de los conductores que bajan por Teniente Arrabal,
al llegar a la confluencia con Marina Española, se les va a
quedar, a los pobres míos, el cuello como a los pavos de
Manolo de tanto mirar de un la do a otro, como si estuviesen
viendo un partido de tenis.
Bueno y ne te cuento los sufridos peatones, esperando que
algún conductor tenga la amabilidad de parar, ante el paso
de cebra, porque aunque algunos no lo crean hay un paso de
cebra y todo, para dejarlos pasar al otro lado.
Tanto los vehículos que bajan de teniente Arrabal, como los
sufridos peatones, ante la imposibilidad de que haya algún
conductor que haberlos haylos, les deje pasar, empiezan a
desesperarse y, en muchas ocasiones deciden jugarse el todo
por el todo, pisando a fondo el acelerador o jugándose el
tipo cruzando por el paso de cebra
Un día, Dios no lo quiera, puede ocurrir algo lamentable y
de difícil solución. Ese dia, como pasa siempre, se tratará
de poner remedio a algo que ya no lo tiene. Hay que poner el
parche antes de que salga el grano.
Y ese día, insisto, Dios no lo quiera, quién o quiénes serán
los culpables. Esa es la pregunta del millón aunque, la
verdad sea dicha de paso, servidor no tiene la menor duda.
Las culpas serán de quienes lo han realizado y de quienes lo
han permitido.
Igual, todo ello, tiene su explicación pero me lo tendrán
que explicar, muy bien explicado, para que me pueda enterar.
Cosa bastante difícil porque, desde mi particular punto de
vista, eso no tiene más que una explicación, que el semáforo
esté averiado. Claro que en tres días ya lo podían haber
reparado. Vamos, digo yo
En esta tierra mía, hay cosas que no entiendo y otras que me
cuestan un trabajo enorme entender.
Quizás porque las solución es a esas cosas que me cuestan
entender, desde mi punto de vista, tienen una fácil
solución, sin darle muchas vueltas a la cabeza y, por
supuesto, sin ser ningún “genio”, sólo utilizando algo que
se lleva encima de los hombros y que se llama cabeza, que
nos la pusieron, precisamente, en ese sitio para pensar los
pros y los contras, de cualquier asunto, a la hora de
resolverlo de una u otra forma.
Porque si la cabeza, ese lugar donde está el disco duro del
más perfecto de los ordenadores, el cerebro, en vez de
ponérnosla encima de los hombros, nos la hubiésen puesto
donde las espaldas pierden su nombre, nuestros
razonamientos,.siempre, serían de diarrea mental.
Como decía la sabia de mí abuela, cuando alguien se las daba
de listo y tomaba una decisión errónea, “ese, lo ha pensado
con el culo”.
Y como en tantas y tantas ocasiones, no tengo más remedio
que pensar, lo acertada que estába mí adorada viejecita al
decir las cosas que decía, sobre determinados personajillos,
a la hora de calificar sus decisiones.
Y es que,como hay tanta igualdad en la mente de todos esos
personajillos que se las dan de listo y meten,
constantemente, la patita hasta el corbejón, ninguno de
ellos le puede echar en cara nada al otro. Ya lo decía
aquél, que por cierto no se quién lo dijo, pero que era una
vedad como un templo: “Dios los cría y ellos se juntan”
Total que les estába hablando de los grandes problemas que
se les plantean a los vehículos y a los peatones, en el
asunto de la Marina Española y la bajada de Teniente Arrabal
y, una vez más, se me ha ido el santo al cielo. Que me
imagino que es lugar donde están los santos. Porque si no
están allí ya me dirán, ustedes, dónde pueden estar.
Desde luego pensando en mí abuela y lo que ella opinaba, los
santos no están en la tierra. Mi adorada viejecita decía:
“santo que mea maldito sea”. ¿Cuál era la razón que tenía
para decir esa frase?.
Nunca se lo pregunté. No hacía falta alguna, sólo me bastaba
el contemplar, a todos esos que se las dan de buenos,
dándose golpes de pecho y que sólo son sepulcros
blanqueados, falsos, hipócritas e incapaces de ayudar al
necesitado.
En fin que haya cada quisqui con su problema. El que avisa
no es traidor y, servidor, avisa de lo que puede pasar un
día de estos, si el semáforo sigue en las condiciones que
está en estos momentos.
Ojalá que no pase nada y, por tanto, nada tengamos que
lamentar pero, de momento, dicho queda por aquello, insisto,
más vale prevenir que curar
La solución es de una facilidad tremenda. No hay que darle
muchas vueltas. Las vueltas habrá que darlas si ocurre, lo
que puede ocurrir.
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