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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 4 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

Ironía agresiva
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En esta ciudad es costumbre desconfiar de los delegados del Gobierno, a quienes se les tilda de virreyes, con descarado sentido peyorativo. Representar al Gobierno no es fácil en ninguna parte. Pero en Ceuta resulta mucho más comprometedor que en cualquier otro sitio. Por más que tampoco en el País Vasco ejercer dicho cargo deba ser tenido por sinecura o bicoca. Los delegados del Gobierno se queman en esta ciudad, antes o después, por exceso o defecto en sus funciones. Y, sobre todo, porque una mayoría ciudadana está convencida de que, salvo excepción, ninguno ha sabido mostrarse nunca a la altura que merece un Marruecos dispuesto siempre a buscarnos las cosquillas.

En suma: que los delegados son unos mandados que duran más si son capaces de decir amén a cuanto se les ordena desde Madrid. Sucede, desgraciadamente, que casi todos se achican antes de que sus superiores les impongan la censura adecuada a lo que han de decir. Y es que cada cual elige el camino más cómodo para salir del paso, despreciando dar pruebas de algún síntoma de valor sereno a la hora de manifestar sus opiniones.

En realidad, y ya dije que salvo excepción, los delegados del Gobierno juegan, aquí, más a la defensiva que lo hacía la Real Sociedad de Benito Díaz. Son, sin duda, amantes del cerrojo estático. Miedosos compulsivos de jugar al ataque cuando el partido aconseja echarse para adelante y así ganarse la voluntad de los ciudadanos. Quienes no lo hagan, bien porque están cortitos de valor, bien porque están mal asesorados, o tal vez porque piensan que les conviene pasar de puntillas por esta tierra para aprovecharse sólo de los beneficios que puedan obtener del cargo, terminan por ser ignorados y algo peor: despreciados en grado sumo.

En esta ocasión, el motivo de la discordia ha sido que el Gobierno marroquí se ha negado a recibir por la frontera del Tarajal, 84 coches todo terreno que esperan en el puerto de Ceuta desde hace un mes. Desecha Mohamed VI la donación de esos vehículos por el Gobierno español, para reforzar la vigilancia de la inmigración ilegal en Marruecos, si no se cambia el itinerario de entrega. Otra provocación de los gerifaltes marroquíes, que continuan con su política de exaltar los ánimos de los ceutíes, sabiendo donde tocarles las fibras sensibles a la par que les hacen ver que ellos son los que imponen sus condiciones al Gobierno socialista. Ante esa postura chulesca, y encaminada a revolver las bilis de los caballas, por parte de las autoridades de Marruecos, la actuación de Jerónimo García Arreciado no podía ser otra que la ya esperada. Es decir, un calco de lo que sus antecesores, mayormente los pertenecientes al partido socialista, tuvieron en su día, frente a cualesquiera otras posturas destinadas a despreciar la españolidad de Ceuta.

Juan Vivas lleva razón cuando declara que “Si los vehículos no se entregan por Ceuta no deberían entregarse”. Y Jenaro García Arreciado mete la pata hasta el corvejón al decir sí pero no... mas manda mi señor, Pérez Rubalcaba, ministro del Interior. Las palabras del delegado del Gobierno no han podido ser más desafortunadas. Reconoce que le ha sorprendido la decisión final. Es decir, que Ceuta vuelve a ser mancillada con descaro, pero que es necesario para salvar los intereses del Estado. Y habla de escenario geoestratégico, de no sé qué tablero de ajedrez completo, de que Marruecos es un país soberano y no puede imponérsele nada... Faltaba la guinda a tan suculento pastel: “Una parte de la derecha no se da cuenta de que Marruecos no es ya un protectorado” . Ironizar así, por parte de un español, es un comportamiento tan agresivo como el que las autoridades marroquíes tienen con esta ciudad.
 

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