En esta ciudad es costumbre
desconfiar de los delegados del Gobierno, a quienes se les
tilda de virreyes, con descarado sentido peyorativo.
Representar al Gobierno no es fácil en ninguna parte. Pero
en Ceuta resulta mucho más comprometedor que en cualquier
otro sitio. Por más que tampoco en el País Vasco ejercer
dicho cargo deba ser tenido por sinecura o bicoca. Los
delegados del Gobierno se queman en esta ciudad, antes o
después, por exceso o defecto en sus funciones. Y, sobre
todo, porque una mayoría ciudadana está convencida de que,
salvo excepción, ninguno ha sabido mostrarse nunca a la
altura que merece un Marruecos dispuesto siempre a buscarnos
las cosquillas.
En suma: que los delegados son unos mandados que duran más
si son capaces de decir amén a cuanto se les ordena desde
Madrid. Sucede, desgraciadamente, que casi todos se achican
antes de que sus superiores les impongan la censura adecuada
a lo que han de decir. Y es que cada cual elige el camino
más cómodo para salir del paso, despreciando dar pruebas de
algún síntoma de valor sereno a la hora de manifestar sus
opiniones.
En realidad, y ya dije que salvo excepción, los delegados
del Gobierno juegan, aquí, más a la defensiva que lo hacía
la Real Sociedad de Benito Díaz. Son, sin duda,
amantes del cerrojo estático. Miedosos compulsivos de jugar
al ataque cuando el partido aconseja echarse para adelante y
así ganarse la voluntad de los ciudadanos. Quienes no lo
hagan, bien porque están cortitos de valor, bien porque
están mal asesorados, o tal vez porque piensan que les
conviene pasar de puntillas por esta tierra para
aprovecharse sólo de los beneficios que puedan obtener del
cargo, terminan por ser ignorados y algo peor: despreciados
en grado sumo.
En esta ocasión, el motivo de la discordia ha sido que el
Gobierno marroquí se ha negado a recibir por la frontera del
Tarajal, 84 coches todo terreno que esperan en el puerto de
Ceuta desde hace un mes. Desecha Mohamed VI la
donación de esos vehículos por el Gobierno español, para
reforzar la vigilancia de la inmigración ilegal en
Marruecos, si no se cambia el itinerario de entrega. Otra
provocación de los gerifaltes marroquíes, que continuan con
su política de exaltar los ánimos de los ceutíes, sabiendo
donde tocarles las fibras sensibles a la par que les hacen
ver que ellos son los que imponen sus condiciones al
Gobierno socialista. Ante esa postura chulesca, y encaminada
a revolver las bilis de los caballas, por parte de las
autoridades de Marruecos, la actuación de Jerónimo García
Arreciado no podía ser otra que la ya esperada. Es
decir, un calco de lo que sus antecesores, mayormente los
pertenecientes al partido socialista, tuvieron en su día,
frente a cualesquiera otras posturas destinadas a despreciar
la españolidad de Ceuta.
Juan Vivas lleva razón cuando declara que “Si los
vehículos no se entregan por Ceuta no deberían entregarse”.
Y Jenaro García Arreciado mete la pata hasta el corvejón al
decir sí pero no... mas manda mi señor, Pérez
Rubalcaba, ministro del Interior. Las palabras del
delegado del Gobierno no han podido ser más desafortunadas.
Reconoce que le ha sorprendido la decisión final. Es decir,
que Ceuta vuelve a ser mancillada con descaro, pero que es
necesario para salvar los intereses del Estado. Y habla de
escenario geoestratégico, de no sé qué tablero de ajedrez
completo, de que Marruecos es un país soberano y no puede
imponérsele nada... Faltaba la guinda a tan suculento
pastel: “Una parte de la derecha no se da cuenta de que
Marruecos no es ya un protectorado” . Ironizar así, por
parte de un español, es un comportamiento tan agresivo como
el que las autoridades marroquíes tienen con esta ciudad.
|