Nadie dijo que hacer la guerra fuera una tarea fácil y, por
supuesto, no lo es. Ésta es la principal conclusión extraida
por la treintena de periodistas, especialistas en Defensa e
Internacional, que han participado en la IV edición de las
Jornadas de Corresponsales de Guerra impartidas por la
Escuela de Guerra del Ejército de Tierra.
Si ya para los soldados, con una formación física y
psicológica adecuada, es complicado vivir una guerra, para
un civil lo es aún más. Los conocimientos aprendidos durante
esa semana sirven, sin duda alguna, para una primera toma de
contacto con esta cruda realidad pero ni siquiera te
muestran en una décima parte la dureza de lo que supone
asistir como profesional de la información a un
acontecimiento de estas características.
A lo largo de toda la semana, los distintos militares de las
unidades con que tuvieron contacto los periodistas se
esforzaron por enseñarles las distintas facetas de la
guerra. Primero unas nociones teóricas sobre el Ejército,
sus unidades, su organización y el significado de sus
siglas, tan complicadas para quienes no están familiarizadas
con el mundo militar.
Luego unas breves prácticas de primeros auxilios (incluso
llegaron a hacer prácticas de cómo realizar puntos de sutura
de urgencia) y poco a poco, las precauciones que se deben
tomar antes de ir a cubrir informativamente un conflicto.
Cosas tan simples como las vacunas, el conocimiento de la
fauna de la zona o las provisiones, tanto líquidas como
sólidas, resultan imprescindibles si se quiere sobrevivir a
la noticia y es que, en la mayoría de los casos y a pesar de
que no somos combatientes ni población civil autóctona, los
periodistas sufriremos las inclemencias del conflicto
bélico.
La segunda jornada transcurrió en las inmediaciones de la
base de las FAMET en Colmenar Viejo. Los periodistas fueron
por la mañana trasladados a Hoyo de Manzanares, a la
Academia de Ingenieros, donde recibieron unas instructivas
charlas acerca de la autoprotección en las zonas de
operaciones: cómo salir de un lugar que podría estar minado,
cómo reconocer cierto tipo de armamento o qué hacer si nos
encontramos en una zona especialmente sensible. Ya por la
tarde llegó el momento de vivir uno de los platos fuertes
del curso: las prácticas NBQ (defensa contra ataques
Nucleares, Biológicos y Químicos) y el viaje en helicóptero.
Tras ser trasladados en varios Hummer al campo de maniobras
y tiro de ‘El Palancar’, los informadores fueron divididos
en pequeños grupos para aprender a ponerse un traje que les
permita protegerse de agentes químicos en caso de riesgo,
posteriormente, tras un breve simulacro, llegó el momento
del vuelo que les llevaría a bordo de un ‘Súper Puma’ hasta
Colmenar Viejo.
La visita del miércoles a las increíbles instalaciones de la
Academia de Infantería, en Toledo, no tuvo nada que envidiar
a la jornada previa. En esta ocasión el objetivo era
enseñarles el sonido de la guerra. Para ello, fueron
testigos de algunas prácticas de tiro con armas cortas y
también con fusiles llegando, incluso, a ser introducidos en
una trinchera para protegerse de una ráfaga de tiros reales.
El traslado de una zona a otra del inmenso campo de
prácticas que tiene la academia se realizó a bordo de
vehículos TOA y BMR en cuyo interior iban todos pertrechados
con cascos protectores y chalecos antifragmentos.
Quizá fuera esta la jornada más emocionante para todos ya
que no sólo iban vestidos como si estuvieran en un auténtico
conflicto sino que el traslado a bordo de estos vehículos
militares por las pistas del campo de maniobras fue tan
incómodo como cabía esperar que fuera en una guerra. Este
día hubo además un simulacro de toma de una posición (un
edificio abandonado) que permitió a algunos actuar como
periodistas ‘empotrados’ con el Ejército y una visita a una
casa llena de trampas bomba para mutilar a todo aquel que
quisiera guarecerse de la guerra o buscar algo que llevarse
a la boca.
El último día fue el turno de la conducción de riesgo. El
circuito del Jarama el escenario elegido. El objetivo era
conducir por un circuito especialmente preparado con
distintos obstáculos: arena, hoyos, vadenes, pendientes de
45 grados y fosos con agua.
Misión cumplida. Todos fueron capaces de sacar su vehículo
de las situaciones más inesperadas y sobrevivir a una semana
llena de riesgos y emociones que les permitieron salir de su
rutina laboral durante una semana y, por supuesto, aprender
un poco más acerca del Ejército y de la guerra.
En conclusión se pueden afirmar dos cosas: la guerra no es
bonita ni fácil pero hay que informar sobre ella y debemos
servirnos de cualquier instrumento a nuestro alcance para
lograr nuestro objetivo y sobrevivir y con el Ejército, una
institución denostada por muchos, a nuestro lado será más
fácil conseguirlo.
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