Ya extrañaba la fortaleza y la
seguridad con la que el Ministerio del Interior empleaba en
una nota de prensa enviada a los medios esta semana en la
que se afirmaba con rotundidad que los vehículos todo
terreno que España regala a Marruecos, por el acuerdo
alcanzado en materia de seguridad de fronteras, iban a pasar
por el Tarajal. Decía con firmeza la nota “No sólo los 86
que aguardan en el puerto de Ceuta”, sino más vehículos que
se irán incorporando a la flota estacionada en la Ciudad
Autónoma.
Lo cierto es que nos sentíamos orgullosos del
posicionamiento español ante algo tan evidente como que el
mejor camino para enviar desde España a Marruecos regalos de
este tipo sea a través de Ceuta o de Melilla. En este caso
la operatividad indicaba por Ceuta, como así había sucedido.
Es cierto que en la nota enviada por el Ministerio se
apuntaba a algunas “dificultades” administrativas mínimas a
solventar sin problemas. Sin embargo, Marruecos se ha negado
en rotundo a que los vehículos pasen a su país a través de
Ceuta y en este pulso, que dura ya un mes bien largo, ha
ganado Marruecos, faltaría más.
Los vehículos están parados en la estación Marítima desde
hace semanas y van a tener que embarcar para que salgan por
Algeciras hasta Tanger, lo que resulta increíble y provoca
un duro golpe moral a los ceutíes que andaban ilusionados
por las noticias emitidas al respecto por el mismísimo
Ministerio del Interior. Pero donde dije digo, digo diego.
Al final, con gestos así, va resultar verdad las constantes
críticas que la oposición realiza a este Gobierno sobre su
debilidad en asuntos exteriores.
España no puede permitirse que Marruecos se enfade y abra el
grifo de la inmigración sobre las vallas de Ceuta y de
Melilla. Está claro que hay que templar gaitas, demasiadas
gaitas. Pero en este juego de a ver quién pierde más...
¿quién perdería más España o Marruecos? El gobierno de
España no quiere tensar y Marruecos se aprovecha para
hacerlo, ahora que puede, o más bien, cree que puede.
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