Que las elecciones se acercan a
pasos agigantados, es algo que no admite discusión alguna.
Como no admite discusión alguna, que los partidos empiezan
una lucha sin cuartel para derrotar al contrario. Todas las
armas empleadas, en esa lucha por derrotar al contrario
entran dentro del juego democrático.
Unos sacarán a relucir los éxitos conseguidos y que, sin su
estar al frente del gobierno de la Ciudad, los logros
alcanzados un hubiesen sido posibles. Otros, por el
contrario, nos dirán que gran parte de los logros que nos
cuentan no son triunfos sino fracasos, porque las cosas se
podían haber hechos mucho mejor, además que hay cosas que
están muy mal realizadas. Cada uno, cosa lógica, tratará por
todo los medios a su alcance arrimar el ascua a sus sardina.
Es más nos comentarán que de llegar ellos al poder, las
cosas mejorarán en un porcentaje muy elevado. Nos lo
pintarán de tan bonitos colores, que según sus promesas
vamos a estar mejor que en brazos. A lo que responderán los
que, en los momentos actuales están gobernando, que le
debemos dar toda nuestra confianza para poder terminar la
obra emprendida durante su mandato, con las que han cumplido
los que nos prometieron en su programa.
La Historia, como si de una moviola se tratase, se repite
cada vez que llegan unas elecciones sólo cambian, en algunas
ocasiones, los encargados de contarnos esas historias, que
por repetitivas llegamos a conocer de memoria. Nada cambia,
siempre es lo mismo. Pero a pesar de ello, todos seguimos
atentos a ellas por lo que, algunas de esas historias, pueda
redundar en beneficio de nuestra tierra que, al fin de
cuenta, es lo que más nos importa.
Irán a las distintas barriadas, a ofrecerles todas las
mejoras del mundo mundial, recorrerán nuestras calles
principales repartiendo abrazos, apretones de manos, saludos
y más saludos, mientras nos entregan los correspondientes
mecheros, bolígrafos, pegatinas, nos recuerdan hasta que nos
conocen desde pocos después de nacer, que somos amigos de
toda la vida y que a los amigos lo mejor y que por eso, por
esa amistad, cuentan con nuestro voto. Es más, en ocasiones,
hasta nos hacen alguna que otra promesa sobre algún familiar
si llegan al poder. ¡Oiga que un amigo, es un amigo!. Y así,
una vez y otra vez la historia, la misma historia se repite
y se seguirá repitiendo por los siglos de los siglos.
Todo eso, con toda sinceridad, nos parecer muy bien. Cada
uno de los partidos ofrecen lo mejor de lo mejor en caso de
ser los elegidos para gobernar. Lo que no nos parece nada
bien es la actuación de aquellos que, en las próximas
elecciones tienen menos porvenir que un mono con vértigo, se
creen que son el ombligo del mundo, cuando sólo son unos
fracasados a los que le pueblo le has dicho, en varias
ocasiones, que se dediquen a otra cosa y usan, como única
arma, para derrotar a los contrarios, la bajeza del insulto.
Quizás porque, el insulto, es la única arma que les queda
como forma para tratar de derrotar al contrario.
Estos politiquillos rechazados, una y otra vez, en las urnas
por el pueblo, carecen de memoria sobre cosas que dijeron de
esta tierra, en un día no tan lejano, y que están en las
hemerotecas. Les falta tomar rabillos de pasas y lavarse las
manos con “colonia”, para no dejar un tufillo raro de “vende
tierras”. ¡Nene, caca!.
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