Fue el lunes pasado cuando tuve la
oportunidad de encontrarme con él. Y nos metimos en
cháchara. Y, aunque el tráfico empezaba a ser denso y la
calle era ya un ir y venir de viandantes, pudimos hablar
durante cierto tiempo y con relativa tranquilidad.
Él es militante del Partido Popular. Y ha tenido voz y voto
durante muchos años para tomar decisiones. Ahora, por estar
tapado en el callejón del ruedo de la política, analiza las
situaciones con el sosiego suficiente para que sus opiniones
se ganen el derecho a ser tenidas muy en cuenta.
Toca referirnos al rifirrafe surgido entre el delegado del
Gobierno y el presidente de la Ciudad. Y mi interlocutor
toma la palabra y expone las razones que por sus
conocimientos me hacen prestarle toda la atención posible.
En los partidos, ya sea el PP, en el cual yo milito desde
mucho antes de quedarme calvo, o el PSOE, intentamos que el
ministro encargado de la designación del delegado del
Gobierno, nombre a uno que sea de nuestro total agrado.
Vamos al despacho ministerial con la idea de que el elegido
sea alguien hecho a la medida de nuestros intereses. Más o
menos un mirlo blanco. Una persona que venga con la idea
asumida de que ha de estar al servicio del partido y, desde
luego, dispuesta siempre a meter en cintura a los
adversarios.
-¿Habéis solicitado, en alguna ocasión, los servicios de un
delegado nacido en Ceuta?
Claro que sí. Pero se nos dijo siempre que nones. Y hasta
puedo decirte que una vez nos enviaron a uno que llegaba por
las mañanas al despacho y lo primero que hacía es llamar a
Jesús Fortes para preguntarle cómo resolvía los
problemas. Un desastre. Y hubo, lógicamente, que pedir su
destitución.
Perdona. Tú me estás hablando de aquel delegado que se dejó
robar documentos de su cajón principal y éstos estuvieron
rodando por la redacción de algún periódico.
No quisiera adentrarme por ese camino. Lo que yo trato de
explicarte es que todos los delegados del Gobierno llegan a
Ceuta a cumplir con el cometido que se les asigna en Madrid.
Y ponen todo su empeño en salir airosos. Luego, como
comprenderás, todo depende del grado de preparación de cada
uno; de su manera de entender las relaciones; o por qué no,
de que la suerte le sea favorable y no surja ningún Perejil
o se tope con un partido donde reine el caos entre
seguidores de quienes aspiran a la presidencia. Un suponer.
-Ah, ¿pero se meten los delegados del Gobierno en cuestiones
internas del partido suyo en Ceuta?
Manolo, por favor, no te hagas de nuevas. Bien sabes
tú que los delegados toman parte, casi siempre, por una de
las facciones del partido. Y, en ocasiones, suelen tomarse
muy a pecho sus intervenciones. Podría darte el nombre de
uno que ponía firme a los dirigentes de nuestro partido.
Entre otras razones, porque no hay nadie en Ceuta con más
información de la gente encima de la mesa.
-Resumiendo: ¿qué te ha parecido la respuesta de Jerónimo
García Arreciado a Juan Vivas en
relación con las quejas de éste acerca del trato recibido
por el ministro Jordi Sevilla?
Desde el punto de vista de mi militancia en un partido al
que he servido y del que no renunciaré jamás, entiendo que
mis correligionarios notifiquen en los medios su enfado por
haberle dicho a Vivas que a la política se viene llorado. En
cambio, de militar yo con los socialistas, le hubiera pedido
al delegado que le diera aún más caña.
Lo que no entiendo es que se aireen estas declaraciones del
delegado como ofensivas para el presidente y, sin embargo,
mis compañeros de partido se queden mudos ante los
improperios que le dice Juan Luis Aróstegui a
Vivas todos los jueves en su dardo. Eso sí que me parece
incomprensible y demuestra cierta cobardía.
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