En esta ciudad, estamos cansados
de oír siempre la misma cantinela. Y por supuesto, no estoy
dispuesto a consentir que nadie me tache de “racista” por el
hecho de compartir mis reflexiones en mi columna de opinión.
Consideraciones por otro lado, procedentes de la indignación
al comprobar los niveles de intolerancia utilizados por
algunos políticos de nuestra ciudad. Las últimas
declaraciones efectuadas por el líder de la UDCE, Mohamed
Ali, catalogando al Gobierno de la Ciudad de “racista”, son
deplorables e injustificadas. Una vez más, este señor
arremete contra la convivencia de las cuatro culturas
enfrentando a los ceutíes. Maniobra altamente arriesgada
anteponiendo ambiciones política al interés general.
La posición de Mohamed Alí, enfrentado con el ejecutivo
autonómico, tiene su origen tras su no elección como
Vicepresidente de la Mesa. Procedimiento regulado por el
artículo 28 del Reglamento de la Asamblea de la Ciudad de
Ceuta y que señala que estos serán elegidos simultáneamente
en la sesión constitutiva de la Asamblea a que hace
referencia el artículo 2 de este Reglamento, procedimiento
por el que cada Diputado escribe un solo nombre en una
papeleta de voto, resultando elegidos por orden sucesivo
aquellos dos que hayan obtenido mayor número de votos. Si el
Grupo Popular esta compuesto por 19 diputados el resultado
es evidente.
No obstante, el señor Ali criticó la legítima decisión del
Partido Popular al ver frustradas sus expectativas
“políticas”; sillón vicepresidencial y sus privilegios
correspondientes. Iniciando, desde ese mismo instante, una
dura campaña contra el ejecutivo local, utilizando en todo
momento el término “racista”; declaraciones, comunicados de
prensa, intervenciones plenarias incluso, organización de
manifestaciones donde se lanzaron proclamas contra miembros
del Gobierno de la Ciudad, etc.
Su aptitud incluso, le ha llevado a incumplir con su
electorado al no representarlo en los actos oficiales
organizados por la Ciudad Autónoma de Ceuta incluyendo, la
entrega al doctor Muhammad Yunus del Premio Convivencia.
Decisión justificada, una vez más, con el término “racista”.
Provocando una ruptura institucional y social.
En definitiva, una aptitud peligrosa que arriesga gravemente
la convivencia en nuestra ciudad utilizando un término
rancio y fuera de contexto en nuestra sociedad actual,
“racista”. Una aptitud insolidaria y justificada únicamente
con el objetivo de conseguir rédito electoral obviando la
convivencia de las cuatro culturas de nuestra ciudad.
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