Pregunté una vez, a quien creí que
podría informarme, las razones por las que el Gobierno de la
nación no ve con buenos ojos nombrar a un delegado del
Gobierno que haya nacido en Ceuta. Y la respuesta no se hizo
esperar:
-Terminaría por ceder a la presión de las personas que
tratan de manejar todos los resortes de la ciudad.
-Lo que me quieres decir es que lo cogerían con el pan
debajo del brazo.
-Desde luego que sí. No olvides que Ceuta es ciudad
endogámica y quienes han de tomar decisiones, en cualquier
aspecto, piensan muchas veces cómo ellas repercutirán en
contra de sus familiares.
-Por esa regla de tres, tampoco podría ser un ceutí
presidente de la Ciudad.
-Ser presidente, o alcalde, no se parece en nada a ser
delegado del Gobierno. La labor del delegado es de mucho más
soledad y cuando yerra, en el desempeño de sus funciones, se
queda solo ante el peligro.
-¿Te estás refiriendo a María del Carmen Cerdeira?
-Ya que la has sacado a relucir, te diré que ella tuvo mala
suerte con la rebelión de los inmigrantes cuando la ciudad
carecía de los más elementales medios y conocimientos acerca
de una invasión impensable hasta entonces.
-Mas no me negarás, por más que haya pasado ya mucho tiempo,
que a la señora Cerdeira le fallaron los asesores y también
le faltaron agallas para enfrentarse a quienes trataban de
manejar, y aun siguen intentándolo, los hilos de los
intereses por bajo cuerda.
-Insisto: ser de la tierra no ayuda a desempeñar el cargo
con la libertad requerida.
-¿Actuó Luis Vicente Moro con libertad?
-A ver quién era el guapo que se atrevía a decirle dónde
tenía que sentarse.
-Sin embargo, ¿no crees que llegó un momento en el cual se
arrogó facultades que no le competían?
-Tal vez. Pero lo peor fue que terminó viendo enemigos en
todas partes. Y, claro, comenzaron sus problemas.
-¿Qué le pasó a Jerónimo Nieto?
-Que vino con algo más que desgana a esta ciudad. Y también
se vio muy condicionado por las maneras empleadas por el
anterior delegado y quiso ser visto de manera bien distinta.
-No obstante, es una realidad que se le atragantó Antonia
María Palomo desde que la vio por primera vez. ¿ O no es
así?
-Mentiría si dijera que el político abulense no se sentía
incómodo con la secretaria general de su partido en Ceuta.
-¿Es verdad que nunca soportó ese estado de vitalidad
permanente de una mujer que nunca cede en su empeño de
abrirse paso ante las enormes dificultades que le plantea el
liderazgo de Juan Vivas?
-Sí. Jerónimo Nieto pensaba que las maneras de la señora
Palomo no ayudaban mucho a la causa de acortar distancias
con el PP en las urnas autonómicas. Y algún comentario debió
escapársele, al respecto, en sitio inadecuado, y se encontró
con la respuesta de su cese antes de lo que cabía esperar.
-¿Sabes tú si en su destitución tuvo que ver algo la gran
dama del socialismo ceutí?
-No seas mal pensado. Sí, ya sé que tú miras con lupa cuanto
acontece a tu alrededor, pero no creo que ella pactara nada
con Antonia María Palomo.
-Ya. Dime algo, si lo consideras oportuno, de las relaciones
entre Jenaro García Arreciado y Antonia María Palomo.
-Que son muy buenas. No olvides que el delegado del Gobierno
es andaluz y entiende perfectamente las exuberancias de su
compañera de partido.
-¿Resultado?
-Las urnas reflejarán el buen entendimiento entre ellos.
-Tú sí que sabes...
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