¿Se acuerdan de Dunia, la hija secuestrada de la maña
Belén Tapia?. Escribía yo el otro día (vea el lector
El Pueblo del 22 del corriente) comparándola con el
Universo, pues esa sería la traducción en árabe. No tengo al
día de hoy noticias fidedignas sobre ella (Mhedi Flores
está missing, inlocalizable) dado que al final no
pude viajar a Rabat, ignorando por tanto si han
localizado en Casablanca a la desaprensiva familia
del padre (sobre el que pesa una orden de busca y captura de
la Interpol) y si han materializado la entrevista prevista
para el pasado miércoles a las 11.00 hora local con el
doctor Khatib, uno de los pesos pesados del país con
la intención de que éste -históricamente muy próximo a la
Casa Real alauí- les allanara una audiencia con
Mohamed VI, a fin de sensibilizar sobre este drama
humano al jóven monarca de nuestro vecino país del sur.
También me consta otra vía de aproximación al sobrino de
Don Juan Carlos a través del embajador del Reino de
Marruecos en la capital de España, el norteño Omar
Azzimán. Seguiremos en ello.
Volviendo a nuestros pagos y mientras perreaba a mi
aire por las calles de Tetuán, tuve ocasión hace bien
poco de volver a entrevistarme con medios muy próximos a
militantes de la salafiya yihadiya, pues además de
intentar desde ya hace tiempo-y no es precisamente fácil- un
seguimiento a los mismos intento explicarme los “motivos”
que pudieran arrojar algo de luz sobre ésta emblemática
ciudad, la novia de la Yebala, como uno de los “polos
emisores” más importantes de Marruecos, además de la región
de Oujda, en este sangriento tráfico humano. Ahí va
un dato: según el diario irakí Al Zamane (“La Epoca”)
otros dos jóvenes procedentes de Tetuán se habrían
inmolado la semana pasada en Baquba, ciudad situada
unos 50 kms. al nordeste de Bagdad. Lo que llama la
atención -desmontando la teoría en boga tan políticamente
correcta de la ignorancia y la pobreza como factores
desencadenantes- es el nivel intelectual de muchos de estos
muchachos, licenciados universitarios ( alguno de ellos
ingeniero superior) y, por tanto, formados y con
posibilidades de futuro. No estamos hablando ya de
analfabetos. Las comparaciones son, a veces, odiosas pero
elocuentes: los pobres de solemnidad de Centroáfrica,
la India o de las favelas de Brasil no
se inmolan..., mire el lector por donde. En el caso de
Tetuán el factor clave para mí radicaría en la ideología
sutilmente inoculada a través de la religión, en este caso
una interpretación adulterada, forzada y al margen de las
corrientes mayoritarias del Islam: efectivamente, una
sesgada y manipulada lectura del Corán -más la
trilogía formada por petrodólares, parabólicas y ciertos
fanáticos predicadores- estaría detrás de esta locura.
También mantuve una agria y dura polémica al rechazar
tajantemente para estos suicidas de Dios -de su idea
de Dios, naturalmente- el heroíco concepto de kamikace:
kamikaces (literalmente Viento Divino) fueron en la
II Guerra Mundial aquellos militares nipones que,
forzados por las circunstancias (una acentuada penuria de
medios ofensivos), se lanzaron a bordo de aviones y torpedos
marinos sobre, generalmente, navíos de guerra
norteamericanos. Es decir: soldados uniformados, en máquinas
perfectamente identificadas con el Sol Naciente en su
fuselaje, se lanzaban sobre objetivos enemigos estrictamente
militares tras tomar, ritualmente y en una sencilla
ceremonia, un vasito de sake (licor de arroz). Nada que ver
pues, es obvio, con estos terroristas de inspiración
islamista que se mimetizan con la sociedad civil no dudando
en utilizarla, cobarde y arteramente, como escudos
humanos.
En varios círculos se comentaba, con precaución, la nutrida
asistencia de familiares y simpatizantes al entierro del
conocido terrorista Zakaría Miloudi, muerto a los 36
años de una crisis asmática aguda en el centro hospitalario
Idriss al que había sido trasladado, dado su grave
estado, desde la prisión de Kenitra. Eso de que el
entramado yihadista salafista son poca gente y están medio
desarticulados no se lo cree nadie. Miloudi,
aventajado alumno de Fizazi, el tangerino emir de
la sangre, habría ordenado el 24 de febrero de 2002
lapidar públicamente en el barrio casablanqués de Sidi
Moumen a una persona. En cuanto al terrorismo islamista
no hay que engañarse, viene incubándose desde hace años y va
para rato. En Marruecos el pistoletazo de salida
fue el oscuro asesinato, todavía sin aclarar, de Omar
Benjellún el 18 de diciembre de 1975 a manos de la hasta
entonces permitida Chabiba Islamiya (Juventud
Islámica), que marcó un antes y un después en la historia
del islamismo radical y terrorista en el país.
También tuve tiempo, faltaría más, para acercarme al
Consulado General de España en Tetuán con la idea de
darle un cordial apretón de manos a su titular, el
diplomático Javier Jiménez Ugarte. Como recordarán
los que atentamente me siguen al uno y otro lado del
Tarajal, el cónsul y el que esto suscribe mantuvimos
públicamente algunas diferencias. Por cuestión de minutos no
tuvimos el otro día el gusto de saludarnos -porque conocer
sí nos conocemos-, pues mi intención no era otra que limar
asperezas y mantener una distendida conversación disipando,
de esa forma, cualquier malentendido que hubiera podido
producirse dado que ambos somos personas apasionadas,
sinceras y con sólidos principios. Por lo demás, sospecho, a
nuestro cónsul le vienen algunas cosas ya dadas, a modo de
herencia y que en cualquier caso trascienden la
dinámica consular saltando a la relación directa entre
estados: los reinos de España y Marruecos en
este caso. Fui de todos modos -y como siempre- cortésmente
atendido (aunque esta vez no tomé café, ya llevaba varios
encima) por el canciller, Jesús Cuartero, veterano en
el destino y hombre afable y observador, con el que tuve
ocasión de entablar en su despacho un denso y ameno
charloteo que se prolongó durante un buen espacio en el
tiempo.
Es curioso, porque tuve el honor de hablar en nombre de
Jiménez Ugarte (al wali de la Provincia y a mi
buen amigo Alí Raisuni, destacado miembro del
Consejo de Ulemas del Reino no podía decirles que no),
por entonces recién llegado a su destino, el pasado 10 de
agosto en Xauen en el marco del X curso sobre
Cultura y Civilización Islámica en el que tuve ocasión
de participar y que, con carácter anual, organiza la sección
local de la asociación Daw´a Islámica con sede
central, por cierto, en Libia. En síntesis, para la
clausura las autoridades locales habían amablemente pensado
con la presencia de nuestro cónsul en Tetuán pero
Jiménez Ugarte, que debe también atender el consulado de
Larache, envió un telegrama disculpando su asistencia
por motivos evidentes dado que ese día, precisamente, se
encontraba cumpliendo sus obligaciones en la ciudad del
Lucus. Total, que me vi inopinadamente “obligado” a
subir al estrado y leer, a un distinguido y concurrido
auditorio, las corteses excusas de nuestro cónsul. Más
adelante tuve el gusto de conocer y saludar a Jiménez
Ugarte durante su calculada y medida intervención en las
segundas jornadas sobre Encuentro de Civilizaciones,
que tuvieron lugar a primeros de octubre en el equipado
salón de actos de la wilaya de Xauen, histórica
ciudad de acreditado sabor morisco y andalusí airosamente
encabalgada a los pies del yebel Megú y el
yebel Tisuka y de las que también quedó
testimonio en este medio.
Volvía yo a cruzar el Tarajal, camino de mi casa en
Río Martín (¡hogar dulce hogar!), a la 1.30 de la
madrugada del pasado sábado (¿qué horas verdad?. Venía
precisamente de revisar unos articulillos que había
adelantado en esta casa), cuando me encontré en el lado
marroquí con la frontera patas arriba: furgones emboscados,
barreras móviles y pinchos en el asfalto. Inmediatamente
cruzó por mi mente el recuerdo (qué cosas, también de
madrugada pero casi veinticuatro horas antes) de una verja
aparatosamente tirada entrando.... Dos y dos son cuatro,
total que tras una parrafada por aquí y otra por allá me
entero que en la madrugada del jueves 23 al viernes 24,
hacia las seis de la mañana, un coche matriculado en
Ceuta (¿sería robado?) cruzó a toda pastilla la frontera
arrastrando casi a dos aduaneros, embistiendo contra la
valla final y escapando en las brumas del amanecer... Me
cotillean que perseguido en caliente por fuerzas de
seguridad españolas (ahí sí que hay total colaboración en
ambos lados). A bordo del vehículo, un utilitario mediano de
la casa Henry, iban al menos tres personas, una de
ellas ataviada con una peculiar prenda facial junto a otros
detalles que de momento me reservo, no vaya a liarla.
Aunque a veces no lo parezca yo siempre soy prudente.
Prudentísimo.
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