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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Juicio popular
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Parece ser que todo el mundo tiene derecho a juzgar y más si de un personaje famoso y popular se trata. Y viene ello a cuento por el juicio mediático (menuda palabreja, que aunque nos resistamos a pronunciarla es la que mejor entienden quienes siguen apasionadamente los hechos y que acaban de poner de moda los cronistas y colaboradores habituales de las tertulias principalmente televisivas) que se le viene llevando a cabo a la cantante Isabel Pantoja. No puede permitírsele, según estos tertulianos, que se haya enamorado de un hombre que tendrá o no (todas sus causas se encuentran sub-iúdice) responsabilidades con la justicia pero ello, pensamos, no debe ser motivo para que se le venga llevando a cabo un pertinaz seguimiento a todo cuanto haga, un estrecho marcaje que los más acérrimos entrenadores del “calcio” quisieran para sus equipos, no solo a la artista, sino a sus familiares mas directos, hijo, madre y hermanos, o sea, que Isabel de ahora en adelante, por mantener relaciones con un presunto delincuente, va a ser responsable de todo lo que pueda relacionarse con el mismo.

Estos tertulianos, algunos de los cuales deberían lavar antes sus culpas como la tal Lozano que avergonzó a media España (vergüenza ajena se entiende), con sus aseveraciones sobre la vida o muerte de Rowina Power hija del cantante italiano Al Bano, a quien ya tenía poco menos que resucitada y escondida en un paraje que ni en los cuentos de hadas se describe con mas exactitud. Luego, como es natural, ante la amenaza y denuncia judicial llevada a cabo por el artista, tuvo que volver de sus opiniones y pedir perdón, no sin antes interpretar un solo dramático para justificar el reconocimiento público de su error y responsabilidades penales en que había incurrido.

Algo parecido sucede con el “periodista” Temprano, de profesión “paparachi”el que siempre llega a tiempo (será por aquello del apellido) de poner en público conocimiento las posibles desvergüenzas que puedan tener quienes por su fama o interés son famosos, y además les persigue, cámara en ristre, para luego comerciar con las imágenes captadas. ¿Y de la tal María Patiño y de Mariñas, que me dicen?. Y unos cuantos más cuyos nombres desconocemos ya que no les prestamos mas atención que la que nos obliga el tener que compartir, en ocasiones, con la familia de género femenino, estos programas televisivos.

O sea, toda una pléyade de criticones de palabra, que no de las letras, a quienes como verdaderos exaltados y xenófobos, habría que decirles aquello del sermón del Evangelio de San Juan cuando los fariseos, auténticos cínicos, traen ante la presencia de Jesús a una mujer a la que maltrataban y tiraban piedras porque la habían encontrado en adulterio preguntándole ¿qué dices, Jesús?, puesto que la ley judía establece que quien fuera encontrada en adulterio sería condenada a muerte a pedradas, a lo que Jesús les contestó lo ya sabido de que “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

No somos inquisidores ni benefactores de quienes transgreden o quebrantan las leyes, sea por cohecho, malversación o tráfico de influencias como las que se le imputan a Julián Muñoz, pero tampoco aceptamos el que, por el mero hecho de justificar una presencia ante las cámaras, con el consiguiente beneficio económico, se ensañen con aquellos que no están en la misma situación de ventaja que ellos tal es el caso que nos ocupa, emitiendo juicios de valor como si de un tribunal popular se tratase, día tras día, mañana tarde y noche, en ciertos programas televisivos.
 

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