Si un siglo de estos les contara
la cantidad de cosas que me piden mis “amiguetes”, se iban a
quedar de piedra. Tengo peticiones de las cosas más raras
que se puedan creer. Vamos, esas cosas, que en ningún
momento pudiese imaginar que se me podían solicitar. Por
pedir que no quede. Algunos, que no tendrán nada mejor que
hacer, me han solicitado que escriba, de vez en cuando, de
fútbol. Cosa a la que me niego, no de forma total, porque
existe en nuestra redacción los especialista que se dedican
a ello y, además, lo hacen una jartá de bien. Otros, esos
que me deben querer más que nadie, me han pedido que me
dedique a la política . De todo tiene que haber en la viña
del Señor. Esos, a pesar de todo el cariño que dicen que me
tienen no sé, con seguridad, de qué árbol se habrán caído.
La verdad es que me da la risa, pensando en esa solicitud, y
tengo que hacer un alto en el camino.
La cosa esas, que me solicitan, esos “amiguetes” que tanto
dicen que me quieren, de dedicarme a la política. Pues mire
usted, amigo guardia, que pensándolo con frialdad no estaría
mal. Claro que hay requisitos que no cumplo para tal
menester. No pertenezco a ningún partido político, lo que
hace muy difícil el poder ir en algunas de las listas. Igual
me da por crear un partido, aunque nada más que sea para
fastidiar a cierto personal y me presento al asunto. Esto no
se lo cree nadie. Vamos, que presentarme para el caso de la
política, sería más difícil que finalice con éxito la
“Cultura de las Civilizaciones”, por un suponer. O sea para
dejar las cosas claras, de una vez por todas, nunca trataré
de ser político, ni nada que se le parezca.
Otros han tratado de tocarme la fibra sensible diciéndome
que vuelva a los escenarios a presentar algún evento. Esto
lo tengo de la misma claridad que el de ser político. Fueron
muchísimos años subiéndome al “madero” para divertir al
personal. Hasta que cierto día, al presentar un espectáculo,
no sentí nervios al iniciarlo y allí, en ese momento, fue
cuando me di cuenta de que aquello se había terminado,
porque había dejado de sentir miedo al escenario y eso era
tanto como perderle el respeto al público. Puesto que sin
sentir esa sensación nerviosa, al inicio del mismo, es razón
de que se había convertido en algo sin sentido, a lo que
sólo se iba a cobrar y a pasar olímpicamente del
espectáculo.
Sería bueno que muchos políticos tuviesen esa sensación de
que, en algunas ocasiones, ha llegado la hora de decirle
adiós a la política, porque ya está más quemado que la pipa
de un indio y poco o nada puede aportar en el desempeño de
sus funciones. Sería, por su parte ,una buen prueba de
honradez y , asegurar que no se había ido a la política, por
solventarse el asunto económico.
Seguro de que eso de marcharse, en un país donde no dimite
ni el más inepto de los políticos con gorras y pitos de
mando, no se les pasaría por la cabeza el llevarlo a cabo a
los politiquillos de medio pelo que se aferran al sillón
como a un clavo ardiendo, para defender la pasta gansa que
reciben sin valer para nada. ¿Dónde iban a encontrar, toda
esa fauna, un peazo de sueldo por no hacer nada?. Miento y
no me gusta mentir si hacen, hacen el ridículo en la mayoría
de las ocasiones.
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