Un total de 62 mujeres asesinadas en 2006. A ellas se suman
las cerca de los 2 millones de españolas que han sido
víctimas en alguna ocasión del maltrato de sus parejas,
maridos, ex novios... Más de un centenar de ceutíes
rindieron ayer homenaje, en la plaza de la Constitución, a
la memoria de todas las mujeres muertas a manos de sus
maltratadores; bajo el lema ‘basta ya’ y ‘tolerancia cero
ante el maltrato’, Ceuta participó ayer en los actos del Día
Internacional contra la Violencia de Género, un fenómeno
“universal”, como dijo el presidente Juan Vivas, que no
entiende de límites geográficos, sociales o culturales.
Una ‘marea femenina’ conformó, con trozos de cartulina
morada, un ‘NO’ de grandes dimensiones, símbolo del rechazo
generalizado a la violencia machista. La lectura de un
manifiesto, la presencia de diputados y autoridades, tres
minutos de respetuoso silencio y una representación teatral
-organizada por el colectivo DIGMUN- constituyeron la
respuesta de la sociedad ceutí al maltrato de hombres sobre
mujeres. “No existen razones que lo justifiquen”, dijo ayer
Juan Vivas que pidió a sus conciudadanos una actitud activa
frente a los casos de violencia de género. Su deseo: que
citas como la de ayer sean, dentro de unos años, meros
recuerdos de la “pesadilla” vivida por cientos de millones
de mujeres en todo el mundo. “Basta ya”, pidió el jefe del
Ejecutivo en nombre de todos los componentes de la Asamblea.
A excepción del Partido Democrático y Social de Ceuta, el
resto de grupos políticos estuvieron presentes en la plaza
de la Constitución aunque, en algunos casos, la distancia se
hizo patente.
Manifiesto
Inmaculada López dio lectura al manifiesto elaborado para
este 25 de noviembre. “Los chicos y chicas de hoy serán las
mujeres y los hombres de mañana”, enfatizó, por lo que la
educación y el ejemplo de quienes en el presente tienen la
conciencia suficiente como para decir “ni una muerta más” es
esencial para continuar la lucha contra la violencia
machista desde todos los puntos de vista: social, jurídico,
policial, institucional o en el “trabajo de los valores de
igualdad, respeto y comunicación”.
Orden social injusto
“La violencia contra las mujeres está basada en un orden
social fundamentado en la desigualdad que asigna roles
diferentes a las personas en función del sexo”, continua el
manifiesto, “y que subordina lo femenino frente a lo
masculino”. Este comportamiento vejatorio “limita” la
presencia femenina en las esferas sociales y la relega al
ámbito del hogar de forma irreversible. El resultado: muchas
mujeres no pueden ejercer sus derechos fundamentales ante la
enorme presión machista. El mensaje de este año quería
desterrar la idea de que la víctima no está sola. Pero esa
tarea no le corresponde sólo a las instituciones y
administraciones públicas, sino que es “responsabilidad de
todos acabar con las conductas violentas dentro de nuestras
familias y de nuestro entorno”. Por ello, las palabras del
presidente de la Ciudad Autónoma y del propio manifiesto se
encaminaron hacia un mismo punto de encuentro: tolerancia
cero frente al maltrato sobre las mujeres.
Otro de los aspectos de este particular infierno son las
víctimas silenciosas, mensaje que intentaron transmitir los
miembros de Digmun a través de una pequeña representación
teatral. Un niño que crece y se moldea en un entorno
violento tiene muchas probabilidades de convertirse en un
proyecto de maltratador, que reproducirá las conductas que
han impregnado su infancia y adolescencia. Las estadísticas
demuestran que esta regla se cumple en muchos de los casos
de maltrato físico y psicológico que llenan los titulares de
todos los medios de comunicación desde hace unos años.
Décadas de silencio
Durante décadas, las mujeres han vivido en silencio palizas
y vejaciones en connivencia con una sociedad basada en
preceptos de conducta y acción claramente machistas. De ahí
que el fenómeno perviva en el siglo XXI y en sociedades
donde el Estado de Derecho es uno de los pilares de la
democracia. Por esta razón, y por muchas otras (como el
alarmante incremento del maltrato en parejas menores de 25
años, por ejemplo) la educación desde el período de la
infancia en valores de igualdad se hace imprescindible.
“Exigimos a la sociedad que adopte una actitud de tolerancia
cero con la violencia de género. No hay excusa, ni motivo,
ni justificación para un acto violento. Ni una muerta más.”.
Así finaliza el manifiesto.
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