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OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE NOVIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Nuestro niños, el Neolítico windows y el imperio del golfo

Por Antonio Pozuelos Jimenez de Cisneros


Pues resulta que, a mis más de cincuenta años de vivir en nuestra bendita España, de publicar cuarenta o cincuenta artículos sobre Etología de cánidos, de tener agotados dos de los tres libros publicados sobre este tema y de lidiar diariamente con estudiantes de esta disciplina, llego a la conclusión de que lo que explico, o bien es mentira y todo ha sido una pérdida de tiempo de locos como yo con programas doctorales, o andamos en un proceso evolutivamente estúpido a la española, dentro de una etnia posiblemente desdoblada por la voluntad de unos pocos, estimulada por otros descerebrados y en el que campean los gorrones y los petardistas antropológicos.

Curiosamente los animales -que según Santo Tomás de Aquino son seres irracionales- practican unos sistemas tan adaptativos que impiden el imperio del golfo como norma social. A cada uno lo suyo: Tit for Tat o lo que es lo mismo; hoy por ti y mañana por mi pero si tu no cumples, ten por seguro que te voy a dar la del tigre.

Siempre en el mundo animal hay un “espabilao” que trata de vender sacos de humo y vivir a costa del trabajo del pobre cazador que busca su recurso; el clásico gorrón, vamos. Sin embargo, ellos saben muy bien que solo pueden pegar la gorra una vez e inmediatamente cambian la estrategia del gorroneo por la mutualista, que esa si que es la acertada y bien vista entre ellos. Pero hete aquí que en nuestra opulenta sociedad española – y digo española- en vez de premiar al individuo apto que consigue vencer la apendicitis, sobrevivir a un sistema educacional perverso y superar el paro, premiamos al cantamañanas ocioso, mal preparado, estafador e insolidario. Y lo premiamos dándolo poder, fama y el dolce far niente como medio de buscarse las habichuelas.

Los niños pensábamos antaño en crecer para ser “hombres de provecho” y eso, que suena fatal, consistía en estudiar, aguantar broncas y algún que otro capón docente. Luego venía el servicio a la patria –que peor suena todavía- la búsqueda frenética de un puesto de trabajo y la independencia del sistema parental. Después; pagar impuestos, buscar una pareja, tener chiquillos contenedores de nuestros genes y mantenerlos sin que les faltase lo que a nosotros nos fue negado; libertad para cogerse túrdigas en el botellón, tocarse la breva y agredir a los profesores que tratan - desgraciados de ellos - de hacerlos menos analfabetos.

El problema es que, como he dedicado parte de mi vida a estudiar a los animales, he llegado a la íntima convicción de que nuestros niños como todos los hijos de mamífero, tratan de vivir bien, comer hasta hartarse, fornicar lo que puedan y trabajar lo mínimo posible. ¡Eso es normal! Y que me perdonen los psicólogos, filósofos, ideólogos y todos aquellos que opinan que el niño, por el mero hecho de serlo, es un ser altruista, bueno y puro. Y si no me perdonan…..Me importa una higa. Opino que, a lo sumo, el niño es inocente de las cabronadas sociales que ejercemos sobre él hasta que deja de serlo, por la edad.

El niño, como cualquier mamífero gregario, necesita una disciplina que le permita sobrevivir en una sociedad jerarquizada porque jerarquizados, lo estamos. Necesita unos patrones de honradez, trabajo para acceder a recurso y tranquilidad territorial. Evidentemente este no es un modelo políticamente correcto. Todo esto debe ser una concepción errónea de los majaderos que como yo, pagamos impuestos, respetamos las leyes por desastrosas que nos parezcan, llevamos el coche asegurado y no conducimos borrachos y por la izquierda.

¿Quizás son ellos los responsables? Pues ya les digo que no porque ellos hacen lo que les dejamos hacer los legisladores de nuestra edad, los prohombres sociales, los padres de la patria y por supuesto, los educadores televisivos. Y si pegarle una paliza a un profesor supone una regañera o tratar de quemar a un guardia es una travesura de los chicos de la gasolina, pues vamos a ello y que les den por saco a los fascistas represivos. Que me den una vivienda digna para no ser ocupa, qué coño.

Unos de mis hijos, docente por oposición, encuestaba a su alumnos sobre lo que querían ser el día de mañana. Hubo respuestas para todo pero leí a una tal Jennifer que decía quería estudiar la carrera de “famosa”; algo así como la un ídolo cubano de moda en nuestra gloriosa y educativa T.V. Otro, el mejor por supino, decía que quería ser pensionista como su abuelo y otro porcentaje muy alto, modelos medio anoréxicas o futbolistas de cuenta abultada y bragueta floja.

Estamos en el Neolítico Windows y aún así, no podemos desprendernos de nuestros fundamentos biológicos. Muchos quieren ser de la clase dominante o Alfas – a lo que también optan los animales gregarios- pero con una diferencia; entre los animales, aunque no sean demócratas, ejerce el liderazgo el que se lo merece, da ejemplo y está realmente preparado. Aquí al que roba “presuntamente”, miente como un bellaco y no pega ni palo al agua, no solo no le damos la del pulpo sino que le pagamos para que nos joda la siestecita con su verborrea indocumentada.

¿Qué nos queda a los que pagamos impuestos y respetamos al prójimo? Pues mirar con envidia a los leones de la 2, oír las gilipolleces de nuestros Alfas y esperar a que los años pasen y estemos listos para entregar el equipo, eso si, en silencio y sin símbolos religiosos.

* Diplomado en estudios avanzados universitarios de Tercer Ciclo doctoral en comportamiento animal y humano. Presidente de AEPE. Autor de los libros: En los bancales del Sur, HUTA y la Etología del Perro.
 

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