Alguien dijo que para gobernar un
país se necesitan nada más que varias personas brillantes e
inteligentes. Dicho así, parece algo muy sencillo. Sin
embargo, se ha demostrado que es tarea imposible reunir a
varios políticos que, además de pensar bien, puedan
sobresalir de modo que encandilen al personal.
Políticos atiborrados de eticismo y dispuestos en todo
momento a no dejar la menor duda de la honradez que se les
supone en el desempeño de sus funciones. Tampoco pretendemos
que sean unos seres chorreados de perfección, pero sí gente
con capacidad suficiente para meter la pata lo menos posible
y responder a la confianza que hemos depositado en ella.
Pero está comprobado que lo indicado es un producto que
escasea a escala nacional y, por tanto, qué decir en pueblos
y regiones. Disfrutar del gobierno de un buen político es
más que complicado casi imposible. Y, desde luego, tampoco
ayuda nada la manera con que los partidos escogen a los
candidatos para las elecciones.
Puesto que sabemos de sobra que la elección no la hacen
acorde con las cualidades y los méritos de las personas
aspirantes a ir en las listas, sino manteniendo el criterio
de favores, amiguismo y, sobre todo, tratando de dejar en la
estacada a cuantos por formación y personalidad pudieran
destacar sobremanera. La mejor forma de igualar por abajo de
quienes mandan y temen verse superados por los mejores.
Que tal vez no sean muchos, a qué engañarnos; si bien los
hay. Seguro que sí. Y hasta puede que existan personas que
sin ser militantes del partido gocen de los atributos
necesarios para ofrecerles la oportunidad de sumarse a la
actividad política.
Por consiguiente, entiendo las enormes dificultades que el
Partido Popular encontrará a la hora de elegir a sus
candidatos. Me imagino que será un trabajo arduo el que deba
realizar la ejecutiva. De la que pienso estará compuesta por
personas responsables y preparadas para apechugar con tan
enorme responsabilidad.
Es decir, la de seleccionar a veinte personas de las cuales
muchas formarán parte del equipo de Gobierno que volverá a
presidir Juan Vivas. De lo contrario, si los
electores están conchabados para designar a los candidatos
menos adecuados, flaco favor le estarían haciendo al hombre
que habrá de dirigir los destinos de la ciudad otros cuatro
años.
En vista de ello, o sea, dada las dudas que el régimen
interno de partido nos ofrece en este aspecto, es por lo que
pensamos que Juan Vivas ha de ser más audaz ante la
situación que se avecina. Y sin miedo a ser tachado de
insistente, vuelvo a recordarle al presidente que, ante su
más que segura victoria en las próximas elecciones, es vital
que se preocupe por contar con un equipo de Gobierno que dé
la talla.
Sí, ya sé, porque no hace falta ser muy listo para no
saberlo, que el partido, a medida que pasen los días, será
una olla de presión donde todos los que ansían continuar en
sus puestos estarán atentos a cualquier movimiento para
armar la de Dios es Cristo, si acaso intuyen que se van a
quedar fuera de la cosa. Y ya no digamos nada de aquellos
otros que ya han quemado sus etapas de segundones y creen
que ahora les toca situarse en primera línea.
No obstante, y aun reconociendo las enormes dificultades que
reviste la labor, pienso que es el momento en el cual Juan
Vivas ha de dar un paso al frente y hacerse responsable de
la elección de la mayor parte de los componentes de la
lista. Por una razón:
La vida es brinco e innovación. La costumbre, en cambio, es
la vida ya vivida, la vida gastada que se acumula bajo los
pies de la vida enérgica y progresiva. (Ortega y Gasset)
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