El sanguinario Sadam Hussein ha
sido condenado a muerte por sus crímenes. Pero no voy a
adentrarme en reflexiones sobre los efectos disuasorios de
la pena de muerte para los delincuentes, porque saber que,
tus actos pueden tener como respuesta la silla eléctrica o
la más compasiva inyección letal debe disuadir a los
asesinos e incluso impresionarles. Porque la amenaza de la
milla verde, del corredor de la muerte, acojona a todo el
mundo, para que nos vamos a engañar.
Pero nadie merece morir en la horca porque es una muerte
dolorosa y horrorosa, el mismo Sadam prefería la dignidad de
un pelotón de fusilamiento, unos tiros son más rápidos y más
compasivos. ¿Qué que muerte le desearía yo al feroz
exterminador de los kurdos? Ninguna. Puedo tener mis ideas
neoconservadoras a lo Partido Republicano de EEUU, pero,
cualquier idea queda relegada a un segundo plano ante mis
creencias.
La Iglesia Católica ha dicho que, el ex dictador no debe ser
ejecutado, sino condenado a cadena perpetua y si mi religión
rechaza la pena de muerte yo la rechazo. No es cuestión de
extremismo ni de ser una meapilas ¿Qué dicen? ¿Qué ustedes
saben que, entre mis amistades me llaman “Flor de Santidad”?
Por favor, coñas las mínimas porque me afectan ya que soy
muy sensible y muy sentida, cosas de barriobajera mística.
Aunque si no va de choteo lo de “Flor de Santidad” es un
crack, de hecho, decido que me quedo con el apodo que tiene
reminiscencias de aquellos tebeos píos que leíamos en los
años cincuenta, se llamaban “Vidas Ejemplares” y contaban en
viñetas vidas de santos y martirios horrorosos. De hecho, a
Santa Lucía le arrancaron los ojos y los llevaba en una
bandejita y Santa Rita, que era abogado, no soltaba en la
vida una provisión de fondos, de ahí lo de “Santa Rita,
Santa Rita, lo que se da no se quita”. Los mártires de
nuestra religión tuvieron, en verdad, muertes calamitosas y
nosotros, con la Inquisición, también jodimos, masacramos y
achicharramos a muchas pobres criaturas. Pero lo bueno del
cristianismo es su capacidad de evolución y de adaptación a
los tiempos para acoplarse a las prisas de los cerebros
occidentales que, el que no corre, vuela y por inventar,
innovar e investigar que no quede. ¿Qué si no pienso que
existen asesinos cuyos crímenes tan solo merecen el que se
les de el matarile? Si, lo pienso, para mí el único
terrorista bueno es el terrorista muerto , lo pienso y lo
siento con intensidad. Pero si Ratzinguer dice que no se
puede matar ni a un terrorista yo obedezco sus directrices,
aunque hago preguntas, en plan matizar “Me diga, Su Santidad
¿Y si hay un tiroteo y para salvaguardarse las FOP disparan
a matar?” Realmente el tema de la legítima defensa atempera
el asunto, porque existe la legítima defensa y eso es común
a todas las creencias.
El Vaticano se opone a la ejecución de Sadam y ser católico
no es tan solo que se te arrasen los ojos de lágrimas ante
un paso semanasantero, ni ser cofradiero ni rociero, ni tan
siquiera el proclamar la fe sin complejos en los tiempos del
laicismo ateo caviar, es todo eso, de acuerdo, pero también
es compromiso y es disciplina, lo que no resulta nada cómodo
sino un repajolero incordio porculero. Pero es lo que hay y
en mi caso lo acepto. Y más cuando se trata de la horca.
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