Vayan estas mañaneras líneas, señor Jiménez Ugarte, escritas
con mi más sincero deseo de matizar (por eso no le replico)
algunas cosillas que usted escribió ayer, dado que en este
espinoso tema conviene ser, créame, diplomáticos. Yo me
atengo al guión esperando dar el asunto por zanjado.
Sí me ha sorprendido su entrada personal en liza (¿no
hubiera bastado y sido más eficaz una prosaica nota de
prensa, más oficial ella por ejemplo?), lo que
lamentablemente no ha servido más que para exponerle a usted
y darme a mí más importancia. Sus comentarios me honran,
aunque dos de ellos me parecen extemporáneos: ni mi pluma es
provocadora (si eso le parece es que todavía no la ha
catado) ni yo soy un iconoclasta. ¿Cuándo y dónde, el pasado
lunes, cargué yo contra Dios o las imágenes que lo
representan?. Reconozco sí, como español oriundo de
Asturias, mi carácter socarrón. Huyo, pese a las prisas, de
las perífrasis, soy amigo de parónimos y alguna cacología y
me encantan los pleonasmos y neologismos. Incluso y en caso
de dudas me agarro a los interrogantes. Si usted se hubiera
fijado un poquillo más tiré de ellos en el titular de
marras. Más aun: en cuanto a si hay “españoles de segunda”
recuerde que yo mismo me negaba a creerlo y, en todo caso,
lo atribuía a un lamentable error. Pero nada, usted directo
a la piscina: en caso de duda la más tetuda. Pero sigamos
escribiendo que es una excelente forma, como puede
comprobarse, de ir haciendo amigos.
Tampoco se me quejará usted del espacio y la importancia que
le han dado en esta casa, de lo que estoy muy orgulloso,
bien al contrario que en otros medios donde le despachan a
uno con un simple comentario. Y su foto guay, ¿verdad?. Lo
que va usted a ligar. Qué menos para quien, además de
diplomático, es colega: lo digo por eso de que a usted como
a mí también le gusta juntar letras y a veces, con lo
trabajador que usted es que yo lo sé, es capaz de escribir
hasta sesenta y dos cartas de un tirón. Claro que, siendo
sinceros y un poco humildes, aquello estaba -aunque mal- más
que trillado.
Pues sí, comparaba yo el caso de nuestros pescadores
caballas con los chicos detenidos éstos días en Tánger (el
del Ford Mondeo y el Wolf S, ya sabe) y que fueron
diligentemente atendidos tras su detención en la propia
comisaría tangerina por la autoridad consular, un abogado y
un traductor (también guía de turismo, que la cosa está muy
achuchá ). Pero vayamos acercándonos, chuia chuia, a lo que
parece enzarzarnos.
Dice usted y díce bien que la atención por su parte a los
jóvenes caballas por el eco que tuvo su arresto en la prensa
marroquí y ceutí como integristas sospechosos de planear
acciones violentas, nos permitió una actuación inmediata.
Vaya señor cónsul y yo que, exprimiendo las pocas neuronas
que tengo, había llegado a la conclusión de que la
desatención diplomática durante los cuatro primeros días de
estos dos españoles se había debido a la aplicación de la
dura legislación antiterrorista marroquí... Ni le entiendo
ni lo entiendo. ¿Un error?. Recuerde que ya lo advertía:
erratum humanun est, si lo sabré yo, que de Pascua a Ramos
-se lo digo en confianza- meto algún que otro gazapo que ni
el de la Lole, vaya. El lunes veinte reconozco uno: el
gobernador de Rincón no estuvo al final -aunque había sido
oficialmente invitado- en la comida con su superior, el wali
de Tetuán y el delegado del Gobierno en Ceuta, Jenaro García
Arreciado. Pero esa es otra historieta.
Sí, es cierto. Usted atendió a los dos jóvenes caballas tras
ingresar en prisión, pero es que antes (subrayo) pasaron una
noche en la comisaría de Castillejos y otras tres en la de
Tetuán. Sí hombre, no tan lejos del consulado, justo debajo
del colegio de la Vírgen que no quería ser francesa y sí
capitana de la tropa aragonesa. ¿No se enteró usted, no se
lo dijo nadie? Y menos mal que ahora no está lloviendo mucho
porque en una terrible inundación, creo recordar que en
1991, dos marroquíes murieron ahogados en los calabozos de
la comisaría de Castillejos . ¡Mire usted que si llega a
pasarles algo a nuestros pescadores...! Llegué pues a
especular con que los muchachos fueron incomunicados
aplicándoles la ley antiterorista, pero sus familiares se
movilizaron el mismo sábado de marras y el caso fue
inmediatamente conocido. Digo yo: durante ésos cuatro días,
¿no podía haber usted emitido un comunicado, notificado
alguna nota de protesta ante las autoridades marroquíes...?.
Peroclaro, usted señor cónsul no sabía rien de rien.
Aprovecho también para informarle que nuestros conciudadanos
(españoles) fueron juzgados y sentenciados el pasado día 16
como súbditos marroquíes y así se hizo constar... Chuma.
Chuma otra vez.
¿Recuerda usted -igual ni había llegado- la trifulca con un
ingeniero ceutí este pasado julio en Marjane?. Raudos y
veloces acudieron, con su almogávar al frente, todo un
pelotón de funcionarios del consulado. ¡Así se hace!, ¡eso
es lo que yo quiero para cualquier ciudadano español!.
Atención inmediata, de día, de noche, en verano o invierno,
incluso al atardecer y con viento de poniente. ¡Adelante mis
valientes, con las uñas, con los dientes!.
Yo no soy su enemigo, señor cónsul. Los colores de la
bandera que luce en su despacho son también los míos. Yo no
tengo la culpa de que en la prensa marroquí estén poniéndole
de chúpame domine (la última semana sin ir más lejosen
Tamuda ) ni, sígame creyendo, de lo que se le viene encima.
Ya puede usted ir desplegando el paraguas, porque puede
chover a chuzos.
Le prometo que la próxima vez que suba desde mi Río Martín a
Tetuán pasaré a saludarle. Podemos darnos un garbeo por La
Glaciar a tomar un batidito y, si usted quiere, le pongo de
paso al día sobre -además de pastelillos- otro tipo de
“cocidos” que se trajinan frente a las mismas narices del
consulado. Pues sí. Y relájese. Le sugiero si padece estrés
un paseo montañero por mi Asturias, paraíso natural. Yo le
invito. O si prefiere los bravíos Pirineos piérdase unos
días por el bucólico valle de Arán. Pero tenga cuidado donde
pisa con la bota, no vaya usted a toparse con la boñiga de
una vaca: asturiana de los valles o aranesa.
Cordial y afectuosamente suyo, el menda lerenda. Ciudadano
J.L.
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