Vaya por delante la palabra: moro, “mauri”, antiguo
habitante de la Mauritania Tingitana. Y en segundo lugar su
aplicación: de honda raigambre histórica y sin ninguna
connotación insidiosa. Bien al contrario. Por no hablar, con
toda corrección, de las “dos Españas” del medievo: la
cristiana y la mora. Judíos aparte, porque si alguien hay
por éstas tierras africanas que pueda alardear de arraigo
son las antiquísimas tribus bereberes que lo poblaban,
muchas de ellas de cultura y religión judaica. Antes, por
supuesto, de la leve romanización (con la cristianización
posterior del siglo III) y, no digamos ya, de la
islamoarabización tras el siglo VII.
El hecho es que por múltiples factores la dinámica
demográfica de nuestra Ceuta, ciudad querida, va
progresivamente camino de una amplia mayoría, étnica y
cultural, de raíz mora. No árabe -los árabes son otra cosa-,
aunque una aun pequeña comunidad -junto a la hebrea y a la
hindú, en franco retroceso- va poco a poco asentándose entre
nosotros.
Bien es cierto que la Ciudad está haciendo un importantísimo
esfuerzo en pro de la convivencia, si bien a veces
cometiendo crasos errores con los que hay que tener sumo
cuidado, pues si bien una franca mayoría de nuestros moros
son gente pacífica y razonable no faltan quienes, fijándose
en agravios reales o imaginarios, echan leña al fuego
azuzando la discordia en busca, a veces, de espurios
intereses.
Detalles a tener en cuenta hay muchos. Ahí va uno bien
reciente: la entrega del Premio Convivencia a Mohamed Yunus
fue organizado en pleno Ramadán, media hora antes del
“ayuno”. Resultado: apenas acudieron nuestros moros al acto.
Por no hablar de la falta de tacto y delicadeza con el
propio homenajeado... retrasándole el esperado ágape.
La casuística abunda. Ayer mismo una agradable y fina colega
de la revista “Tiempo” pasó el día en Ceuta, documentándose
sobre las condiciones laborales de la tropa musulmana, más
de la mitad de los efectivos en casi todas las unidades.
Hizo de anfitrión por la mañana la Comandancia General,
recogiendo yo el testigo (tenemos los dos una buena amiga en
común) por la tarde. Tuvimos ocasión de entrevistarnos, en
privado, con varios efectivos moros de nuestro ejército. En
total libertad y según afirmaron los muchachos, no sufren en
absoluto ningún tipo discriminación. Y lo que es más
interesante: el ejército es la principal salida laboral para
ellos. Ya lo escribí en algún momento: la defensa de Ceuta,
el mero hecho de seguir aquí, está en sus manos. Que conste.
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