Escribo de fútbol lo menos posible
en esta columna. Y me consta que desdeño a muchos lectores
que verían con agrado que opinase de este deporte con
asiduidad. Máxime cuando el mundo del balón está en auge y
pobre de quienes carezcan de conversación acerca de cuanto
acontece en los estadios. En esta ocasión, sin embargo, no
me resisto a intervenir en la polvareda que han levantado
las declaraciones de Fabio Capello en relación con la
actuación de Casillas frente al Racing de Santander.
Unas declaraciones esperadas y anunciadas hace dos meses por
mí.
Mucho ha tardado, pues, en decidirse el entrenador italiano
a poner los puntos sobre las íes en lo tocante a una mentira
que ha alcanzado límites delirantes. Y uno, que lleva ya
años denunciando que lo de Casillas es el cuento mejor
contado de toda la historia de fútbol, se alegra que, por
fin, alguien más se haya atrevido a decir la verdad en voz
alta: que todo es una película.
Una película dirigida por Alfredo Relaño; director
del Diario As y de quien dicen que todo lo que ha
tocado en el Grupo Prisa lo ha convertido en oro. Un señor
bajito, con barba, y que parece que ha nacido para ser
exquisito. Para él, por lo que escribe y habla, los
jugadores deben moverse en el césped como bailarinas y, a
ser posible, gozar todos de la misma figura que poseen las
tres o cuatro tenistas destacadas de la Rusia actual.
A Relaño y los de su cuerda, que forman, mayormente, parte
de la prensa madrileña, les dio un día por airear que
Makelele era un don nadie; un negro que le estaba
cerrando el paso a Guti y que, además, era feo con
cojones. Sí, así como suena. Pues al director de As
cuando le disgusta el juego de un futbolista, Costinha,
por ejemplo, lo pone a parir y, encima, la goza destacando
su fealdad. Y es que, en ocasiones, los hombres pierden el
oremus por culpa de la cuota femenina.
Con Makelele la cagaron y la cagada le ha costado al Madrid
sangre, sudor y lágrimas. En cambio, el negro que le cerraba
el paso a Guti es pieza fundamental de un equipo que gana la
Liga inglesa con la punta del níspero. Que Santa Lucía, por
tanto, le conserve la vista a un periodista que todavía ha
sido incapaz de darse cuenta de que Casillas es un portero
bajito, muy bajito; que falla estrepitosamente en el área
chica; que su juego con los pies es deficiente; y que,
tácticamente, no tiene ni zorra idea de cómo ha de
comportarse un guardameta ante los problemas que van
surgiendo durante los partidos.
Iker Casillas, muy bien vendido por su representante, es un
portero sobrevalorado a quien se le cantan intervenciones
esplendorosas cuando no dejan de ser adornos para la
galería, en bastantes ocasiones. Con el agravante de que sus
errores son silenciados o se les buscan excusas sonrojantes.
A Iker Casillas, Relaño y compañia, le están haciendo un
flaco favor. Tanto están insistiendo en destacarlo cual
portero portentoso, cuya calidad está por encima de todos
los demás, incluido el propio Buffon, que a partir de
ahora habrá muchos más técnicos y jugadores que hablen tan
claro como Fabio Capello, si vencen el miedo al Grupo Prisa.
Uno entiende que un medio debe defender la marca que le
renta dinero. Pero no hasta el punto de contarnos el cuento
del alfajor en todos los partidos. Antes, cuando Matías
Prats, padre, no teníamos más remedio que creernos a pie
juntillas lo que el maestro decía por la radio. Ahora,
sentado ante el televisor, si un locutor grita paradón de
Iker, incluso estando ya el balón dentro de la portería, no
queda más remedio que reír y, de paso, acordarse de Relaño y
de cuantos hicieron posible que Makelele esté triunfando en
el Chelsea. Una hazaña de los periodistas exquisitos. Vaya
panda de mastuerzos.
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