Ni Caldera ni Rumí deben saber qué
se cuece en el interior del Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales, si nos atenemos a que, de un modo increible, el
ministro se destapó recientemente con unas declaraciones en
relación a la poca o ninguna solidaridad de los gobiernos
autónomos del PP al no ofrecerse para acoger a los famosos
menores de Canarias.
El caso es que, ejemplo de solidaridad fue de nuevo Ceuta,
que sí se ofreció pese a sus escasos recursos, a acoger a
tres de estos jóvenes y así se lo hizo ver al ministerio de
Caldera. Sin embargo no pareció contar tal detalle para todo
un ministro ni para toda una Secretaria de Estado. El
análisis que debe determinarse confiere tres vías, aunque
ninguna es aceptable, para explicar tal lapsus, no sabemos
si calamitatis: En primer lugar que realmente no sabían ni
Caldera, ni Rumí que Ceuta había solicitado menores para
acoger pese a su precariedad. Lo cual demostraría que la
zona administrativa del Ministerio y los cargos
misnisteriales andan en permanente cortocircuito. Algo que
no es ni saludable, ni deseable.
En segundo lugar puede contener tal lapsus un elemento de
ninguneo porque no se considere a Ceuta como una autonomía
más, por mucho que el PP la gobierne. Lo que sería
descabellado, pero no desdeñable en función de la reciente
historia de España vinculada a nuestra ciudad con decisiones
gubernamentales nada agraciadas ni defendibles (existiría
una larga lista de ellas).
En tercer lugar que sea un mero juego político en el que
todo vale para recriminar o sacar las vergüenzas aún a costa
de Ceuta.
La realidad es que la Ciudad Autónoma de Ceuta pasa por ser
la autonomía que porcentualmente ha solicitado un mayor
número de jóvenes para acoger. Son 3 sí, pero los recursos
de la Ciudad que le son rechazados o no suficientemente
apoyados por el Estado, son tan escasos que el simple
esfuerzo de solicitar lo que otros ni siquiera han hecho, es
de la suficiente enjundia y de a tener en cuenta, como para
que el Gobierno la hubiera puesto como ejemplo. Cosa que aún
no ha hecho, y suponemos ni hará.
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