El 6 de diciembre de 1978, el
pueblo español refrendó mayoritariamente el Proyecto de
Constitución Española que con posterioridad, el 27 de
diciembre del mismo año, fue sancionado por su Majestad el
Rey. Los españoles decidieron su futuro y, desde ese mismo
instante, nuestro país se constituyó en un Estado social y
democrático de Derecho, propugnando como valores superiores
de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político.
Con ello, los españoles abandonaron un sistema totalitario
carente de libertades y se convirtieron en iguales ante la
ley, sin que pudiera prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Iniciamos un camino repleto de obstáculos protagonizados por
una minoría intolerante, ideológicamente heterogénea, cuya
única intención era destruir un sistema elegido por la
mayoría al objeto de reinstaurar otro arcaico; tanto la
derecha e izquierda más reaccionarias como, los
nacionalistas separatistas que, a pesar del tiempo
transcurrido, continúan dificultando el camino.
En nuestra ciudad, también nos encontramos con individuos
que discriminan a una parte de la sociedad protagonizando
declaraciones y actuaciones que incitan a la exclusión
social amparándose en cuestiones religiosas a pesar de su
supuesto laicismo político.
Estos individuos, integrados en formaciones políticas y
asociaciones, proclaman una defensa extrema de una parte de
la sociedad escudándose en sus penurias reales, obviando al
resto de la ciudadanía que comparten miserias y pobrezas.
Ceutíes que, aunque no comparten credo religioso, viven en
condiciones lamentables y también necesitan de la
solidaridad de todos los ceutíes, sin exclusiones.
En definitiva, personajes añejos que, a pesar de su
juventud, deben ser desterrados de nuestra sociedad. Ceuta,
necesita del trabajo solidario , sin fisuras ni rupturas,
del mayor número posible de colectivos que produzca los
resultados deseados y merecidos.
|