(...) o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social”. Artículo 14 de la Constitución Española que, hasta
ahora al menos y que yo sepa, no ha sido formalmente
derogada o reformada. Y es tan clarita como la Academia:
limpia, fija y da esplendor.
Escribo esto porque a caballo entre Ceuta y Tetuán vivimos
cruzados un buen número de españoles (entiendo aquí por ello
los jurídicamente como tales, sin coletillas) de diferente
pelaje, sexo y condición laborando, cada uno a su aire, para
algo tan prosaico como intentar llegar a fin de mes. Y,
naturalmente, ninguno vive de la cosa esa pública, otro
desajuste lingüístico: porque a ver, si una” mujer pública”
es lo que el lector entiende un “hombre público”, ¿qué es?:
¿animal de compañía como decía el anuncio?. Tienen coña y
retranca las palabrejas.
Volviendo pues al principio y aprovechando que el río Piles
pasa por Gijón, retomo el titular para llamar la atención
sobre los españoles -y afines- retenidos o detenidos en
Marruecos. Yo mismo pasé tres horas el pasado viernes en una
comisaría de circunscripción por temas de rutina (como los
chequeos médicos, vamos) y, al igual que en otras ocasiones,
fui tratado con el debido respeto y cortesía. Claro que yo
tengo mis métodos y siempre voy de frente, con saludos,
muchos, muchos saludos y no me pasa ni por asomo lo que al
colega del Decano, Yamal, que se embosca en el portón de una
panadería junto al cine Avenida para intentar “robar” unas
fotos a los ceutíes de la pesca submarina cuando entraban en
el Juzgado de Tetuán y lo trincan. Me enteré del tema en
tiempo real, aunque ya Carmen había tirado de teléfono
implicando a un alto responsable ceutí en temas de
seguridad, quien llamó directamente al consulado de Tetuán
y, ¡zas!, en apoyo del colega (“ciudadano marroquí”, leerá
el lector porqué lo enfatizo) corre raudo el Séptimo de
Caballería ... a lomos de la diplomacia española. Miel sobre
hojuelas. Pero el caso es que los tres ciudadanos detenidos
por la policía marroquí y que iban a ser presentados ante el
Juzgado “eran españoles” (subrayo, bueno dos son de El
Príncipe porque el tercero es de Castillejos, aunque está
casado con una española y tiene tarjeta de residencia),
llevaban varios días detenidos (creo recordar que cuatro)
acusados de terrorismo... y no habían contado con el
preceptivo apoyo consular. ¿Por qué, porque eran moros?. Me
niego a creerlo y ni siquiera pensarlo, porque sería muy
grave... Errores y disfunciones se cometen siempre: erratum
humanun est. Sigamos tirando del hilo y nos encontramos con
que los dos pescadores sufrieron un chivatazo desde Ceuta, o
sea alguien comunicó a las autoridades marroquíes que estos
dos conciudadanos caballas traficaban con fusiles
ametralladores khalasnikov, para ser exactos. Las criaturas
son seguidas hasta Yebha (antiguo Puerto Capaz), donde se
zambullen en las aguas enganchando en sus arpones un mero de
un kilo y un hermoso sargo, entre otras menudencias. Duermen
en casa de un colega de la pintoresca localidad sita junto a
Punta Pescadores y ya de vuelta a la Ceuta, después de
apaciguar el estómago en la ciudad de la Blanca Paloma por
la zona de Bab Okla (Puerta de la Reina) bajando con su
coche, tranquilos y confiados, desde Condesa hasta
Castillejos son interceptados a la americana (de película,
vamos) por efectivos de la seguridad marroquíes. Lo dicho:
españoles detenidos y sin cobertura diplomática varios días.
Parece que tras el apoyo consular prestado a Ouabhi y las
gestiones de sus familiares ante don Jenaro, la situación
fue cambiando para nuestros pescadores: al fin con reflejos
nuestros esforzados diplomáticos de la céntrica calle
Mohamed V (General Franco hasta 1956) les acercan a la
prisión de Tetuán dos mantas, unas bolsas de magdalenas,
bizcochos y galletas, una caja de quesitos (no sé si de “La
vaca que ríe”), dos litros de leche y cuatro yogures. Encima
y como malvados y “presuntos terroristas” las autoridades
del país vecino los arrojan entre lo peorcito que había
entre rejas, de donde curiosamente son sacados y recogidos a
un lugar más seguro (los españoles tienen habitáculos
especiales pero éstos chicos no sé de donde serían...) por
un notable encarcelado, adivine el lector: el famoso
narcotraficante ceutí apodado El Nene, quien acude presto y
solícito, cual diplomático in péctore, en ayuda de los
compatriotas. Los que si fueron diplomáticamente atendidos,
en tiempo y forma, fueron los dos chicos españoles detenidos
en Tánger (el último el pasado martes) y a los que la
representación española en la ciudad ofrece una ayuda de 120
euros al mes: suficiente para comprar favores entre barrotes
y algunos alimentos como quesitos de La vaca que ríe,
naturalmente. No eran moros, por cierto.
Yo no sé si de eso han hablado (con los detalles siempre he
sido prudente) el pasado miércoles en la vecina ciudad de
Tetuán nuestro delegado del Gobierno Jenaro García Arreciado
y el wali de la provincia (también estuvo el gobernador
local), tras un suculento almuerzo que se prolongó hasta las
17.00 locales. Tras esa visita de cortesía, de la que ambas
partes salieron satisfechas, me consta la buena impresión
que don Jenaro causó (cuentan que por su afabilidad y
campechanía) entre las autoridades marroquíes, máxime
después de la abrupta y nunca explicada salida (con claves
internas y externas) de Jerónimo Nieto de la Plaza de los
Reyes (quién, por cierto, me remitió saludos a primeros de
mes desde México lindo y querido) y las a veces tensas
relaciones, en el marco del flamante hotel Sofitel (en el
que por cierto llegó a dormir una noche la Reina Sofía), con
mi paisano (no sé si tien perru pero ye de Mieres) y ex
delegado del Gobierno Luis Vicente Moro. Claro que algunas
cosas más debió de tratar al día siguiente, jueves 16, en
Ceuta ciudad querida nuestro flamante cónsul en Tetuán,
Jiménez Ugarte, además de asistir a una interesante
conferencia en el casino militar en compañia del director
del antiguo hospital español en la ciudad del Dersa.
Cambiando de tercio y para rematar la faena insisto en mi
percepción sobre la diana que algunos dibujan en la figura
del Emir Al Moumenín, Mohamed VI: no es ya que a veces le
agobie al rey de Marruecos el sobreuso de un fino y seguro
(aunque “sin alitas”) chaleco antibalas, sino la profunda
desconfianza y la mala imagen que significa negar a los
soldados que custodian, cuando se les requiere, los
alrededores del palacio real de la popular plaza del Feddán
(ahora Hassan II y antes Plaza de España) en Tetuán los
cargadores para sus variopintos fusiles ametralladores.
Porque por llevar no llevan ni munición en el cinturón...
Excelente disuasión. Los que si están armados hasta los
dientes son los leales efectivos que acampan para las
ocasiones en las inmediaciones del aeropuerto de Sania Ramel,
junto al hotel Chaims.
En cuanto a los “suicidas integristas” de Tetuán y de los
que hace años llevo escribiendo (también he sido el primer
cronista español en entrevistar a Mohamed Haddad, acusado en
su tiempo de estar integrado en las células del 11-M), por
si al lector le interesa El Mundo publicaba ayer domingo la
punta del iceberg, firmada al alimón por Juan C. de La Cal y
Yamal Ouabhi, el corresponsal en Marruecos de nuestro otro
colega en la ciudad. Buen trabajo aunque con datos un poco
desfasados. Lo actualizaremos, enlazando datos
significativos, cualquier día de estos.
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