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OPINIÓN - VIERNES, 17 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Zurrapilla de lomo
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Me llaman amigos y lectores para que les informe sobre las propiedades nutricionales de la zurrapilla de lomo como primera colación de la jornada, pero ¡Ay desventurada de mí! Dios no ha se ha dignado permitir, pese a su infinita misericordia, que servidora se deleite a horas tempranas con manjares autóctonos de mi barriada. En absoluto. Y cuando hablo de alimentación me estremezco ante la noticia difundida ayer de la modelo brasileña, anoréxica, que ha muerto con 40 kg. para 1,74 de estatura por una infección generalizada. Yo, en el 2004, como consecuencia de un agotamiento neuronal y fallos de la química del cerebro, llegué a 44,600 para 1,68 y estaba muy delgadita, así que aconsejaron internarme para meterme la sonda nasogástrica. ¡Já! No me dejé. Pero me prescribieron antidepresivos tricíclicos asquerosos, me cago en todos sus muertos encadenáos y engordé diez kilos. Porque los tricíclicos provocan un ansia irrefrenable de batidos de fresa, bien espesos, donuts de chocolate, pulpo a la gallega y apetencias culinarias que, más bien parecen antojos de preñada. ¿Qué si yo me metía los dedos tras los atracones de Nocilla? No. Nunca me he metido los dedos. Porque controlo y he perdido ya los primeros 5kg. controlando y a fuerza de codos, es decir, de estudio de tratados naturistas y de revistas de divulgación científica.

Hoy paso hambre, estoy canina y sueño con merengues. El día de Todos los Santos, ante el escaparate de una confitería que exhibía bandejas de exquisitos huesos de santo, sencillamente, me eché a llorar. Pero soy disciplinada, porque es algo que me imbuyeron a hostias mis maestras marroquíes en mi añorado Rif y si me tengo que alimentar a base de cereales, yogur 0, tortitas secas de arroz y de soja, té rojo, control de carbohidratos y cero grasas, lo hago. La zurrapilla de lomo me es tan lejana como poseer algún día un Ferrari o unas flores de Odilón Redon, o un huevo auténtico Fabergé, o…

Vale, o mil cosas apetecibles que, en verdad no me apetecen porque, por educación y por opción, solo ansío poseer aquello que, en un naufragio, el mar no me pueda arrebatar, es decir, mis neuronas bien engrasadas, generando a tope serotonina, rezumando endorfinas y todos los conocimientos que pueda acumular a lo largo de mi existencia. Del resto paso. ¿Qué si paso de la zurrapilla? No. Pero controlo y desayuno con galletas Diet insípidas con L-Carnitina, más una cápsula de L-Carnitina y Q-10 para devorar los lipocitos, más varios cafés con un líquido blancuzco al que llaman leche desnatada enriquecida con calcio y dos y dos cápsulas de alcachofa, desintoxicante y camilina-té verde drenante, Dobupal 150 para controlar y tiamina para dar vidilla al cerebro. Sustituyo la zurrapilla por dos cápsulas de glucamano de efecto saciante que, para mí que son un placebo porque yo siempre estoy ansiosa por paladear dulces de masa pastelera. Y a andar. Tres kms. de ida y otros tantos de vuelta para el café. Cansa al principio pero luego te acostumbras, pero no se quema mucho, se quema más en las asistencias a los detenidos, donde notas que sudas adrenalina porque, el cliente, te está transmitiendo su miedo y su angustia. O el sudor helado de cuando un hijo te pide algo lógico y no se lo puedes dar. ¿Zurrapilla en la mañana? ¡Ojalá!.
 

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