Convocado por la Organización Islámica para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (ISESCO) y la Asociación Islámica
Mundial de la Al-Daw´a, bajo el patrocinio del Reino de
Marruecos -Mohamev VI envió a un consejero real-, tuvo lugar
hace dos semanas en Xauen (población situada a 105 kms. de
Ceuta) el II Encuentro Internacional de Educación y Cultura
sobre la Alianza de Civilizaciones.
Al acto asistieron, de forma oficial, representantes de
Marruecos, España, Estados Unidos, Argelia, Libia, Arabia
Saudí, la Unesco y El Vaticano. Por parte española intervino
el Cónsul en Tetuán, Javier Jiménez Ugarte, mientras
mantuvieron reuniones de trabajo el embajador Pablo Barrios
y el director de la Fundación Pluralismo y Convivencia, José
Mª Contreras. También presentaron diferentes comunicaciones
Mhedi Flores, en representación de la Junta Islámica de
España y Antonio Romero. Fueron muy seguidas las
intervenciones de Giovanna Gutiérrez de Calderón (en nombre
de “Mujeres para el Diálogo y la Educación”), quien se
mostró muy crítica logrando algunas menciones en la
declaración final y la de Antonio Rodríguez, profesor de la
Universidad de Córdoba quien abordó el tema “andalusí”,
cosechando numerosos aplausos.
Otras cinco mujeres acapararon la atención. La representante
de la UNESCO presentó un perfil más técnico, mientras que la
diplomática de la legación norteamericana -gran conocedora
de Marruecos- se esforzó en presentar una visión
conciliadora, destacando el clima de libertad en el que vive
la comunidad musulmana en los Estados Unidos. Pero fue sin
duda la cualificada representación de la República Islámica
de Irán la que acaparó muchas atenciones: si la esposa del
Presidente del Parlamento iraní fue más protocalaria, la
hispanista y ex asesora de cultura de la embajada iraní en
Madrid, Najmeh Shobeiri -quien se expresó en numerosas
ocasiones en español-, logró “enganchar” más con el público
con un discurso cálido y cercano, con alusiones práticas.
Finalmente la vicepresidenta del Centro Cultural Islámico de
Valencia dejó también oir su voz.
Otro asistente destacado por su significado y carácter
personal fue Monseñor Sergio Maurizio Soldini, Prelado de
Honor de Su Santidad quien, además de su intervención
oficial, callejeó por la ciudad y compartió vivencias con el
resto de los asistentes. También fue señalada la asistencia,
sumándose a las conclusiones, del Ministro de la Presidencia
de Argelia y, cómo no, del director de estudios diplomáticos
de Arabia Saudí.
Fue una pena a juicio de los asistentes la falta de
asistencia de una más nutrida representación marroquí, tanto
del mundo de la universidad y la cultura (donde hay notables
especialistas) como de la política, pues la sociedad
marroquí está viviendo, puertas adentro, una fuerte
controversia -no exenta de tensión- entre diferentes
concepciones que podemos agrupar en dos: el “islamismo”, en
alza como una marea y la sociedad civil con un perfil más
cercano a planteamientos occidentales. Apostando entre ambas
se posicionó el doctor Harraj, presidente de la Daw´a
Islámica en Xauen cuya intervención fue definida, por
algunos asistentes, como “dura”. Tampoco se entendió la
ausencia de Túnez.
La “Declaración de Xauen” (que volvió a proponer la ciudad
para un tercer encuentro el año que viene) se posicionó a
favor de una “reparación histórica” a la comunidad de orígen
“andalusí”, mientras hacía guiños al papel de la mujer en
las sociedades islámicas mencionando, con puntillas, a “las
asociaciones juveniles y feministas en la zona para
organizar semanas culturales dedicadas a la activación del
papel de la cultura en el fomento del diálogo entre las
culturas y de la alianza entre civilizaciones”.
La Declaración de Xauen recalcó la importancia de la
educación “en cuanto condición necesaria para el éxito de
los propósitos aspirantes a establecer un verdadero diálogo,
efectivo e interactivo entre las culturas, civilizaciones y
pueblos de la zona del Mediterráneo”, proclamandola
necesidad de fomentar “el espíritu de convivencia,
concienciando a estudiantes y alumnos de sus derechos,
comprometiéndose con los valores comunes, la justicia, la
equidad, la tolerancia y el respeto del otro”.
A nivel práctico podríamos resumir las siguientes
propuestas:
- Potenciar el valor de la educación.
- Organizar un “Observatorio Mediterráneo de los
Estereotipos”
- Crear una red mediterránea de asociaciones civiles
dedicada al diálogo intercultural y la alianza de
civilizaciones.
También hubo acuerdo en buscar un lenguaje apropiado a la
hora de entendernos, así como el equivalente a un “libro de
estilo” para los medios de comunicación, aspectos que fueron
presentados por el abajo firmante y firmente apoyados, entre
otros, por la representante iraní, Najmeh Shobeiri, Giovanna
G. de Calderón (“Mujereres para el Diálogo y la Educación”),
la Comunidad Islámica de Valencia y la Junta Islámica de
España.
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Lenguaje para una Alianza
Allí en lo alto, sobre la tribuna
y con un tiempo limitado, intenté ser práctico y hacer
llegar el mensaje, omitiendo la famosa frase de Ortega: “La
palabra es un sacramento de muy delicada administración”.
Tampoco era el lugar para, con cierta ironía, abordar el
diferente significado, en Asturias y Cádiz sin ir más lejos,
de castizos términos relacionados con el macho cabrío y la
mención a la madre de uno. Por ejemplo.
Fui rápido y prosaico, remitiéndome para ser claramente
entendido a la temperatura del te o café que nos servían
(atención de la ISESCO) en los descansos. Como es natural,
para unos siempre estará “frío” mientras que para otros
estará “suficientemente caliente”. La clave estaría en
ponernos de acuerdo sobre los “grados”, la temperatura de
referencia.
A nivel de un diálogo entre culturas pasa algo parecido. Ni
se me ocurre poner en duda la buena intención de todos los
asistentes, naturalmente. Todos hablábamos de “paz”,
“libertad”, “tolerancia”, “derechos humanos”....., pero ¿estámos
hablando realmente de lo mismo?. Por decirlo de otra forma,
retomando el símil de la bebida: ¿tomamos como referencia la
misma “temperatura”?.
Vaya el famoso ejemplo del velo enlas mujeres y la libertad
o no de portarlo. A nivel de calle, en Irán es obligatorio
mientras que en Túnez están luchando por erradicarlo.
Argelia también se debate en la encrucijada, mientra en
Marruecos no suele haber problemas en uno u otro sentido.
Otro espacio problemático es el laboral. En cuanto a Europa,
Francia y el Reino Unido mantienen posturas contrapuestas
(sobre España paso de puntillas, por el momento).
Más puntos de fricción presentan los derechos humanos, no ya
en cuanto a su aplicación sino en su enunciado: la Carta de
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas es contestada
por la Declaración de los Derechos Humanos Islámicos de El
Cairo. Suma y sigue. Pero en libertad y con tolerancia.
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