Dice el refranero que mama de las
raíces de la sabiduría popular que “A veces Dios escribe
derecho con renglones torcidos”. Y, como el Sumo Hacedor, no
da puntada sin hilo, para paliar esa falta de horizontalidad
dota al ser humano de un cerebro y de una serie de
capacidades cognoscitivas y volitivas, que, por lógica, hay
que encaminar a enmendar esa especie de reto divino. Se nos
plantea una especie de incógnita que hemos de desentrañar,
en plan análisis y síntesis y hacerlo lo mejor posible. Con
los dos hemisferios cerebrales trabajando a destajo y
perfectamente coordinados.
Y es por ello, cuando se enmienda una torcedura, que es pura
provocación de la Mente Suprema, hay que valorar el mérito
humano y mostrar el reconocimiento al descubrimiento, a la
iniciativa o a la idea.
Toda esta palabrería inicial, viene motivada por mi
satisfacción y la de todas las personas dotadas de una
mínima sensibilidad, ante la aprobación en el Congreso de la
ley que permite a los transexuales modificar su DNI sin
intervención de reasignación genital, es decir, sin haber
tenido que pasar necesariamente por el calvario quirúrgico
como “condictio sine qua non”.
En veintisiete años de ejercicio de la abogacía he visto,
lógicamente, expedientes de cambio de sexo y son una
experiencia dura, desde el punto de vista humano y
emocional. He conocido a chicas atrapadas en cuerpos de
hombres, por una especie de pesada broma genética, por una
malvada jugarreta del destino. También conocí a un muchacho
atrapado en un cuerpo femenino y también conocí un sistema
legal que se me antojaba absolutamente despiadado e
indiferente hacia todos los privados de libertad. Se lo juro
a ustedes, entre esas carpetas que llevan una pegatina roja
que pone en letras negras “Urgente .Causa con preso” y las
de “Registro Civil. Cambio de sexo” no encontrábamos mi hijo
mayor Gabriel ni yo ninguna diferencia, ni motivo alguno que
aconsejara más premura a unas causas que a las otras : todos
estaban idénticamente en prisión. Y todos luchaban
denodadamente, dejándose la vida y la energía en ello, para
lograr la libertad.
Los presos por las Leyes Penales, por salir del Hotel la
Reja, los presos en un género prestado, por recobrar su
auténtica identidad. Todos por vivir y ser libres y ese “ser
felices” que para servidora debería aparecer en el
articulado constitucional como derecho inalienable del
ciudadano.
El Proyecto de Ley aprobado por la Comisión de Justicia del
Congreso se me antoja una ley que va a hacer felices a
muchas criaturas, como una especie de indulto o de medida de
gracia, de esos que dejan las cárceles semivacías. Aunque no
es un indulto general sino parcial, porque sigue poniendo
condiciones a una situación tan real y dolorosa como es la
de vivir encadenado o encadenada a un género que no es real.
¿Dos años de medicación antes de modificar el DNI? ¿Y si la
persona no ha podido por cualquier causa estar dos años
medicándose de manera continuada? Para mi el ser hombre o
mujer no es cuestión de hormonarse a tope, supongo que con
peligro de averiarse el hígado, el páncreas, el estómago o
los riñones (Confieso que hablo con boca de necia porque
ignoro si esa feroz medicación tiene efectos secundarios
adversos, pero, ante la mucha química, los órganos suelen
reaccionar mal).
Como el “maverick” que predicara Orson Welles yo creo que
ningún Gobierno puede obligar a nadie a ser quien no desea
ser, ni ponerle trabas, requisitos y todo tipo de obstáculos
legales para alcanzar su meta. ¿A quien o a que perjudica el
que se reconozcan derechos a los transexuales? A nadie. Al
revés, si se es cristiano ha de satisfacer el que cualquier
persona diagnosticada de “disforia de género” encuentre todo
tipo de facilidades y apoyos para ser él o ella misma.
¿Quién mierda es la Administración para meterse a
obstaculizar e incordiar? Eso pasa por vivir en un Estado
laico que no sabe de la sutil e innegable conjunción que ha
de haber entre las leyes de los hombres y las leyes de Dios.
Mis defendidos en temas de cambio de sexo a nadie dañaban y
les pasaba, en su prisión de género, como a mis entalegados
en cárceles, que si contaban con el amor incondicional y con
el firme apoyo de sus familias, todo era infinitamente menos
duro, dentro de su extrema dureza, pero si era al contrario,
era un infierno.
No hace tantos años que comenzó a hablarse en Andalucía de
la gratuidad del cambio de sexo por la Seguridad Social,
pero he conocido a buena gente ahorrando chavito a chavito
para costearse una intervención. Me recordaba a las familias
que se entrampan y acuden a esos que dicen en las barriadas
que “dan dinero al interés” para pagar una de esas fianza
que, la ley señala pomposamente como “garantía asegurativa
del cumplimiento de los deberes y obligaciones de quien se
encuentre en libertad provisional”. ¿Y si no hay manera de
rascar las perras? Pues el tipo no sale, o sale con el
tiempo si va bajando la fianza. Hasta hace nada, los
diagnosticados de disforia de género, para conseguir la
libertad, tenían que pagarlo y mucho, no tan solo en dinero,
sino en cirugía ,medicación, tratamientos y más
tratamientos… Confieso que, muchos de esos nombres que
aparecían en las tapas del expediente, tenían el alma
profundamente cansada, se les agotaban las energías, era
todo muy duro, muy laborioso y más pesado que un recurso
contencioso-administrativo. ¿Qué dicen? ¿Qué tanto los
recurrentes como los del cambio de DNI son personas? Por
supuesto, pero el que recurre por la vía contenciosa suele
tener intereses y problemas muy dispares en dramatismo a los
que aspiran a un nuevo nombre y a que se les reconozca
quienes son porque, serlo, es su voluntad y expresión de su
libertad.
“Cirugía de reasignación genital” ¿Por qué un quinario
previo? Diagnóstico y certificación de disforia de género,
reconocimiento de los derechos, respeto a su opción y luego,
la persona, ya encauzará sus pasos hacia donde más y mejor
le convenga. Pero no por imposición “O te operas o no hay
nuevo DNI” sino porque sí, porque es natural que, una mujer
que sale en libertad de un género que no le corresponde,
quiera que todo se adecue a su nueva condición civil y
quiera imitar a iconos como Bibi Andersen, una señorona
donde las haya, musa de Almodóvar y estilazo a tope. O un
chico que deja de ser chica, porque nunca lo ha sido ni lo
ha sentido, apetezca de vida, de trabajo, de realización…
¿Qué como eran las personas de los temas de Registro Civil
que me ha tocado vivir? Pues las que he conocido eran
discretas y educadas y también bienaventuradas, porque
contaban su historia y acababan llorando, de pena o de
impotencia “Bienaventurados los que lloran porque ellos
serán consolados”. Dios escribe derecho, pero a veces tuerce
los renglones y mira a los hombres y entonces van los
hombres, aceptan el reto y dictan una medida inteligente y
todo queda en orden en el Universo.
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