Sin duda alguna, no hay que ser un
genio para darse cuenta, la democracia es el menos malo de
los sistemas. Pero, sólo eso, el menos malo.
Pero, de la misma forma, hay que reconocer, que dependiendo
del sistema que se adopte a la hora de las votaciones, en
algunas ocasiones, deja mucho que desear.
Por ejemplo, el sistema que empleamos en España y que, con
el mismo, puede llegar a gobernar quienes el pueblo, ese que
dicen que es “soberano”, no sólo no le ha dado sus votos,
sino que les ha hecho perder miles de ellos diciéndoles, con
claridad meridiana, que no quieren que les gobierne.
Manda tela que, precisamente, los que el pueblo no quieren
que les gobiernen, sean por culpa, culpita de los pactos,
los que les van a gobernar. De ahí, que la mayor mentira que
se le dice al pueblo, que es “soberano”.
Tenemos un caso claro, se puede dar en Cataluña, que los dos
partidos más castigados en las urnas, PSC y ERC, o sea los
que el pueblo no quiere que les gobierne, firmen un pacto,
reediten el tripartito y a gobernar, poniendo al charnego de
Montilla de presidente de la Generalitat cuando,
precisamente, ha sido el candidato a quien el pueblo más le
ha negado su confianza, haciéndole perder cinco diputados.
Eso, no es más que una tomadura de pelo a ese pueblo, al que
pomposamente llaman “soberano” y que no llega ni a
“garrafón” del malo.
Con este sistema de votaciones el pueblo no pinta nada, sólo
el ir a votar cada cuatro años, depositando las papeletas en
las urnas para que, después, los pactos y otras cosillas
hagan el resto, dándole el gobierno de los pueblos, ciudades
y comunidades, precisamente, a quienes menos se les ha
votado.
Lógicamente, como consecuencia de todas estas cosas, llegan
las grandes abstenciones a la hora de ir a votar.
Los políticos tratan de averiguar el motivo de tan altas
abstenciones en las elecciones que, cada vez que toca ir a
votar, son mayores.
Muchas veces, los políticos achacan , esa alta abstención,
al buen tiempo, a que el personal decide irse a la playa o
al campo, por ser día festivo y a no sé cuántas cosas más.
Si esa es la excusa que encuentran para tan alta abstención,
nos vienen a demostrar que el personal, ese que decide ir a
la playa o al campo por ser día festivo, pasa olímpicamente
de las elecciones que, por cierto, es una demostración
palpable, que les trae sin cuidado.
No hay que achacar, al buen o mal tiempo, al festivo o no
festivo, las altas abstenciones que se están produciendo en
cada una de las votaciones en las que le pueblo debe
depositar sus votos en las urnas.
La explicación es mucho más sencilla y no hay que ser un
genio para adivinar que, esas altas abstenciones, están
motivadas porque el pueblo, ese al que llaman soberano y no
es ni del garrafón del malo pasa, cada día más, de la
política y de los políticos.
Y todo porque ese pueblo entiende que su voto, al final de
cuentas, no vale para nada ya que, siempre, por el asunto de
los pactos y otras cosillas terminan gobernando los que el
pueblo no les ha dado su confianza. Mal camino llevamos.
A ver cómo les explicamos, a los catalanes, si de nuevo se
forma para gobernar el.tripartito, cómo es posible que les
vayan a gobernar, precisamente, dos de las formaciones que
han sido más castigadas en las urnas. Lo que quiere decir,
ni más ni menos que, Cataluña, no quiere que les gobiernen
esas dos formaciones. A pesar de que esos pactos están
dentro de la legalidad del juego democrático.
Y que conste que esto, de ser gobernados por quienes el
pueblo les ha negado su confianza, no sólo se da en
Cataluña, sino en muchas de las comunidades, ciudades y
pueblos de España, que nos gobiernan quienes no queremos que
nos gobiernen, Y, después, pasa lo que pasa.
Y es, en esos momentos, donde los políticos empiezan a
buscar las explicaciones que no encuentran porque,
realmente, no existen explicaciones, ante la claridad de las
mismas.
En nada volveremos a tener elecciones municipales y volverá
de nuevo a surgir, en todas las ciudades y pueblos de
España, esa alta abstención que tanto preocupa a los
políticos que tratan, por todos los medios a su alcance
estudiar las causas que las motivan.
No hay que hacer muchos estudios, sólo basta con lanzarse a
la calle y preguntarle al pueblo, a ese pueblo que
aprovechando el buen tiempo y que es festivo se va al campo
o a la playa con la familia, pasando olímpicamente de
cumplir sus obligaciones como ciudadanos que es ir a votar.
La contestación que recibirán será, siempre, la misma. ¿para
qué si después gobierna lo que la mayoría no hemos votado?.
O aquello otro que les dicen: “Gana fulanito o menganito que
es el que más votos ha sacado, después se juntan dos o tres,
suman sus votos y el que ha ganado no gobierna, sino los que
han perdido. Prefiero irme a la playa o al campo a disfrutar
con mi familia”.
Algo tiene que cambiar.
|