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OPINIÓN - MARTES, 7 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Sin duda alguna, no hay que ser un genio para darse cuenta, la democracia es el menos malo de los sistemas. Pero, sólo eso, el menos malo.

Pero, de la misma forma, hay que reconocer, que dependiendo del sistema que se adopte a la hora de las votaciones, en algunas ocasiones, deja mucho que desear.

Por ejemplo, el sistema que empleamos en España y que, con el mismo, puede llegar a gobernar quienes el pueblo, ese que dicen que es “soberano”, no sólo no le ha dado sus votos, sino que les ha hecho perder miles de ellos diciéndoles, con claridad meridiana, que no quieren que les gobierne.

Manda tela que, precisamente, los que el pueblo no quieren que les gobiernen, sean por culpa, culpita de los pactos, los que les van a gobernar. De ahí, que la mayor mentira que se le dice al pueblo, que es “soberano”.

Tenemos un caso claro, se puede dar en Cataluña, que los dos partidos más castigados en las urnas, PSC y ERC, o sea los que el pueblo no quiere que les gobierne, firmen un pacto, reediten el tripartito y a gobernar, poniendo al charnego de Montilla de presidente de la Generalitat cuando, precisamente, ha sido el candidato a quien el pueblo más le ha negado su confianza, haciéndole perder cinco diputados.

Eso, no es más que una tomadura de pelo a ese pueblo, al que pomposamente llaman “soberano” y que no llega ni a “garrafón” del malo.

Con este sistema de votaciones el pueblo no pinta nada, sólo el ir a votar cada cuatro años, depositando las papeletas en las urnas para que, después, los pactos y otras cosillas hagan el resto, dándole el gobierno de los pueblos, ciudades y comunidades, precisamente, a quienes menos se les ha votado.

Lógicamente, como consecuencia de todas estas cosas, llegan las grandes abstenciones a la hora de ir a votar.

Los políticos tratan de averiguar el motivo de tan altas abstenciones en las elecciones que, cada vez que toca ir a votar, son mayores.

Muchas veces, los políticos achacan , esa alta abstención, al buen tiempo, a que el personal decide irse a la playa o al campo, por ser día festivo y a no sé cuántas cosas más.

Si esa es la excusa que encuentran para tan alta abstención, nos vienen a demostrar que el personal, ese que decide ir a la playa o al campo por ser día festivo, pasa olímpicamente de las elecciones que, por cierto, es una demostración palpable, que les trae sin cuidado.

No hay que achacar, al buen o mal tiempo, al festivo o no festivo, las altas abstenciones que se están produciendo en cada una de las votaciones en las que le pueblo debe depositar sus votos en las urnas.

La explicación es mucho más sencilla y no hay que ser un genio para adivinar que, esas altas abstenciones, están motivadas porque el pueblo, ese al que llaman soberano y no es ni del garrafón del malo pasa, cada día más, de la política y de los políticos.

Y todo porque ese pueblo entiende que su voto, al final de cuentas, no vale para nada ya que, siempre, por el asunto de los pactos y otras cosillas terminan gobernando los que el pueblo no les ha dado su confianza. Mal camino llevamos.

A ver cómo les explicamos, a los catalanes, si de nuevo se forma para gobernar el.tripartito, cómo es posible que les vayan a gobernar, precisamente, dos de las formaciones que han sido más castigadas en las urnas. Lo que quiere decir, ni más ni menos que, Cataluña, no quiere que les gobiernen esas dos formaciones. A pesar de que esos pactos están dentro de la legalidad del juego democrático.

Y que conste que esto, de ser gobernados por quienes el pueblo les ha negado su confianza, no sólo se da en Cataluña, sino en muchas de las comunidades, ciudades y pueblos de España, que nos gobiernan quienes no queremos que nos gobiernen, Y, después, pasa lo que pasa.

Y es, en esos momentos, donde los políticos empiezan a buscar las explicaciones que no encuentran porque, realmente, no existen explicaciones, ante la claridad de las mismas.

En nada volveremos a tener elecciones municipales y volverá de nuevo a surgir, en todas las ciudades y pueblos de España, esa alta abstención que tanto preocupa a los políticos que tratan, por todos los medios a su alcance estudiar las causas que las motivan.

No hay que hacer muchos estudios, sólo basta con lanzarse a la calle y preguntarle al pueblo, a ese pueblo que aprovechando el buen tiempo y que es festivo se va al campo o a la playa con la familia, pasando olímpicamente de cumplir sus obligaciones como ciudadanos que es ir a votar.

La contestación que recibirán será, siempre, la misma. ¿para qué si después gobierna lo que la mayoría no hemos votado?. O aquello otro que les dicen: “Gana fulanito o menganito que es el que más votos ha sacado, después se juntan dos o tres, suman sus votos y el que ha ganado no gobierna, sino los que han perdido. Prefiero irme a la playa o al campo a disfrutar con mi familia”.

Algo tiene que cambiar.
 

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