Según informaciones muy recientes, la enseñanza de la
Religión en Secundaria Obligatoria (alumnos de entre 12 y 16
años) será evaluable y computable –salvo en contadas
excepciones- y los alumnos que no la cursen recibirán de los
centros la “adecuada atención educativa”, según el borrador
de Decreto de Enseñanzas Mínimas de Educación Secundaria
Obligatoria (ESO).
Por parte del Ministerio se aclara que “la Religión contará
como cualquier otra asignatura para pasar de curso”. El
Proyecto deja en manos de los centros el diseño de la
atención educativa, que como la Religión deberá estar dentro
del horario escolar.
Recordemos que la Ley de Educación (LOE) establece en
Secundaria los alumnos que repetirán curso con tres o más
asignaturas pendientes, aunque excepcionalmente podrán
promocionar de curso con tres suspensos. La normativa
vigente, uno de los pocos aspectos de la Ley de Calidad (LOCE)
que se ha aplicado, también obliga a repetir con tres
pendientes.
Además, el citado borrador de mínimos contiene como
importante novedad la creación de una “versión laica” para
la asignatura de Religión, bajo el epígrafe “historia y
cultura de las religiones”. Así, el Gobierno propone que los
padres o tutores que pidan para sus hijos enseñanza de
Religión, “podrán elegir entre la Religión Católica, las de
aquellas otras confesiones religiosas con las que el Estado
tenga suscritos acuerdos internacionales o de cooperación en
materia educativa, en los términos recogidos en los mismos,
o la enseñanza de “historia y cultura de las religiones”
El proyecto determina que la evaluación de la Religión
Católica y de “historia y cultura de las religiones” se
realizará en los mismos términos y con los mismos efectos
que las otras materias de la etapa. Las calificaciones no
computarán en becas o Selectividad, por ejemplo, o cuando se
trate de procesos de selección mediante la nota media. Sin
embargo, sí lo harán para pasar de curso.
Con ello, el Ministerio considera que se respetan los
acuerdos entre la Iglesia y el Estado y respetan los
derechos de todos.
Fuentes de la Conferencia Episcopal declinaron “opinar sobre
borradores” y resaltaron su disposición por dar a la
Religión “el espacio y la relevancia que merece”, y recuerda
que el 85% de las familias eligen la asignatura de Religión.
Cuando el borrador alude a que la Religión será evaluable y
computable, salvo en contadas ocasiones, se referirá a los
casos de concesión de becas o para puntuar en la
Selectividad. En lo que se refiere a alumnos que no cursen
la Religión Católica, recibirán en los Centros la adecuada
“atención educativa”, no se habla de que exista una
alternativa como tal, que bien pudiera ser la llamada
“versión laica” con el epígrafe de “historia y cultura de
las religiones”. Tampoco están nada claro lo de dejar en
manos de los centros el diseño de “atención educativa”.
En mi etapa de responsabilidad educativa, en determinados
momentos, el tutor del grupo-clase, cuando su tutoría era
atendida por el profesor de Religión, tenía que ser el
propio tutor el que atendiera a aquellos alumnos que no
habían optado por dar la clase de Religión. Dependiendo del
lugar y del momento, el grupo podría estar formado por más o
menos alumnos. En mis últimos años, cuando yo tenía que
atenderlo el grupo no pasaba de media docena de alumnos,
formados básicamente por musulmanes y testigos de Jehová. El
centro no te obligaba a impartir una materia determinada,
sino que lo dejaba en manos del tutor. En mi caso, opté
siempre por la introducción de periódico en aquel pequeño
grupo. La lectura de la prensa, daba lugar a la selección de
un tema consensuado, procediéndose, por parte de los
alumnos, a su debate y conclusiones finales.
La “alternativa” utilizada era del agrado de mis alumnos. A
veces ocurría que antes de proceder a la utilización de la
prensa, algún alumno hacía una breve introducción para poner
en conocimiento del grupo, algún acontecimiento ocurrido en
nuestra ciudad, y que consideraba de interés general. Por
supuesto que se procedía a debatirlo. Pero siempre se tenía
como referencia la utilización de la prensa para desarrollar
la clase.
Refería yo, en otra ocasión, el caso de aquel “insumiso”,
que si bien optó en principio por dar la Religión Católica,
decidió dejarla. Pero no pudo ser, ya que el Centro era muy
estricto en esto, y al empezar el curso obligaba a los
padres que firmaran un documento por el cual el alumno no
podía abandonar la opción elegida. Mal lo pasó aquel alumno,
ya que no podía abandonar la opción elegida. Mal lo pasó
aquel alumno, ya que no pudo ser incluido en el grupo de mi
“alternativa”. Para él era mucho más cómodo ser incluido en
nuestro grupo, ya que así se desligaba de las “exigencias” y
exámenes que la profesora de Religión le imponía. Aunque,
según él, los motivos no eran exactamente esos, sino que él
ya había “madurado” lo suficientemente para no aceptar
determinados comportamientos de algunos responsables de la
Iglesia Católica.
En concreto se refería al del cura del pueblo donde él solía
veranear, que utilizaba para sus desplazamientos por el
pueblo un lujoso automóvil. Esto lo consideraba él como un
“despilfarro” y un atentado a la modestia, cuando por su
condición de “pastor” de la Iglesia, estaba obligado a
demostrar más sencillez y humildad. Y añadía que Jesucristo
entró en Jerusalén subido en un burrito. Cosas de la edad.
Pero dejando a un lado esta “historia”, bajo mi punto de
vista, las relaciones Iglesia-Estado, pese a esos
acercamientos, no se van a resolver. Siempre habrá un punto
de no coincidencia entre ambos planteamientos. Sin restar
importancia al tema, ahora surge en distintos puntos de
nuestro país, la llamada “polémica de los crucifijos”, donde
se pide la retirada de los mismos de las aulas, al
considerarse que suponen una discriminación por motivos
religiosos y vulnerar derechos, como el de la separación de
Iglesia-Estado, obligación de neutralizar ideológica de la
administración… Precisamente es la administración la que
afirma que, la competencia sobre la permanencia o presencia
de símbolos religiosos en los colegios, corresponde a los
Consejos Escolares.
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