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OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Si quieres ver lotería…
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Las pinceladas de una Navidad temprana comienzan a dibujarse en el lienzo de la ciudad y también en mi barriada paleña, malagueña y exquisita, como decía el anuncio de la antigua cerveza Victoria. Pregonan los loteros un Gordo navideño, ansiado y lejano y su pregón tiene un mucho de poesía popular, porque se esmeran ofreciendo la suerte tipo: “Si quieres ver lotería, bájame los pantalones y verás el premio gordo, con dos aproximaciones”.

El personal cruje de risa y le compra al ingenioso, por simpático y por resaláo y se guarda el décimo con ademán solemne. A mí, la verdad es que nunca me ha tocado nada, aunque es bien cierto que tampoco compro y si lo hago es para regalar las participaciones a mis amistades, que las valoran mucho porque son muy piadosas, me refiero a las participaciones y no a mis amistades que las tengo de todo tipo. Pero yo compro la lotería de las cofradías, porque muestran las fotos del Sagrado Titular y al lado el número y el precio que suelen ser dos euros. ¿Qué a quien le voy a regalar en Ceuta? Pues a toda la redacción, a mi hermano Hamadi Amar Mohamed, a Nawa la mujer de Abdeselam Amar, al doctor Hakim que me han comentado que es inteligente y está tremendo, por premiarle la galanura y a un político del que me han hablado bien , en plan populista y que se llama Abdelmalik. Eso si, pongo condiciones: Si toca aunque sea la pedrea tenemos que arremolinarnos a la puerta de El Pueblo y esturrearnos con champán y llamar a las televisiones para que sean testigos de nuestro júbilo.

Lo genuino y lo cañí de la lotería y del premio gordo es celebrarlo a mogollón, en la puerta del bar que haya repartido la suerte o de la Peña afortunada. Si se celebra en plan sosaina no alimenta tanto, deja de ser idiosincrásico y de aquella España en la que, los campesinos, para rellenar la quiniela, mientras iban diciéndole los números al culto que sabía escribir, se quitaban la boina y adoptaban una actitud respetuosa, como si estuvieran rezando.

Navidad temprana en el Corte Inglés que ya ha montado el stand con los adornos y va rellenándolo de pura belleza, de árboles plateados que se iluminan, de espumillón marino y brillante, de figurillas hermosas, de guirnaldas de luces… Un año, siendo mis niños chicos, mi marido que es guiri, quiso adornar nuestra casita como se hace en la tierra de él y decoró los árboles del pequeño jardín con bombillitas y la fachada, mis chiquitillos suspiraban “Papá ¡Parece la Navidad de “Solo en casa”! ¿Recuerdan las espectaculares tomas de la película de aquel niño olvidado en las fiestas navideñas? Las casas parecían ascuas de luz. Pero vivo en el Palo. Y los adornos duraron justo una noche, lo que tardaron en arrancar la instalación y llevarse los cables y las bombillas, supongo que algún chusmón que opinó que, para que mi casa estuviera adornada mejor adornaba él la suya y disfrutaba de las luces. Me dolió la decepción de mis niños, pero medité sobre la sensibilidad del chusmeta que había robado tan solo belleza navideña y no por hacer daño, sino para gozarla él y entonces el delito se diluía de alguna manera. Me imaginaba al muchacho extasiado ante las bombillas que son un homenaje al nacimiento de un niño en un portal.

Recuerdo en el Nuevo Testamento cuando, los judíos oían hablar a Jesús y decían “Es el de Nazareth, pero ¿Puede salir algo bueno de Nazareth?” Porque se ve que, a los de allí, les tenían gato. Pero si salió algo maravilloso, como puede salir de mi Palo, o del Príncipe, o de cualquier barrio poblado por gente que sueña con todas las cosas pequeñas y hermosas y que, por muy humilde que sea su extracción, se queda embobada ante los árboles iluminados y ante cualquier espectáculo que sea hermoso porque, la belleza toca el alma a todos los hijos de Dios, será por afinidad espiritual ya que todos nosotros somos la mejor obra de arte de la Creación.

Lotería… ¿Quién hurta un par de monedas a la suerte? Se compra ilusión y siempre se desea que esté muy repartida, que la alegría alcance al mayor número de personas posible y no a un agonías que tenga dinero para comprarse los décimos completos y se lleve la suerte entera a su casa para él. La gente ya va en viajes organizados al pueblo de Sort donde La Bruja es la delegación que más vende de España y por pura estadística, la que más premios reparte y ahora el listillo del propietario se va de turista espacial y recorrerá España recogiendo cartas con los deseos del pueblo para luego lanzarlos al espacio y que se concedan. ¡No vean el marketing! Aunque para materializar deseos es más sencillo juntar las manos soplar en el hueco, hacer que se amalgama una bola luminosa, abrir la ventana y lanzarla al cielo conscientes, de que cuando deseamos algo intensamente, el Universo comienza a conspirar a nuestro favor a base de esas casualidades que son, tan solo y nada menos que, el pseudónimo de Dios cuando no quiere firmar,

Refrescan las noches de esta Navidad temprana, en los escaparates de Zara hay gigantescas copas de champagne llenas de espumillón y de bolas plateadas, es un tiempo en el que, como diría mi abuela, la señora Emilia “pega una manguita” y los pomelos maduran en mi árbol que, en francés se llama “pamplemouse”, muy bucólicos y pastoriles, como la poesía antigua, pero agrios del carajo ¡no vean la acidez que dan!. ¿Qué si yo me apuntaría al turismo espacial como el dueño de La Bruja de Sort? No. Yo padezco claustrofobia y aborrezco las pamplinas, mi medio natural es el autobús, porque no conduzco por la vista y los cohetes de Cabo Cañaveral se me hacen tan lejanos como las lunas de Marte, no es mi mundo ni es mi rollo. Mi mundo es más el bar donde me tomo mis cafelitos al alba, entre los hombres y las mujeres que se despabilan para empezar a ganarse el jornal y nada mejor para entrar en calor que un lingotazo y unos churros que, en Málaga, se llaman tejeringos y que llegue el lotero vendiendo la suerte “¡Lo llevo, llevo el Gordo!” y el del bar recordando que, pese a la competencia, ellos también tienen participaciones cofradieras y de la Peña el Palustre y rifan la cesta de Navidad de todos los años con su embutido ibérico, sus polvorones del Santo Cristo Amarrado a la Columna y sus yemas

El Ecijano “el placer del sibarita” y el jamón que siempre dicen que es de bellota y luego está blando y salado como los perros. Late la vida en los barrios, entran, salen, se preocupan, se despreocupan, tientan a la suerte y todos soltamos una carcajadota grosera ante la creación poética “Si quieres ver lotería, bájame los pantalones y verás el premio gordo, con dos aproximaciones”…
 

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