PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura


Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Los fieles difuntos
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

“Polvo eres y en polvo te convertirás” advirtió Nuestro Señor del Universo según esa Biblia judeocristiana que es la más impresionante obra espiritual, sagrada y literaria de todos los tiempos. Recuerdo que, cuando mi entrañable amigo y cómplice del alma Enrique Rodríguez Galindo, el General más condecorado de nuestros tiempos, se presentó ante la Audiencia Nacional para cumplir su condena política y ser trasladado a la prisión militar de Alcalá de Henares, solo llevaba un objeto con él: un ejemplar de la Santa Biblia. Lo que significa que, a mi General le acompañaba la palabra de un Dios en el que siempre confió ciegamente y cuya Justicia Divina fue obviada por la miseria, la represalia y la mierda terrena.

Hoy es fecha de evocación, de parar unos instantes nuestro consustancial estrés y reflexionar sobre quienes somos y a lo que venimos. No comparto las palabras de mi admirado autor de ciencia ficción Asimos “¿Es que hemos nacido para sufrir y morir?” Es una pregunta nihilista y yo aborrezco el puto nihilismo, porque es muy deprimente, muy obsesivo y sin finalidad de tipo alguno. Prefiero el relativismo en ciertos aspectos, aunque soy de la opinión de que hemos nacido para crecer, intentar ser felices como acto de gratitud a quien nos dio el ser y no morir, sino presentarnos ante el Todopoderoso con nuestra escudilla para mostrarle si la llevamos vacía, llena o semillena de amores y sentires. Está la Pregunta “Dime ¿Cuánto amor has dado y cuanto has recibido?” Y entonces se muestra la escudilla. ¿Qué quien me ha dado tantos detalles? Pues la lectura de libros sobre experiencias de vida después de la muerte y me lo ha corroborado mi hijo mayor Gabriel Pineda que anda hoy defendiendo a los ángeles de Dios que hacen alijos de estrellas en las playas del cielo.

Es bello el “Polvo eres…” y me hace rescatar unos viejos versos castellanos , rotundos, que me cantó un alfarero allá por tierras vallisoletanas “Oficio noble y bizarro, el de la industria del barro. Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro” ¿No se les ponen los pelos como escarpias ante la belleza del verbo en nuestro idioma español? Yo me emociono, porque soy muy sentida y cuando uso y abuso de nuestro román paladino, parece mismamente que los estoy paladeando y me sabe espeso y algo ácido, como sabe el vino de Ribeiro, amargo, ácido y con un poso perfumado de uva temprana. Nuestro amalgamado idioma de raíz latina tiene al tiempo sones de campanas, tañidos de bronce que son la música de la cristiandad. El alma se conmueve y exclama ¡Joder que bonito!. Si. Más bonito que un referéndum sobre temas preocupantes. Exactamente, tienen razón, hablo de “ese” referéndum que nunca van a convocar, ni vivos ni fieles difuntos. Nada de ejercer la incómoda ocupación de preguntar al pueblo soberano sobre problemas que a todos nos agobian. Y eso que sería una sencilla consulta popular, de hecho no nos tendrían que informar de nada porque estamos saturados de información y gracias a la información, recortada y manipulada, por supuesto, hemos conseguido salvar obstáculos, pasar de falsedades y buenismos y formar nuestra sólida opinión. Los españoles podemos opinar porque sabemos y conocemos, pese a las noticias sesgadas y a la total falta de transparencia informativa sobre según que temas. Es más, hay temas que hastían por su hipócrita y parcial tratamiento, según por donde salga el sol y sobre los que deberíamos ser convocados para opinar, porque no estamos muertos ni somos fieles difuntos, sino que estamos felizmente vivitos y coleando, en la plenitud de nuestras facultades volitivas y cognoscitivas y hartitos de mordernos una sin hueso que, llegados a este punto, se nos va a llagar y nos va a salir una fístula lingual, otra espiritual y otra anal, porque nos porculean mucho negándonos nuestro derecho democrático a opinar. Sobre todo. Sobre inmigración, sobre las reformas del Código Penal, sobre las reformas de los estatutos, sobre un Proceso de Paz que cada día parece más una operación publicitaria llevada por una agencia de discapacitados psíquicos y sobre reformas constitucionales.

Lo cierto es que, los ciudadanos, una vez depositamos el sufragio cada cuatro años, nos quedamos muy solos. Votamos a representantes para que sean sencillamente un eco de nuestros sentires y quereres, que representen nuestra “auténtica” voluntad y no la santa voluntad particular de ellos o lo que les salga de las partes pudendas. Y no hace falta gobernar a golpe de encuestas de opinión, sino un despliegue de cargos electos a pie de calle que palpen los sentimientos y las preocupaciones ciudadanas y que luego, esos cargos, lleven esas opiniones vividas en primera persona al Congreso, al Senado o a la infinidad de Gobiernos Autonómicos. Una administración monolítica y ahogada por la burocracia, costosísima y nada participativa.

Nuestros partidos políticos, expertos en dedocracia, son auténticos cotos cerrados, los señoritos se han comprado una finca y la han vallado. Cierto es que cualquiera se puede afiliar y ser militante e incluso gozar del raro privilegio de ir de compromisario a un congreso o a hacer bulto en un mitin, pero los españoles no somos en absoluto unos miles de militantes de una determinada opción, cuyos votos en solitario no bastaría ni para que salieran los políticos como bedeles, son muchos millones quienes votan sin estar afiliados y ellos son quienes cuentan. Y a quienes hay que camelar y dorarles la píldora a golpe de promesa cumplida y de compromiso en el que se da la talla. Y de mantener los oídos del corazón alerta para captar sensibilidades heridas o riesgo de estar forjando a generaciones de apolíticos absolutamente incrédulos, a quienes no motivan en absoluto la palabrería mitinera ni las estrategias de marketing. Y como, el pueblo, no se encuentra de cuerpo yacente, sino que su electrocardiograma da saltos mortales y su electroencefalograma está adrenalínico a tope, con las neuronas echando humo y dispuestas a reventar la máquina del tac cerebral, los cruces de acusaciones y reproches y los discursejos con deglución lenta y babosa, no impresionan absolutamente a nadie. La gente quiere “hechos” y el pueblo agradece los ramalazos de populismo distintos a hacerse la foto electoral besando al niño y saludando al frutero en el mercado. ¿Qué si es ramalazo de populismo una consulta popular al pueblo? Es más. Es respeto, es dejar de ningunearnos y de acordarse de nosotros tan solo para hacer bulto en los mítines o renunciar al asueto yendo a depositar un sufragio que perpetúe otros cuatro años de dedocracia, amiguismo, continuismo, seguidismo y distanciamiento con el auténtico sentir de la ciudadanía. No estamos muertos, no somos fieles difuntos, los programas electorales nunca encierran en sus páginas todas nuestras zozobras e inquietudes y los llamados a representarnos no nos consultan, porque, si lo hicieran, conocerían que hay que reformar lo relativo a las consultas y referendums y consagrar nuestro derecho constitucional a opinar en libertad y desde la libertad.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto