Todos los que fueron presidentes,
del Partido Popular, se encontraban arropando la
presentación de la candidatura de Juan Vivas, a la
presidencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta. ¡Oiga, todo un
detalle! ¡Vivir para ver!.
El único que no estaba, por circunstancias de todos
conocidas y que nosotros lamentamos su ausencia,
profundamente, fue nuestro buen amigo Ricardo Muñoz.
El resto, como si de los Tres Mosqueteros se tratase “todos
para uno...”. Igual, con su presencia en el acto, querían
demostrarles a todos aquellos que creen que existe división
en el partido que, éste, está más unido que nunca, y allí
estaban todos ellos para demostrarlo o a lo peor no era sólo
por eso. Vaya, usted, a saber.
A pesar del arropamiento masivo de todos sus más importantes
componentes, entre ellos los ex-presidentes - presidentes
del mismo, nos da la sensación, no extraña, que está más
dividido que una tarta de un euro en el cumpleaños de un
pobre con cien invitados.
Uno que es un mal pensado, por culpa, culpita, de la sabia
de mí abuela, que no tuvo mejor cosa que hacer, que
enseñarme eso que dice: “piensas mal y acertarás”. Pues, qué
quieren qué les diga.
Viendo la situación que se estaba viviendo y el ambiente que
rodeaba a la misma, con abrazos incluidos, que ríase usted
de los de Vergara, entre los que más se han criticado y
menos se podían ver tuve, toda la noche, la mosca detrás de
la oreja.
Y ni te cuento, serrana del alma, cuando vi con estos ojazos
que se tienen que comer los asquerosos de los gusanos, los
besos que un peso pesado, le daba en la calva, a otro peso
pesado. Me dije, Andrés, aquí hay gato encerrado. Así que
atento al parche y deja volar tu intuición.
Y como dejar trabajar a tu intuición, esa que tuve la enorme
suerte de aprender en la mejor universidad del mundo, la
calle, no cuesta dinero porque si valiese dinero no la
dejaba trabajar en la vida pues, hala, a trabajar que te
pongo, vida de mi vida.
Nada de extrañar que le diga vida de mi vida porque, a la
intuición, para que trabaje a gusto, hay que darle todo el
cariño del mundo. Más cariño que la Pantoja al Julián.
Pero la intuición, para trabajar necesita un espacio libre
sin ruidos y estar toda concentrada . Así que decidí, cuando
Juan Vivas tocaba el tema de los jardines, abandonar el
salón e irme al borde de la piscina para que, mi intuición,
trabájase a gusto y en paz. Como tiene que ser, para rendir
al máximo de sus portentosas cualidades.
Pero el hombre propone, Dios dispone y los amigos, en
ocasiones, todo lo descomponen. Y, una vez más, cumpliéndose
el asunto, un amigo se me acercó, justo en el momento que la
intuición iniciaba su trabajo para distraerme y la
intuición, inmediatamente, dejó de trabajar. ¡Ditan sean las
papas en amarillo!.
No tuve más remedio que escucharle, siempre escucho a todos
los que me dicen algo aunque eso no tenga, para mi persona,
el más mínimo interés.
Así que me armé de paciencia, que es de lo único que se
puede armar uno en estos casos y escuchar su charla sobre lo
divino y lo humano pero, sobre todo, Juan Vivas era quien
centraba toda la conversación, destacando todas las grandes
cualidades que adornaban, según él al presidente.
La paciencia tiene un límite, como todo en esta vida que nos
ha tocado vivir y, aunque uno es más paciente que Job, le
tuve que advertir que me tenía que marchar porque, aún,
debería realizar algunos trabajos que había dejado
pendientes.
Llegué a casa con el pensamiento puesto en dejar trabajar a
mi intuición.
Y sentado en un banco de la Marina, contemplado el ir y
venir del personal, la deje entrar en mi cerebro donde fue
degranando e introduciendo, en el disco duro del mejor
ordenador del mundo, las soluciones que les daba a cuanto
había presenciado, que no era poco.
Las primeras sensaciones que me llegaban, me hacían saber
que en el Partido Popular, después de las elecciones iba a
haber una pequeña revolución y movimientos de cargos.
Unos irian, con un buen número, en las listas de los
veinticinco que llevaría, Viva, a las elecciones
municipales, abandonado el cargo actual y cediéndoselo a
otro de los que están, en estos momentos, ocupando plaza de
diputado en el Ayuntamiento, que pasaría a engrosar otra
lista de unas próximas elecciones ¡Hay que ver las cosas que
me dice mi intuición!.
Pero hay más. Mi intuición, esa que nunca me abandona y que
me lleva, en la mayoría de las ocasiones, a tener ciertos
aciertos, me dice que otro cargo importante pasará a manos
de otra persona, a la que en cierta ocasión le crearon una
“trama” para acabar con su carrera política, como sucedió.
En política, como en Granada, todo es posible. Esta
intuición mía, un siglo de estos, me va a llevar al fracaso.
Pero como sarna con gusto no pica, bendito sea ese fracaso.
Oiga, amigo guardia, ¿y si acierto?. Estatua al canto.
|