La difícil situación deportiva de la A.D. Ceuta parece estar
provocando que a ciertos dirigentes comience a no gustarle
nuestra forma de informar y opinar.
Pues bien, lo primero que tienen que saber es que nuestro
deber es informar con responsabilidad y valentía, no al
gusto de los protagonistas.
Además, es importante que entiendan que no deseamos
enfrentamientos de ningún tipo, ni estamos en contra de
nadie en particular, aunque desde estas páginas tampoco
buscamos hacer amigos.
Así que no se queden con la forma y piensen bien en el fondo
de todo lo que decimos.
Podríamos ser políticamente correctos y decir lo que
pensamos de una manera menos directa, pero preferimos decir
verdades como puños antes que convertirnos en timoratos que,
por quedar bien, no dicen nada interesante. Estos últimos no
tienen enemigos. Nosotros sí, porque a veces nos
equivocamos.
Aunque en este caso no nos equivocamos mucho. Todo lo que
contamos la temporada pasada sobre la pésima gestión de
Ernesto Valero, la incompetencia de Calderé y la mano
salvadora de Carlos Orúe, son verdades que sabemos todos.
Del mismo modo, avisamos a principios de la presente
temporada que, entre otras cosas, ceder toda la iniciativa
al entrenador podía ocasionar algunos problemas y que, sobre
todo, el fútbol era un juego que ignora la reglas
empresariales.
Y aún así, callamos más de lo contamos.
Así que, por si quedan dudas, por si no nos explicamos bien
y porque nos gusta repetirlo una y mil veces, deseamos decir
que admiramos y queremos tanto al Ceuta que lo respetamos
como a ninguna otra cosa.
Por cierto, un locutor deportivo mexicano terminaba sus
retransmisiones con una invitación: “Ahí les dejo mi
reputación para que la destrocen.” Pues nada, nosotros
también le dejamos la nuestra para que se entretengan si les
apetece.
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