Los gritos de ¡Presidente,
presidente, presidente!, tronaron con fuerzas, en cuanto el
personal tuvo conocimiento de que, Juan Vivas, iba a hacer
su entrada en el salón donde se iba a celebrar la
presentación de su candidatura a la presidencia de la Ciudad
Autónoma de Ceuta.
Todo se estaba desarrollando dentro de la más absoluta
normalidad, incluido el recibimiento que le estaban
dispensando a los gritos de ¡presidente, presidente,
presidente!. El guión estaba escrito y nada ni nadie iba a
salirse de él.
Juan hizo su entrada triunfal, en el salón donde se iba a
celebrar el acto, escoltado por algunos de sus más leales
seguidores. Ovación de gala, que le acompañó hasta que tomó
asiento después de saludar, abrazar y no sé cuántas cosas
más, al personal asistente, durante el trayecto que tuvo que
recorrer.
Emoción en los rostros de sus seguidores, alegría
incontenible y, aunque algunos no se lo quieran creer, hubo
hasta sus lágrimas y todo. Oiga, amigo guardia que llorar,
de vez en cuando, por la emoción es necesario para la salud.
¡Anda que no hacen un gran bien par de lágrimas derramadas a
tiempo!
La cosa alcanzó su más alto grado de emotividad cuando le
tocó el turno de largar por ese piquito que le ha dado Dios.
Y es que, el actual presidente de la Ciudad Autónoma y que
lo seguirá siendo mientras él quiera, al contrario de otros
que no han aprendido nada, tiene hoy día más “tablas” que
Fernando Fernán Gómez. Que ya es decir.
Aquel brillante funcionario, al que algunos de su partido,
lo consideraban simplemente, eso, un brillante funcionario,
con el paso del tiempo se ha convertido en un extraordinario
político. Tan extraordinario es que quienes, al principio,
le consideraban una buena persona y un buen funcionario, en
estos momentos, los quieren a su lado por ser un gran
político capaz de arrasar en las urnas. ¡Como cambian las
cosas!
Tiene tantas “tablas” en el mundo de la política, raras avis
solamente conseguida por los grandes políticos que, cuando
tiene que dirigirse al público, lo hace sin aspavientos,
sino por derecho y diciéndoles lo que ellos quiere oir. Ni
más ni menos, lo justo y necesario. Incluso, con esa ironía
innata que tiene, es capaz de improvisar alguna nota
humorística dentro de sus discursos.
Y algo muy importante que ha aprendido saber, exactamente,
cuando tiene que finalizar.
Cuando el público o parte del mismo, por muy interesado que
esté en el asunto, empieza a moverse en las sillas y surgen
algunas que otras tocesilla, es el indicativo exacto, donde
hay que poner punto final al discurso que se está
realizando.
Juan lo tiene asumido, por todo cuanto ha aprendido y,
siempre, termina en el momento justo para recibir una
ovación.
Y es que, los políticos, aunque algunos sean tan ignorantes
que no quieran comprender, tienen algo de artistas. No
olvidemos que la política es el arte de mentir y el teatro
es el arte de hacerte vivir cosas que,a veces, no son
actuales y darle vida a personajes de auténtica ficción,
convirtiéndolos en seres reales.
El público asistente a los actos políticos es, más o menos,
lo mismo que los asistentes a una actuación, donde pueden
ovacionar o reprobar la actuación de cada uno.¡ Ay, si
muchos políticos consiguieran entenderlo, otro gallo les
cantaría y harían menos el ridículo!.
Está visto que soy una jartá de bueno, y estoy dando muchas
clases gratuitas para que, después, ni me lo agradezcan.
Juan Vivas ha adquirido tales conocimientos, dentro del
mundo de la política, que no necesita de ningún jefe de
campaña para que le índique lo más mínimo en cuanto a
comportarse o dirigirse al público se refiere.
Juan, que duda cabe, va a ganar por mayoría absoluta, las
próximas elecciones municipales, sin despeinarse. Por
cierto, ¿han visto, ustedes, en alguna ocasión a Juan
despeinado?.
Juan, no sólo cuenta con el apoyo de los afiliados y
simpatizantes del Partido Popular, que fueron a vitorearlo
en el acto de su presentación como candidato. Juan es que
goza, de forma masiva, del apoyo del pueblo de Ceuta, que
ven en él el líder indiscutible para regir los destinos de
esta tierra y, por tanto, sus propios destinos.
Que duda cabe que, el actual presidente de la Ciudad
Autónoma, Juan Vivas, también tiene y comete sus errores,
como cada hijo de vecino. Pero, es tanta su popularidad y la
confianza ciega que el pueblo tiene hacia él, que no sólo se
los permiten, sino que se los aplauden.
Hoy por hoy, no hay quien le pueda hacer la más mínima
sombra en alcanzar de nuevo la presidencia de la Ciudad
Autónoma.
Creer que se le puede desbancar del puesto que ocupa es,
simple y llanamente, cosas de ilusos.
Es un idolo popular y los idolos populares sólo los pueden
tirar abajo, los propios pueblos que los crearon. Eso, está
muy lejos de suceder porque cuenta con el apoyo masivo del
pueblo que lo hizo su idolo.
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