Quienes tenemos que estar a la
caza y captura de noticias que nos permitan hacer la columna
diaria, tarea nada fácil pero que uno acepta como ese reto
mañanero que hay que afrontar con una sobredosis de ilusión,
nos encontramos, ayer, con dos muy principales y
correspondientes a esta ciudad. La primera es que Juan
Vivas ha sido nombrado candidato a la presidencia por el
Comité Electoral Nacional. Un mero trámite, en acto
presidido por Javier Arenas, pero que nos indica que
ha empezado ya la precampaña del PP y, por supuesto, la
marcha imparable de Vivas hacia su segundo triunfo en las
urnas.
Un hecho incuestionable y que, como ya hemos escrito, el
único aliciente de las próximas elecciones estará en saber
si la nueva victoria será arrolladora hasta dejar a los
demás partidos sumidos en ese desencanto que pone de los
nervios a sus líderes y deja a su paso una estela de
abandono en las sedes de los perdedores.
La segunda noticia es que ha tomado posesión de su cargo,
como delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado.
Lo hizo en Madrid, teniendo como padrino de la ceremonia a
Jordi Sevilla, ministro de Administraciones Públicas.
Quien le habló sin ambages a su ahijado del sitio donde debe
hacer que se cumplan las políticas del Gobierno. Sevilla le
recordó las peculiaridades concretas de esta ciudad y, desde
luego, lo puso en guardia:
-Tu tarea no será fácil.
Pero de los consejos del ministro Jordi, a mí me han
mosqueado los referentes a decirle al nuevo delegado que
debe procurar frenar la impaciencia que existe en Ceuta y
que procure llevarse muy bien con las autoridades locales.
Echando mano siempre, claro está, del respetuoso principio
institucional. Mi traducción es la siguiente: es decir,
menos blasfemar todo puede valer durante la campaña
electoral.
Así, me da a mí en las pituitarias que la lucha de los
socialistas será encarnizada para que Vivas entienda cómo se
las gasta el Gobierno de una nación que los del PP dicen que
está sin pulso porque Zapatero es un inepto en todo
el sentido de la palabra.
De la impaciencia ya hablaremos otro día. Pues las palabras
del ministro llevan mensaje de mucho calado para Juan Vivas.
Entiéndase Estatuto de Autonomía y otras exigencias de las
que el ministro está plenamente enterado. Y será así, porque
ahora toca analizar por encima las palabras del nuevo
delegado del Gobierno en relación con las personas
designadas para que lo asesoren y le vayan poniendo al tanto
de cuanto le conviene saber de los entresijos de una ciudad
que dice desconocer. Lo cual no deja de ser un problema.
Sobre todo por haber anunciado a los cuatro vientos que
espera ser asesorado por “gente de Ceuta, de gente que esté
en Ceuta, que conoce Ceuta, de gente que me ayude a cubrir
el vacío de conocimiento sobre el funcionamiento de la
sociedad”.
Las palabras son hermosas: un brindis al sol que viene a
respaldar, de momento, el anunciar que no vendrán con él
amigos foráneos para ocupar puestos golosos en una
Delegación del Gobierno donde los cargos destacados ganan
bien pronto prestigio y poder a la sombra del delegado. Lo
peor de haber hecho tal declaración está en que bien pronto
pasarán por su despacho, el de García-Arreciado,
aprovechando los primeros días de complacencia, todos los
personajes de una Ceuta que viven al acecho de ganarse la
voluntad del hombre que bien pronto será poderoso por
conocer lo que no se debe hacer. Y lo harán con el fin de
contarle al onubense todos los cuentos posibles y para
ponerse ellos muy bien puestos. Menos mal que siempre tendrá
la oportunidad de echarse en los brazos de Roberto
Franca. Menos da una piedra.
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